Y una autoridad católica dice que la Trinidad “no es [...] ni directa ni inmediatamente [la] palabra de Dios” (New Catholic Encyclopedia).
The Catholic Encyclopedia comenta: “No hay hasta ahora en las Escrituras ningún término que por sà solo denote juntas a las Tres Divinas Personas. La palabra [tr÷as] (traducida al latÃn trinitas) se encuentra primero en Teófilo de AntioquÃa alrededor de 180 d. de J.C. [...] Poco después aparece en su forma latina, trinitas, en Tertuliano”.
Sin embargo, esto en sà mismo no prueba que Tertuliano enseñara la Trinidad. Por ejemplo, la obra católica Trinitas—A Theological Encyclopedia of the Holy Trinity (Trinitas.—Una enciclopedia teológica de la SantÃsima Trinidad) señala que ciertas palabras de Tertuliano fueron usadas después por otros para describir la Trinidad. Entonces advierte: “Pero nadie puede sacar conclusiones precipitadas basándose en el uso, pues él no aplica esas palabras a la teologÃa trinitaria”.
The Encyclopedia of Religion reconoce lo siguiente: “Hoy los teólogos concuerdan en que la Biblia hebrea no contiene ninguna doctrina de la Trinidad”. Y la New Catholic Encyclopedia dice también: “La doctrina de la SantÃsima Trinidad no se enseña en el A[ntiguo] T[estamento]”.
De manera similar, en su libro The Triune God (El Dios trino y uno), el jesuita Edmund Fortman admite esto: “El Antiguo Testamento [...] no nos dice nada, ni explÃcitamente ni por deducción obligatoria, acerca de un Dios Trino y Uno que sea Padre, Hijo y EspÃritu Santo. [...] No hay ninguna prueba de que escritor sagrado alguno siquiera se imaginara que en la Deidad existiera una [Trinidad]. [...] Hasta el ver en [el “Antiguo Testamento”] sugerencias o prefiguraciones o ‘señales veladas’ de la trinidad de personas es ir más allá de las palabras y la intención de los escritores sagrados” (cursiva nuestra)
SE HA reconocido que en los primeros siglos tras el nacimiento de Cristo los padres de antes del Concilio de Nicea llevaron la delantera como maestros religiosos. Lo que ellos enseñaron es interesante.
Justino Mártir, quien murió alrededor del año 165 E.C., dijo que Jesús, antes de existir como humano, habÃa sido un ángel creado que “no es el Dios que hizo todas las cosas”. Dijo que Jesús era inferior a Dios y “nunca hacÃa nada excepto lo que el Creador [...] deseaba que hiciera y dijera”.
Ireneo, quien murió alrededor de 200 E.C., dijo que antes de vivir como humano Jesús habÃa tenido una existencia separada de la de Dios y era inferior a él. Mostró que Jesús no es igual al “Ãnico y verdadero Dios”, quien es “supremo sobre todos, y no hay otro fuera de él”.
Clemente de AlejandrÃa, quien murió alrededor de 215 E.C., dijo que Jesús antes de ser humano fue “una creación”, pero llamó a Dios el “único verdadero Dios increado e imperecedero”. Indicó que el Hijo “está después del único Padre omnipotente”, pero no es igual a él.
Tertuliano, quien murió alrededor de 230 E.C., enseñó la supremacÃa de Dios. Hizo la siguiente observación: “El Padre se diferencia del Hijo (otro), pues es mayor; porque el que engendra difiere del que es engendrado; el que envÃa difiere del que es enviado”. También dijo: “Hubo un tiempo en que el Hijo no existÃa. [...] Antes de todas las cosas, Dios estaba solo”.
Hipólito, quien murió alrededor de 235 E.C., dijo que Dios es “el un solo Dios, el primero y Ãnico, el Hacedor y Señor de todo”, quien “no tenÃa cosa alguna coetánea [de la misma edad] con él [...] Sino que era Uno, solo por sà mismo, quien, por su voluntad, llamó a la existencia lo que no existÃa antes”, como a Jesús, quien fue creado mucho antes de que viviera como humano.
OrÃgenes, quien murió alrededor de 250 E.C., dijo que “el Padre y el Hijo son dos sustancias [...] dos cosas en cuanto a su esencia”, y que “en comparación con el Padre, [el Hijo] es una luz muy pequeña”.
Resumiendo la evidencia histórica, Alvan Lamson dice en The Church of the First Three Centuries (La iglesia de los primeros tres siglos): “La doctrina popular moderna de la Trinidad [...] no deriva apoyo alguno del lenguaje de Justino [Mártir]: y esta observación puede extenderse a todos los Padres de antes del Concilio de Nicea; es decir, a todos los escritores cristianos por tres siglos después del nacimiento de Cristo. Es verdad que hablan acerca del Padre, el Hijo y [...] el EspÃritu santo, pero no como si fueran coiguales, no como si fueran una sola esencia numérica, ni como Tres en Uno, ni en ninguno de los sentidos admitidos ahora por los trinitarios. Precisamente lo contrario es la realidad”.
¿Qué hay de los textos que se usan en prueba de la Trinidad?
SE DICE que en algunos textos bÃblicos se encuentra prueba en apoyo de la Trinidad. No obstante, al leer esos textos debemos tener presente que la evidencia bÃblica e histórica no apoya la Trinidad.
Cualquier remisión a la Biblia como prueba tiene que entenderse teniendo como contexto lo que toda la Biblia enseña consecuentemente. Con mucha frecuencia los versÃculos circundantes, que dan el contexto, aclaran el verdadero significado del texto bÃblico en cuestión.
Tres en uno
EN LA New Catholic Encyclopedia se presentan tres de esos textos bÃblicos, “textos de prueba”, para apoyar la Trinidad, pero también se admite lo siguiente: “La doctrina de la SantÃsima Trinidad no se enseña en el A[ntiguo] T[estamento]. En el N[uevo] T[estamento] la prueba más antigua está en las epÃstolas paulinas, especialmente en 2 Cor 13:13 [versÃculo 14 en algunas Biblias] y en 1 Cor 12:4-6. En los Evangelios, la prueba de la Trinidad se encuentra explÃcitamente solo en la fórmula bautismal de Mat 28:19”.
En esos versÃculos las tres “personas” se enumeran como sigue en la Biblia de Jerusalén. Segunda a los Corintios 13:13 (14) reúne a las tres de este modo: “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del EspÃritu Santo sean con todos vosotros”. Primera a los Corintios 12:4-6 dice: “Hay diversidad de carismas, pero el EspÃritu es el mismo; diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo; diversidad de operaciones, pero es el mismo el Dios que obra todo en todos”. Y Mateo 28:19 dice: “Id, pues, y haced discÃpulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del EspÃritu Santo”.
¿Dicen esos versÃculos que Dios, Cristo y el espÃritu santo constituyan una Deidad trinitaria, que los tres sean iguales en sustancia, poder y eternidad? No; no dicen eso, tal como el enumerar a tres personas, como Pepe, Pancho y Antonio, no significa que sean tres en uno.
La Cyclopedia of Biblical, Theological, and Ecclesiastical Literature, de McClintock y Strong, admite que esa clase de referencia “solo prueba que se menciona a tres entidades, [...] pero no prueba, por sà misma, que las tres pertenezcan necesariamente a la naturaleza divina ni que posean igual honra divina”.
Aunque esa fuente es trinitaria, dice de 2 Corintios 13:13 (14): “No podrÃamos deducir con razón que tuvieran igual autoridad ni la misma naturaleza”. Y de Mateo 28:18-20 dice: “Sin embargo, este texto, tomado por sà mismo, no probarÃa decisivamente ni la personalidad de las tres entidades mencionadas ni su igualdad ni divinidad”.
También se mencionó a Dios, Jesús y el espÃritu santo en el mismo contexto en la ocasión del bautismo de Jesús. Este “vio descender como paloma el espÃritu de Dios que venÃa sobre él”. (Mateo 3:16.) Con todo, ahà no dice que los tres sean uno. Muchas veces se menciona juntos a Abrahán, Isaac y Jacob, pero eso no los hace uno. Aparecen juntos los nombres de Pedro, Santiago y Juan, pero eso no los hace uno tampoco. Además, puesto que el espÃritu de Dios descendió sobre Jesús en su bautismo, eso muestra que Jesús no tuvo el espÃritu sino hasta ese momento. Puesto que asà fue, ¿cómo pudiera haber sido Jesús parte de una Trinidad en la cual él siempre hubiera sido uno con el espÃritu santo?
Otra referencia que menciona a los tres juntos está en algunas traducciones antiguas de la Biblia en 1 Juan 5:7. No obstante, los eruditos reconocen que esas palabras no estaban originalmente en la Biblia, sino que fueron añadidas mucho tiempo después. Correctamente, la mayorÃa de las traducciones modernas omiten ese versÃculo espurio.
Otros textos bÃblicos que se dan como prueba tratan solo de la relación entre dos: el Padre y Jesús. Consideremos algunos de estos.
“Yo y el Padre somos uno”
ESE texto, en Juan 10:30, suele citarse como apoyo para la Trinidad, aunque en él no se menciona a una tercera persona. Pero Jesús mismo mostró lo que querÃa decir con que él y el Padre fueran “uno”. Según Juan 17:21, 22, oró a Dios para que sus discÃpulos “todos ellos sean uno, asà como tú, Padre, estás en unión conmigo y yo estoy en unión contigo, que ellos también estén en unión con nosotros, [...] que ellos sean uno asà como nosotros somos uno”. ¿Estaba Jesús orando para que todos sus discÃpulos llegaran a ser una sola entidad? No; obviamente Jesús oraba para que estuvieran unidos en pensamiento y propósito, como lo estaban él y Dios. (Véase también 1 Corintios 1:10.)
En 1 Corintios 3:6, 8 Pablo dice: “Yo planté, Apolos regó [...] El que planta y el que riega uno son”. Pablo no quiso decir que él y Apolos fueran dos personas en un solo ser; quiso decir que estaban unidos en propósito. La palabra griega que Pablo usó ahà para “uno” (hen) es neutra, y literalmente se puede traducir “una (cosa)”, lo que indica unidad en cooperación. Es la misma palabra que usó Jesús en Juan 10:30 para describir su relación con el Padre. También es la misma palabra que Jesús empleó en Juan 17:21, 22. Por eso, cuando usó la palabra “uno” (hen) en estos casos, hablaba sobre unidad de pensamiento y propósito.
Respecto a Juan 10:30, Juan Calvino (quien era trinitario) dijo en su Comentario sobre el Evangelio según Juan: “Los antiguos dieron mal uso a este pasaje cuando quisieron probar con él que Cristo es [...] de la misma esencia que el Padre. Pues Cristo no arguye sobre la unidad de la sustancia, sino sobre la conformidad de él con el Padre”.
En el mismo contexto de los versÃculos que siguen a Juan 10:30 Jesús afirmó vigorosamente que con sus palabras no alegaba ser Dios. Preguntó lo siguiente a los judÃos que equivocadamente habÃan llegado a aquella conclusión y querÃan apedrearlo: “¿Por qué me acusan de blasfemia a mÃ, a quien el Padre consagró y envió al mundo, si digo que soy Hijo de Dios?”. (Juan 10:31-36, NBE.) No; Jesús no afirmó que fuera Dios Hijo, sino el Hijo de Dios.
“Haciéndose igual a Dios”
OTRO texto bÃblico que se da como apoyo para la Trinidad es Juan 5:18. Este dice que los judÃos (como en Juan 10:31-36) querÃan matar a Jesús porque “también llamaba a Dios su propio Padre, haciéndose igual a Dios”.
Pero ¿quién dijo que Jesús estaba haciéndose igual a Dios? No fue Jesús. Ãl se defendió de aquella acusación falsa en el mismÃsimo versÃculo siguiente (19): “Jesús, pues, tomando la palabra, les decÃa: ‘[...] el Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer al Padre’” (BJ).
Al decir eso, Jesús mostró a los judÃos que no era igual a Dios y, por lo tanto, no podÃa obrar por su propia iniciativa. ¿Podemos imaginarnos que alguien que fuera igual al Dios Todopoderoso dijera que ‘no podÃa hacer nada por su cuenta’? (Compárese con Daniel 4:34, 35.) Es interesante que el contexto de Juan 5:18 y 10:30 muestra que Jesús se defendió de acusaciones falsas de judÃos que, como los trinitarios, ¡habÃan llegado a conclusiones equivocadas!
¿“Igual a Dios”?
EN FILIPENSES 2:6 la versión católica ScÃo de San Miguel [ScÃo] dice de Jesús: “Que siendo en forma de Dios, no tuvo por usurpación el ser él igual a Dios”. La Versión Reina-Valera de 1904 dice: “El cual siendo en forma de Dios, no tuvo por rapiña ser igual a Dios”. Algunos todavÃa usan versiones que presentan lecturas semejantes para apoyar la idea de que Jesús era igual a Dios. Pero note cómo vierten otras traducciones ese versÃculo:
1869: “quien, estando en la forma de Dios, no consideró como para procurarse ávidamente el estar en igualdad con Dios” (The New Testament, por G. R. Noyes).
1965: “Ãl —¡en verdad de naturaleza divina!— nunca desplegó confianza en sà mismo haciéndose igual a Dios” (Das Neue Testament, edición revisada, por Friedrich Pfäfflin).
1968: “quien, aunque estaba en la forma de Dios, no consideró que deberÃa hacer suyo ávidamente el ser igual a Dios” (La Bibbia Concordata).
1972: “quien, a pesar de tener la forma de Dios, no reputó como botÃn (codiciable) ser igual a Dios” (Versión Nácar-Colunga).
1976: “Ãl siempre tuvo la naturaleza de Dios, pero no pensó que por fuerza deberÃa tratar de llegar a ser igual a Dios” (Today’s English Version).
1985: “Quien, estando en la forma de Dios, no consideró la igualdad con Dios algo que deberÃa asir ávidamente” (The New Jerusalem Bible).
1987: “quien, aunque existÃa en la forma de Dios, no dio consideración a una usurpación, a saber, que debiera ser igual a Dios” (Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras).
Sin embargo, algunos alegan que aun estas versiones más exactas dan a entender que 1) Jesús ya tenÃa igualdad, pero no querÃa retenerla, o que 2) no tenÃa que asirse ávidamente de la igualdad porque ya la tenÃa.
A este respecto, Ralph Martin, en The Epistle of Paul to the Philippians (La epÃstola de Pablo a los Filipenses), dice sobre el griego original: “Sin embargo, es cuestionable el que el sentido del verbo pueda deslizarse de su verdadero significado de ‘apoderarse de’, ‘arrebatar violentamente’ al de ‘tener firmemente asido’”. The Expositor’s Greek Testament (El Testamento Griego del expositor) dice también: “No podemos hallar ningún pasaje en que ?????? [har·pá·zo] o alguna derivación suya tenga el sentido de ‘tener en posesión’ o ‘retener’. Parece que significa invariablemente ‘apoderarse de’, ‘arrebatar violentamente’. Por eso, no es permisible deslizarse del verdadero sentido de ‘asir ávidamente’ a uno que es totalmente diferente: ‘tener firmemente asido’”.
Por lo anterior es patente que los traductores de versiones como la ScÃo y la Valera doblan las reglas para apoyar fines trinitarios. Lejos de decir que Jesús pensó que era apropiado ser igual a Dios, lo que dice en griego en Filipenses 2:6, cuando se lee objetivamente, muestra precisamente lo contrario, que Jesús no pensó que fuera apropiado.
El contexto de los versÃculos circundantes (3-5, 7, 8, ScÃo) aclara cómo debe entenderse el versÃculo 6. A los Filipenses se les aconsejó: “Humildad, teniendo cada uno por superiores á los otros”. Entonces Pablo emplea a Cristo como el ejemplo sobresaliente de esta actitud: “Y el mismo sentimiento haya en vosotros, que hubo también en Jesucristo”. ¿Qué “sentimiento”? ¿El de ‘no tener por usurpación ser igual a Dios’? No, ¡eso serÃa precisamente lo contrario del punto que se comunica! Más bien, Jesús, quien ‘tuvo a Dios como su superior’, nunca ‘asirÃa ávidamente la igualdad con Dios’; en vez de eso, “se humilló a sà mismo, hecho obediente hasta la muerte”.
Sin duda, eso no puede estar refiriéndose a ninguna parte del Dios Todopoderoso. Se referÃa a Jesucristo, quien sirvió perfectamente para ilustrar el punto de Pablo aquÃ, a saber, la importancia de la humildad y de desplegar obediencia al Superior y Creador de uno, Jehová Dios.
“Yo soy”
EN JUAN 8:58 algunas traducciones (por ejemplo, la Biblia de Jerusalén) presentan a Jesús diciendo: “Antes que naciese Abraham, Yo Soy”. En aquella ocasión, ¿estaba Jesús enseñando, como sostienen los trinitarios, que a él se le conocÃa por el tÃtulo “Yo Soy”? Y, según alegan ellos, ¿significa eso que él era el Jehová de las Escrituras Hebreas, puesto que en Ãxodo 3:14 la Biblia de Jerusalén dice: “Dijo Dios a Moisés: ‘Yo soy el que soy’”?
En Ãxodo 3:14 (BJ) la frase “Yo soy” se da como tÃtulo a Dios para indicar que él en realidad existÃa y harÃa lo que prometÃa. The Pentateuch and Haftorahs, publicado por el doctor J. H. Hertz, dice acerca de esa frase: “Para los israelitas en cautiverio, el significado serÃa: ‘Aunque Ãl no ha desplegado todavÃa Su poder para con ustedes, lo hará; Ãl es eterno y ciertamente los redimirá’. La mayorÃa de los modernos siguen a Rashi [comentarista francés de la Biblia y el Talmud] al verter [Ãxodo 3:14] ‘Seré lo que seré’”.
La expresión de Juan 8:58 es muy diferente de la que se usa en Ãxodo 3:14. Jesús no la usó como nombre ni tÃtulo, sino como medio de explicar la existencia que tuvo antes de ser humano. Por consiguiente, note cómo vierten Juan 8:58 otras versiones de la Biblia:
1925: “antes que Abraham fuera criado, yo existo” (Sagrada Biblia, Félix Torres Amat).
1972: “Antes de que Abraham naciese, era yo” (Sagrada Biblia, E. Nácar Fuster y A. Colunga).
1978: “antes que Abraham naciese, ya existÃa yo” (Nuevo Testamento, Felipe de FuenterrabÃa).
1979: “yo existo desde antes que existiera Abraham” (Dios habla hoy, Versión Popular).
1980: “Antes que Abraham existiera, yo existo” (Sagrada Biblia, Pedro Franquesa y José M. Solé).
1987: “Antes que Abrahán llegara a existir, yo he sido” (Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras).
Asà pues, la verdadera idea de la expresión griega usada en este pasaje es que el “primogénito” (Jesús) creado por Dios habÃa existido mucho antes de que naciera Abrahán. (Colosenses 1:15; Proverbios 8:22, 23, 30; Revelación 3:14.)
De nuevo, el contexto muestra que este es el modo correcto de entender lo que se dijo. Esta vez los judÃos quisieron apedrear a Jesús por afirmar que ‘habÃa visto a Abrahán’ aunque, como dijeron, él todavÃa no tenÃa 50 años de edad. (VersÃculo 57.) La respuesta natural de Jesús fue decir la verdad sobre su edad. Asà que naturalmente les dijo que ‘existÃa desde antes que existiera Abraham’ (Versión Popular).
“La Palabra era Dios”
EN JUAN 1:1 la Biblia de Jerusalén dice: “En el principio la Palabra existÃa y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios”. Los trinitarios alegan que eso significa que “la Palabra” (griego: ho ló·gos), quien vino a la Tierra como Jesucristo, era el Dios Todopoderoso mismo.
Sin embargo, note que una vez más el contexto nos da la base para entender con exactitud el pensamiento. Observe que se dice: “La Palabra estaba con Dios” (cursiva nuestra). El que está “con” otro no puede ser ese otro. En conformidad con eso, Journal of Biblical Literature (Revista de literatura bÃblica), una publicación del jesuita Joseph A. Fitzmyer, señala que si se interpretara la parte posterior de Juan 1:1 como “el” Dios, esto “entonces contradirÃa la cláusula precedente”, la cual dice que la Palabra estaba con Dios.
Note, también, cómo vierten otras traducciones, en varios idiomas, esta parte del versÃculo:
1808: “y la palabra era un dios” (The New Testament in an Improved Version, Upon the Basis of Archbishop Newcome’s New Translation: With a Corrected Text).
1864: “y un dios era la Palabra” (The Emphatic Diaglott, lectura interlineal, por Benjamin Wilson).
1928: “y la Palabra era un ser divino” (La Bible du Centenaire, L’Evangile selon Jean, por Maurice Goguel).
1935: “y la Palabra era divino” (The Bible—An American Translation, por J. M. P. Smith y E. J. Goodspeed).
1946: “y de género divino era la Palabra” (Das Neue Testament, por Ludwig Thimme).
1958: “y la Palabra era un Dios” (The New Testament, por James L. Tomanek).
1963: “y la Palabra era un dios” (Traducción del Nuevo Mundo de las Escrituras Griegas Cristianas).
1975: “y un dios (o: de género divino) era la Palabra” (Das Evangelium nach Johannes, por Siegfried Schulz).
1978: “y de género parecido a Dios era el Logos” (Das Evangelium nach Johannes, por Johannes Schneider).
En Juan 1:1 aparece dos veces el sustantivo griego the·ós (dios). La primera vez que aparece se refiere al Dios Todopoderoso, con quien estaba la Palabra (“y la Palabra [ló·gos] estaba con Dios [una forma de the·ós]”). Este primer the·ós está precedido por la palabra ton (el), una forma del artÃculo definido griego que señala a alguien claramente identificado, en este caso el Dios Todopoderoso (“y la Palabra estaba con [el] Dios”).
Por otra parte, no hay artÃculo delante del segundo the·ós en Juan 1:1. Eso harÃa que una traducción literal dijera: “y dios era la Palabra”. Sin embargo, hemos visto que varias traducciones vierten “divino”, “parecido a Dios” o “un dios” este segundo the·ós (un complemento predicativo). ¿Qué autoridad tienen para eso?
El lenguaje griego koiné tenÃa artÃculo definido (como en español tenemos “el”, “la”, y sus plurales), pero no tenÃa artÃculo indefinido (como “un”, “una” y sus plurales). Por eso, cuando un complemento predicativo no está precedido por el artÃculo definido, puede ser indefinido, dependiendo del contexto.
Journal of Biblical Literature dice que las expresiones “en las cuales un predicado sin artÃculo precede al verbo son principalmente de significado cualitativo”. Como señala esa publicación, esto indica que el ló·gos puede ser asemejado a un dios. También dice de Juan 1:1: “La fuerza cualitativa del predicado es tan prominente que no puede considerarse definido el sustantivo [the·ós]”.
Esto quiere decir que Juan 1:1 destaca la cualidad de la Palabra, que era “divino”, “parecido a Dios”, “un dios”, pero no el Dios Todopoderoso. Esto está en armonÃa con el resto de la Biblia, que muestra que Jesús, llamado en este pasaje “la Palabra” por su papel de Vocero de Dios, era un subordinado obediente que fue enviado a la Tierra por su Superior, el Dios Todopoderoso.
Hay muchos otros versÃculos bÃblicos donde traductores al español insertan el artÃculo indefinido “un” cuando traducen oraciones griegas con esa misma estructura, aunque en español no siempre es necesario, pues en muchos casos se transmite el mismo sentido con simplemente omitir el artÃculo definido. Por ejemplo, en Marcos 6:49, cuando los discÃpulos vieron que Jesús andaba sobre el agua, la Biblia de Jerusalén dice: “Creyeron que era un fantasma”. En el griego koiné no hay ningún “un” delante de “fantasma”. Pero casi todas las traducciones añaden el artÃculo indefinido “un”. De la misma manera, Juan 1:1 muestra que la Palabra no era “Dios”, sino “un dios” o “divino”.
Joseph Henry Thayer, teólogo y erudito que trabajó en la producción de la versión en inglés American Standard Version, declaró sencillamente: “El Logos era divino, no el Ser divino mismo”. Y el jesuita John L. McKenzie escribió en su Dictionary of the Bible: “Rigurosamente, Jn 1:1 debe traducirse [...] ‘la palabra era un ser divino’”.
¿Se viola una regla?
NO OBSTANTE, algunos afirman que esas traducciones violan una regla gramatical del griego koiné publicada por el helenista E. C. Colwell allá en 1933. Ãl sostuvo que en griego un complemento predicativo “tiene el artÃculo [definido] cuando sigue al verbo; no tiene el artÃculo [definido] cuando precede al verbo”. Con eso querÃa decir que un complemento predicativo que precede al verbo debe entenderse como si en verdad tuviera delante el artÃculo definido (“el” o “la” y sus plurales). En Juan 1:1, el segundo sustantivo (the·ós), el complemento predicativo, precede al verbo: “y [the·ós] era la Palabra”. Por eso, alegó Colwell, Juan 1:1 debe significar “y [el] Dios era la Palabra”.
Pero considere solo dos ejemplos que se hallan en Juan 8:44. En ese pasaje leemos en algunas versiones en español que Jesús dijo que el Diablo era “un homicida” y “un mentiroso”. Tal como en Juan 1:1, aquà en el texto griego los complementos predicativos (“homicida” y “mentiroso”) preceden a los verbos. No hay ningún artÃculo indefinido precediendo a ninguno de estos complementos predicativos porque en el griego koiné no hay artÃculo indefinido. Pero algunas traducciones al español insertan la palabra “un” por lo que ven que piden la gramática griega y el contexto. (Véanse también Marcos 11:32; Juan 4:19; 6:70; 9:17; 10:1; 12:6 en diversas versiones.)
Colwell tuvo que reconocer esto con relación al complemento predicativo, pues dijo: “Es indefinido [pudiera ser acompañado por “un” o “una” y sus plurales] en esta posición solo cuando el contexto lo exige”. Asà que hasta él admite que cuando el contexto lo exige los traductores pueden insertar un artÃculo indefinido delante del complemento predicativo en este tipo de estructura oracional.
¿Exige el contexto un artÃculo indefinido en Juan 1:1? SÃ, porque lo que toda la Biblia atestigua es que Jesús no es el Dios Todopoderoso. Por lo tanto, lo que debe guiar al traductor en casos de esta Ãndole no es la controvertible regla de gramática de Colwell, sino el contexto. Y es patente, por las muchas traducciones en diversos idiomas que insertan el artÃculo indefinido “un” en Juan 1:1 y en otros lugares, que muchos eruditos no concuerdan con una regla tan artificial; y tampoco lo hace la Palabra de Dios.
No hay ningún conflicto
¿ESTà en conflicto con la enseñanza bÃblica de que hay un solo Dios el decir que Jesucristo es “un dios”? No, porque a veces la Biblia emplea el término “dios” para referirse a criaturas poderosas. Salmo 8:5 dice: “También procediste a hacerlo [al hombre] un poco menor que los que tienen parecido a Dios [hebreo: ´elo·hÃm]”, es decir, los ángeles. En la defensa de Jesús contra la acusación de los judÃos de que él afirmaba ser Dios, él señaló que “[la Ley] llama dioses a aquellos a quienes se dirigió la Palabra de Dios”, es decir, a jueces humanos. (Juan 10:34, 35, BJ; Salmo 82:1-6.) Hasta a Satanás se le llama “el dios de este sistema de cosas” en 2 Corintios 4:4.
Jesús ocupa una posición mucho más elevada que la de los ángeles, los hombres imperfectos o Satanás. Puesto que se alude a estos como “dioses”, poderosos, de seguro Jesús puede ser y era “un dios”. Por su posición singular con relación a Jehová, Jesús es un “Dios Poderoso”. (Juan 1:1; IsaÃas 9:6.)
Pero ¿no indica la expresión “Dios Poderoso”, con letras mayúsculas, que Jesús de alguna manera es igual a Jehová Dios? De ningún modo. IsaÃas simplemente profetizó que ese serÃa uno de cuatro nombres que se darÃan a Jesús, y en español estos nombres suelen escribirse con mayúscula. Con todo, aunque a Jesús se le llamó “Poderoso”, solo puede haber uno que sea “Todopoderoso”. CarecerÃa de importancia llamar “Todopoderoso” a Jehová Dios si no existieran otros a quienes también se llamara dioses, pero que ocuparan una posición subalterna o inferior.
El Bulletin of the John Rylands Library, de Inglaterra, indica que, según el teólogo católico Karl Rahner, aunque the·ós se usa en textos bÃblicos como Juan 1:1 con referencia a Cristo, “en ninguno de esos casos se usa ‘theos’ de tal manera que identifique a Jesús con aquel que en otros lugares del Nuevo Testamento aparece como ‘ho Theos’, es decir, el Dios Supremo”. Y el Bulletin añade: “Si los escritores del Nuevo Testamento creÃan vital que los fieles confesaran a Jesús como ‘Dios’, ¿se puede explicar el que en el Nuevo Testamento haya una ausencia casi completa de precisamente esa forma de confesión?”.
Pero ¿qué se puede decir de que el apóstol Tomás dijera a Jesús: “¡Mi Señor y mi Dios!”, en Juan 20:28? Para Tomás, Jesús era como “un dios”, especialmente en las circunstancias milagrosas que impulsaron a Tomás a expresarse como lo hizo. Algunos eruditos sugieren que es posible que Tomás sencillamente saliera con una exclamación emocional de asombro, hablada a Jesús, pero dirigida a Dios. Fuera una cosa o la otra, Tomás no pensaba que Jesús fuera el Dios Todopoderoso, porque él y los demás apóstoles sabÃan que Jesús nunca habÃa afirmado ser Dios, sino que enseñó que solo Jehová es “el único Dios verdadero”. (Juan 17:3.)
De nuevo, el contexto nos ayuda a entender esto. Pocos dÃas antes, Jesús ya resucitado habÃa dicho a MarÃa Magdalena que dijera a los discÃpulos: “Asciendo a mi Padre y Padre de ustedes y a mi Dios y Dios de ustedes”. (Juan 20:17.) Aunque Jesús ya habÃa sido resucitado en la condición de espÃritu poderoso, Jehová todavÃa era su Dios. Y Jesús siguió refiriéndose a Ãl como tal hasta en el último libro de la Biblia, después de su glorificación. (Revelación 1:5, 6; 3:2, 12.)
Solo tres versÃculos después de la exclamación de Tomás, en Juan 20:31, la Biblia aclara más este asunto al declarar: “Estas han sido escritas para que ustedes crean que Jesús es el Cristo el Hijo de Dios”, no que fuera el Dios Todopoderoso. Y en este texto se quiso decir “Hijo” en sentido literal, como cuando se habla de un padre natural y su hijo, no como si Jesús fuera alguna parte misteriosa de una Deidad trinitaria.
Tienen que concordar con la Biblia
SE ALEGA que varios otros textos bÃblicos apoyan la Trinidad. Pero estos son similares a los que ya hemos considerado, porque, cuando se examinan cuidadosamente, no ofrecen verdadero apoyo a tal enseñanza. Esos textos solo ilustran que cuando uno considera algún supuesto apoyo para la Trinidad tiene que preguntarse: ¿Armoniza la interpretación que se presenta con lo que toda la Biblia enseña consecuentemente: que solo Jehová Dios es Supremo? Si no es asÃ, entonces esa interpretación tiene que ser errónea.
También tenemos que tener presente que no hay siquiera un “texto de prueba” que diga que Dios, Jesús y el espÃritu santo son uno en alguna misteriosa Deidad. Ningún texto bÃblico de ninguna parte de la Biblia dice que los tres sean lo mismo en sustancia, poder y eternidad. La Biblia revela consecuentemente al Dios Todopoderoso, Jehová, como el único que es Supremo, a Jesús como su Hijo creado, y al espÃritu santo como la fuerza activa de Dios.
2006-08-31 16:29:16
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answer #2
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