James W. Prescott
La violencia de los seres humanos se esta convirtiendo rapidamente en una epidemia global. Alrededor de todo el mundo, la policia enfrenta a muchedumbres iracundas, irrupciones terroristas en los juegos Olimpicos, asaltantes secuestran aviones, y bombas que destruyen edificios. El año pasado, las guerras aumentaron en el Medio Este, en Chipre, en el Sudeste de ALas contribuciones de Freud a los efectos de las experiencias tempranas sobre los comportamientos posteriores y las consecuencias de la represion sexual han sido bien establecidas. Desafortunadamente el tiempo y el espacio no permiten una discusion aqui de sus diferencias con Wilhelm Reich concernientes a su titulo Mas alla del Principio del Placer.
La hipotesis de que la privacion del placer resulta en violencia fisica requiere una evaluacion formal sistematica. Podemos probar esta hip�tesis al examinar estudios culturales-cruzados sobre las pr�cticas de crianza de los hijos, sobre los comportamientos sexuales y sobre la violencia f�sica. Nosotros esperar�amos encontrar que las sociedades humanas que proveen a sus infantes y ni los mucho afecto fisicamente (acariciarlos, alzarlos, guiarlos de la mano) fueron menos violentas f�sicamente que las sociedades humanas que dan poco afecto f�sico a sus infantes y ni�os. Similarmente, las sociedades humanas que toleran y aceptan el sexo prematrimonial y extramarital deber�an ser f�sicamente menos violentas que aquellas sociedades que proh�ben y castigan el sexo prematrimonial y extramarital.sia y la guerrilla incrementa sus peleas y escaramuzas en Irlanda. Mientras tanto, el crimen en los Estados Unidos creci� a�n m�s que el promedio de la inflaci�n. Representantes del F.B.I muestran que los cr�menes graves llegan al 16% en los seis primeros meses de 1974—uno de los m�s altos incrementos del crimen desde que el F.B.I tiene registros.
Muchas leyes oficiales de coacci�n"endurecimiento" de las pol�ticas como el mejor m�todo para reducir el crimen. Llevar a prisi�n a la gente, es nuestra manera m�s usual de tratar con el crimen, lo cual nunca solucionar� el problema, porque las causas de la violencia yacen en nuestros valores b�sicos y en la forma en que educamos a nuestros ni�os y j�venes. El castigo f�sico, las pel�culas violentas y los programas de TV ense�an a nuestros ni�os que la agresi�n f�sica es algo normal. Pero estas tempranas experiencias no son la �nica o la principal fuente del comportamiento violento. Recientes investigaciones respaldan el hecho de que la privaci�n del placer sexual es el mayor ingrediente en las expresiones de violencia o agresi�n f�sica. La asociaci�n m�s com�n, la del sexo con la violencia, provee una pista para entender la agresi�n f�sica en t�rminos de la privaci�n del placer f�sico.
A diferencia de la violencia, el placer parece ser algo de lo que el mundo no puede cansarse. Los seres humanos est�n constantemente en b�squeda de nuevas formas de placer, a pesar de que muchas de nuestras actividades relativas al "placer" aparecen como substitutos de los placeres sensoriales del tacto. Nosotros tocamos o acariciamos por placer o por dolor o no tocamos nada en ning�n momento. Aunque el placer f�sico y la violencia f�sica parecen mundos aparte, parece que existe una sutil e �ntima conexi�n entre las dos. Hasta que no se entienda la relaci�n entre placer y violencia, esta �ltima continuar� su escalada. Aunque la violencia patol�gica observada en los monos criados en aislamiento est� bien documentada, el v�nculo de la temprana privaci�n somatosensoria con la violencia en humanos est� poco bien establecido. Numerosos estudios en delincuentes juveniles y criminales adultos han mostrado un antecedente de familias y hogares separados y/o padres que abusaron f�sicamente. Estos estudios han mencionado rara vez, dejando a un lado la medida, el grado de privaci�n de afecto f�sico, aunque este es a menudo inferido a partir del grado de negligencia y abuso. Un estudio excepcional al respecto es el de Brandt F. Steele y C.B. Pollock, siquiatras de la Universidad de Colorado, quienes estudiaron el abuso en ni�os de tres generaciones de familias quienes f�sicamente abusaron de sus hijos. Ellos encontraron que los padres que abusaron de sus hijos fueron invariablemente privados de afecto f�sico ellos mismos durante su ni�ez y que su vida sexual adulta fue extremadamente pobre.
Somos más violentos ahora que en la antigüedad? ¿Nos encontramos ante un fenómeno creciente? ¿Podremos, gracias a los avances científicos, conocer la semilla de la violencia, y por lo tanto su curación?
Éstas y otras preguntas flotan en el ambiente a la luz de los brutales acontecimientos que se suceden cada día. Medir la violencia que se genera en nuestro entorno es algo casi imposible. Las cifras que encontramos se extraen sumando los asesinatos, malos tratos, violaciones, que tienen lugar cada año en un país. En España durante 1998 -según datos del Cuerpo Nacional de Policía y Guardia Civil- tuvieron lugar 16.103 delitos contra la libertad sexual. Los malos tratos en el seno de la familia -mujeres, niños y ancianos- ascendieron a 9.708 casos. Se denunciaron 20.485 lesiones de diversa índole. Fueron víctimas de homicidios y asesinatos 2.293 personas. Recibieron tratos degradantes 757 individuos y 28 fueron objeto de tortura. En el pasado año 66 mujeres murieron a manos de su pareja y 18.830 denunciaron malos tratos infringidos por sus compañeros o maridos. Según las últimas encuestas del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) los temas que más preocupan a los ciudadanos españoles en estos momentos son la violencia doméstica y el terrorismo, precisamente las noticias que más se repiten en los medios de comunicación.
¿Somos más violentos ahora que antes?
En este caso dicen que cualquier tiempo pasado fue peor. Que antaño las guerras se declaraban casi sin razón, que el valor de la vida humana era insignificante y que el patriarcado dominaba la sociedad y consideraba a la mujer y a los hijos como una propiedad. En la actualidad no sabemos si existen más o menos conflictos que antes, pero lo cierto es que son más cruentos.
Desde la posguerra de 1945 -señala Manu Leguineche en su libro "Los ángeles perdidos"- al menos 20 millones de personas han muerto en más de cien conflictos y setenta millones han resultado heridas.
Antes, las mujeres, los ancianos y los niños estaban al margen de las guerras que se decidían principalmente entre soldados. Hoy, por cada militar caído en el campo de batalla, han fallecido veinte civiles. Las mujeres y los niños se han convertido en las principales víctimas. Tal es así que la violación de mujeres por parte de las Fuerzas Armadas -como ocurrió en Kosovo- es empleada como arma de guerra e instrumento de terror. En la actualidad, este tipo de violencia es considerada como "crimen contra la humanidad" por parte del Tribunal Penal Internacional que ya ha emitido sus primeras sentencias en este sentido.
Por otro lado, a pesar de la famosa liberación de la mujer, muchos hombres no pueden soportar que ella salga a trabajar fuera de casa, gane un sueldo, tenga sus compañeros o amigos y piense por su cuenta. Contra eso emplea la violencia. A veces con resultado de muerte. Un total de 141.586 mujeres han sido atendidas en los 918 centros para maltratadas durante la vigencia del I Plan de Acción contra la Violencia doméstica (1998-2000), según ha hecho público la Secretaria de Asuntos Sociales, Concepción Dancausa.
Dos mil millones de niños pueblan hoy nuestro planeta. Dos mil millones de niños que son víctimas también del horror y la violencia: más de un millón de menores cae cada año en las redes de la prostitución. La FAO (Organización para la Alimentación y la Cultura) confirma que más de 570.000 niños han muerto como consecuencia de las sanciones impuestas a Irak. El infanticidio de niñas continúa imparable en la India: su único delito es haber nacido mujeres. 250 millones de niños son obligados a esclavizarse en todo el mundo. Por último, en nuestro país de la cifra de pequeños que sufren malos tratos un 79% sufre abandono. Un 42% ha sido sometido a maltrato emocional y un 30% físico. El 4% ha sufrido abuso sexual. Lamentablemente muchos niños en estos momentos son carne de comercio, esclavitud, pornografía, tráfico de órganos, prostitución, adiestramiento para la guerra, escudos humanos...
Los datos señalan que la centuria que acaba de terminar ha sido la más sangrienta de la historia.
¿qué es la violencia? ¿de dónde surge? • La violencia es producto de la evolución cultural, por tanto es suficiente cambiar los aspectos culturales que la motivan para que ésta no se produzca. Explican los expertos que la violencia nace a partir de la separación del hombre de su entorno natural. En los primeros tiempos, el ser humano se regía por el mismo código de conducta que los animales. Era básicamente instintivo y por lo tanto utilizaba la agresividad para poder subsistir y procrear. Su agresividad no dañaba al grupo. Hoy, por encima de la naturaleza, el hombre ha construido un entorno artificial con sus propios valores y su propia cultura que le exige determinadas respuestas que le obligan constantemente a adaptarse a lo nuevo. Esta situación creada artificialmente la controla con dificultad y en ocasiones le genera violencia.
El psiquiatra Luis Rojas Marcos explica que "las semillas de la violencia se siembran en los primeros años de la vida, se cultivan, se desarrollan durante la infancia y comienzan a dar sus frutos malignos en la adolescencia". Por tanto la violencia -como apunta el profesor Sanmartín-, "es la resultante de la influencia de la cultura sobre la agresividad natural y sólo factores culturales pueden prevenirla".
Durante mucho tiempo se habló de la existencia del "gen de la violencia" y ello fue objeto de estudio en los departamentos más avanzados de biotecnología del mundo. El debate de si las personas nacen violentas o desarrollan este tipo de comportamientos a lo largo de su existencia, estuvo vivo durante mucho tiempo. A ello contribuyeron diversos estudios realizados entre los asesinos más despiadados de las cárceles norteamericanas, donde se intentó demostrar con una teoría, que la mayoría de condenados tenían además del par "XY" -que define el sexo masculino-, una "Y" extra. Es decir, poseían un curioso cromosoma "XYY". Pronto se comprobó que este "trío" singular también lo poseían otras personas de fuera de las cárceles con un comportamiento social normal: la teoría tuvo que ser desechada.
Hoy, el mito de la herencia genética está totalmente desmontado. No existe un gen de la violencia: "Los genes pueden influir en el comportamiento violento como influyen en todo lo que hacemos y todo lo que somos, pero en ningún momento determinan que un individuo vaya a ser violento sin ninguna solución", explica Manuela Martínez Ortiz, doctora en medicina del Departamento de Psicobiología y Psicología Social de la Universidad de Valencia.
Según un estudio realizado por científicos de la Universidad de Wisconsin (EEUU) que aparece publicado en la revista Science, "el cerebro humano está conectado con revisores y equilibradores naturales que controlan las emociones negativas, pero ciertas desconexiones en estos sistemas reguladores parecen aumentar notablemente el riesgo de un comportamiento violento impulsivo". Está comprobado que este tipo de actuaciones están relacionadas con una sustancia del cerebro denominada serotonina, sustancia que en estos individuos parece estar disminuida.
Hace más de cincuenta años se empleaba la lobotomización para tratar este problema en individuos antisociales. Lo hemos podido ver en algunas películas como Frances, con Jessica Lange como protagonista o, Alguien voló sobre el nido del cuco con Jack Nikolson, donde ambos sufrían esta brutal intervención. El proceso consistía en "introducir una especie de picahielos a través del párpado superior hasta alcanzar el hueso; entonces se golpeaba con un mazo el leucotomo hasta introducirlo en la zona orbitofrontal. Moviendo el leucotomo hacia delante y hacia atrás se cortaban las conexiones entre esta zona y estructuras subcorticales como la amígdala. Con este sistema se conseguía eliminar la ansiedad, pero acababan presentándose otros trastornos como: incapacidad de planificar a corto o medio plazo, equivocación a la hora de decidir cuestiones prácticas -contrarias en muchos casos a lo que el individuo pensaba-, indiferencia a las consecuencias de sus acciones e insensibilidad al dolor", recuerda el profesor Sanmartín.
Actualmente, para contrarrestar la falta de esta sustancia se administran fármacos que aumentan la serotonina en estas personas con falta de autocontrol, aunque se han detectado también efectos secundarios. Los especialistas en la materia no creen que se lleguen a realizar manipulaciones genéticas, porque de lo que se trata es de sustituir la sustancia que debe generar ese gen para que la química del cerebro sea la más adecuada, no de cambiar el gen en sí mismo.
La violencia -insisten en señalar- no es una enfermedad, así que no se la puede tratar como tal. La solución vendría de la mano de la cultura, de la educación.
2006-08-27 04:15:48
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answer #3
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answered by brian m 4
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