Concepto e historia. Se llaman así aquellos medicamentos que se usan en terapéutica para combatir el síntoma febril; es decir, son sustancias que bajan la temperatura corporal, principalmente cuando ésta es elevada. Como el síntoma febril casi siempre es un fenómeno de defensa del organismo, principalmente contra las infecciones, el combatirlo no es lo adecuado; por esta causa es necesario añadir a la definición anterior el hecho de que debe ser combatido el síntoma febril, cuando éste sea tan exagerado que ponga en peligro la vida, cuando constituya un síntoma desagradable y no útil, como ocurre generalmente en enfermedades leves del tipo de la gripe, resfriado común, etc.
Resumen histórico. La lucha contra la fiebre se ha llevado prácticamente siempre. Tal terapéutica corresponde a las edades más antiguas de la Medicina, pero al principio en vez de ser un tratamiento medicamentoso era físico, ya que lo que antes se realizaba era una verdadera termólisis, por aumento de las pérdidas de calor, disminuyendo la temperatura exterior mediante baños, abluciones, aplicación sobre la piel de telas húmedas, etc. Este método antiguo ha llegado hasta nuestros días y es posible ver aplicar tales procedimientos, aunque solamente sean usados en casos de insolaciones, sobre todo cuando este fenómeno ocurre en niños.
La medicación antipirética propiamente dicha actúa de una manera general por depresión del sistema nervioso central; por ello los medicamentos aplicados en este caso necesitan ser absorbidos, circular por la sangre, llegar al sistema nervioso y deprimir allí el centro termorregulador. La medicación antipirética puede estar representada por todo medicamento que deprima el sistema nervioso central, pero los que tienen como actividad preponderante la acción hipotermizante se estudian en terapéutica, con el nombre de medicamentos antitérmico-analgí:sicos, ya que el fenómeno analgésico juega también importante papel.
Medicación antitérmico-analgésica. Los medicamentos englobados en este grupo comenzaron a usarse en el siglo pasado, pero de todos ellos el más antiguo es la quinina, ya que durante bastante tiempo sólo se consideró a esta sustancia capaz de realizar tal acción, hasta que aparecieron los verdaderos a., los cuales se caracterizan por ser sintéticos y cuya estructura química nos proporciona la base para su clasificación.
Clasificación. Podemos distribuirlos en cuatro grupos importantes: las pirazolonas, medicamentos que se encuentran representados por la antipirina, el piramidón y la melubrina, y de los cuales se ha obtenido en la actualidad medicamentos de gran actividad tanto antiinflamatoria como antirreumática, como la butazolidina e irgapirina. Los derivados de la anilina y paraaminofenol, que son sustancias fuertemente detoxicadas como ocurre con la fenacetina. Derivados quinolínicos, es decir, de núcleo semejante al de la quinina, que al mismo tiempo presentan también propiedades antiinflamatorias, antirreumáticas y antigotosas, como el atofán o cincofeno. Los antirreumáticos propiamente dichos, que al mismo tiempo son analgésicos y cuyo representante es el ácido salicílico y sus derivados más importantes el salicilato sódico y la aspirina. Todas estas sustancias constituyen el tratamiento sintomático de la fiebre, pero los quimioterápicos, es decir, las sustancias que actúan de una manera directa contra el agente causal de la infección, tienen una acción directa sobre el síntoma febril, ya que al curarse la enfermedad cesa también la fiebre.
Acciones producidas por los antipiréticos. La más importante es la acción antitérmica que afecta como hemos dicho principalmente a la fiebre pero que también hace descender algo la temperatura normal. El mecanismo de esta acción es de tipo central, por depresión hipotalámica, la cual actúa sobre la periferia produciendo por un lado termólisis y por otro la disminución de la termogénesis debida a una disminución del metabolismo basal; todo lo cual se manifiesta objetivamente por vasodilatación periférica, aumento de la sudoración, etc. Aunque ésta es la acción más importante y se caracteriza por la diferente potencia que ejercen cada uno de los preparados enumerados, es necesario hacer mención de la analgesia, la cual se caracteriza por ser poco potente comparada con la actividad desarrollada con el grupo de la morfina. Son sustancias además ligeramente sedantes; y son también antiinflamatorias, acción que da origen a la propiedad antirreumática.
Acciones tóxicas de los antipiréticos. Son en general sustancias poco tóxicas, ya que la aparición de los accidentes, aunque son frecuentes, son poco graves y casi nunca necesitan ser tratados. Por parte de las pirazolonas, sobre todo por el piramidón y la antipirina, sobresalen los fenómenos de intolerancia, que pueden afectar al aparato digestivo, principalmente al estómago, dando origen a ardores y dolor, que suelen ceder con alcalinos. Los fenómenos de intolerancia que pueden afectar a la piel se caracterizan por ser de tipo alérgico, erupciones, urticarias, que en ocasiones pueden necesitar el tratamiento con antihistamínicos. Éstos son los fenómenos más frecuentes, pero en ocasiones pueden aparecer accidentes más graves, los cuales se caracterizan por ser comunes a cualquiera de los antitérmicos enumerados, como son: agranulocitosis, trastornos hepáticos con ictericia, trastornos renales, incluso pueden aparecer manifestaciones nerviosas. Como característica importante de esta medicación, aunque muy rara, es el hecho- de que personas sometidas a una medicación muy prolongada con analgésicos y antirreumáticos, como ocurre principalmente en el tratamiento del reumatismo o de la migraña (jaqueca), se puede desencadenar hábito, aunque de carácter leve, circunstancia que es debida a la poca dependencia que produce, de tal manera que la curación del proceso doloroso termina con el hábito y todas sus manifestaciones.
Aplicaciones clínicas. La más importante es la de actuar como inhibidores de la fiebre en un conjunto de enfermedades infecciosas entre las cuales sobresalen el resfriado común, la gripe, fiebres tíficas y paratíficas, tuberculosis, etc. Por su actividad analgésica, se utilizan como calmantes de dolores poco intensos, entre los cuales destacan los dolores articulares de tipo reumático, ciática, lumbago, etc. En el tratamiento de los dolores producidos durante el ciclo menstrual, en casi todo tipo de cefaleas, extracciones dentarias, heridas, traumatismos, etc. Por su acción vasodilatadora periférica pueden ser aplicados en el tratamiento de la embolia y tromboflebitis. Finalmente podemos mencionar aquí que los medicamentos del tipo del atofán, que se caracterizan por aumentar la eliminación de ácido úrico, pueden ser usados en el tratamiento de la gota.
Por último, la característica más importante de este tipo de medicación es la de ser aliviadora de muchos síntomas desagradables, que siempre se encuentran acompañando al síntoma febril de las enfermedades infecciosas, como son el malestar general y hasta en ocasiones el dolor generalizado o localizado. Muchos de los específicos, comprimidos, jarabes o supositorios, que son las formas comerciales medicamentosas más corrientes, destinados a la lucha sintomática en las llamadas enfermedades invernales, principalmente para el tratamiento del resfriado y gripe, son verdaderas polifarmacias porque la actividad analgésica se encuentra potencializada con hipnóticos u otras sustancias de diferente naturaleza.
Manera de aplicarlos y dosis. La forma más corriente de aplicarlos es por vía oral, en forma de comprimidos, aunque existan gran cantidad de formas comerciales para esta vía. Así, p. ej.: antipirina, comprimidos de medio gramo dos o tres veces al día; piramidón, comprimidos de 20 cg. cada tres o cuatro horas; melubrina, comprimidos de 10-30 cg. dos o tres veces al día; fenacetina, comprimidos de 30-50 cg. dos o tres veces al día.
2006-09-02 06:42:58
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answer #9
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