LA ACCION DE NO HACER NADA
-No necesita ser un experto o estar en un lugar especial para practicar la meditación.
¿Ha despertado lentamente y permanecido en ese estado por algunos momentos antes de abrir los ojos? ¿O se ha sentado al borde de un río, consciente de su fluir constante, y experimentado una sensación de tranquilidad? Entonces ha conocido la conciencia meditativa, que en ocasiones fluye naturalmente, pero que también puede educarse según técnicas que le ayudarán a relajarse, a limpiar su mente y a renovar energías. En suma, a estar en paz con la vida y a aliviar el estrés, que incide negativamente en la salud tanto física como mental. Comience con cinco minutos en la mañana o en la noche. Luego agregue pequeñas sesiones a lo largo del día. Todo lo que necesita es una silla cómoda y un lapso de tres a cinco minutos. La meditación es el opuesto de la concentración, pues su objetivo no es enfocarse sobre un tema, sino expandir el espectro de su atención. Puede pensar todo o en nada, sin tratar de controlar su mente. Sólo deje fluir a la deriva el curso de sus pensamientos hasta que finalmente, alcance un estado similar al que se experimenta en los instantes previos al despertar. Si requiere de un "mantra", o letanía, proporcióneselo. En sánscrito "mantra" significa, literalmente, "una herramienta del pensamiento". Los "mantras" son sonidos especiales para la meditación, semejantes a los cantos que se escuchan en la iglesia. Si no localiza un sonido particularmente apto para meditar, sólo siga el curso de su respiración. Lo importante que experimentará el flujo continuo de muchos ritmos que se interceptan, sintiendo relajación y alivio en medio de una profunda tranquilidad y paz interna. Percibirá imágenes similares a los sueños, su sistema nervioso se sincronizará con el nivel óptimo de alerta, y podrá revisar las emociones por las que atravesó durante el día, dándoles la posibilidad de concluir y de resolverse.
El camino de la felicidad
Kwan Yin
LA POSIBILIDAD DE SER FELIZ
Todos los seres humanos aspiran a llegar a la felicidad, pero siempre sitúan esta felicidad más allá de lo que tienen en ese momento, la ven como si fuera algo que tuviera que alcanzarse, como si fuera algo por lo que tuvieran que luchar, como si fuera algo que llegara justo en el momento en que ellos consiguen hacer determinadas cosas, pero esta forma de ver la felicidad, en realidad los aleja de ella. Pensar que la felicidad se encuentra en algún futuro indeterminado, implica que ese futuro nunca se va a hacer presente, pues siempre estará mas allá de lo que el propio individuo ha conseguido; sin embargo, la felicidad se encuentra presente en todo momento alrededor de las personas.
La felicidad está siempre en el presente, siempre en el presente, y la felicidad está siempre en nosotros mismos y nunca en cosas ajenas a nosotros; ser feliz significa aprender a mirar en el presente y evitar cualquier tipo de deseo de cambio, en esos momentos somos felices, en esos momentos disfrutamos de la vida, en ese momento nos sentimos plenos y en total armonía con el universo; sin embargo, la dinámica que rige todas las actividades del cosmos nos impulsa a movernos de un estado a otro, es el motor de nuestras vidas, es ese algo inexplicable que nos impulsa y nos empuja a buscar nuevos horizontes de realización personal.
Entre la felicidad y la evolución debemos equilibrar nuestras vidas, entre esos dos impulsos radica el secreto del vivir armónico, del equilibrio espiritual, de la realización personal.
Mediten intensamente en estos dos aspectos, experiméntelos en sus vidas, aprendamos a ser felices viviendo en el presente y eliminando hasta el más mínimo deseo de cambio, experimentemos la felicidad, y después, sin apegarnos a ella, busquemos que esa fuerza de evolución nos impulse adecuadamente para que, cumpliendo la voluntad divina, podamos alcanzar niveles más altos de realización personal.
[..]
Hacer la comunión con la vida que nos rodea, es comprender las fuerzas divinas que se mueven, impulsan y transforman las naturaleza, es entender los designios divinos alrededor nuestro, es fundir nuestras voluntades con las voluntades divinas que se están manifestando en cada una de las cosas creadas. De ese estado de comunión perfecta con la creación, nace un nuevo estado de actividad creadora permanente; sólo el ser que ha logrado establecer la completa comunión con la naturaleza, podrá trabajar en completa actividad creadora, manifestando una armonía interior y exterior evidente para todos; sus palabras y sus acciones, serán congruentes con sus pensamientos y sentimientos, su vida será una bendición de Dios trabajando en su nombre en medio de los seres humanos, su mirada será la mirada de Dios, y sus palabras, la voluntad divina expresada por un ser humano.
¿Cómo lograr que estos estados puedan ser reproducidos a voluntad? ¿Cómo lograr que los momentáneos chispazos de armonía personal que todo ser humano experimenta en sus vidas, puedan ser controlados, evocados y expandidos, para hacerlos nuestro permanente nivel de conciencia? Esta es, sin duda, una de las grandes búsquedas de la humanidad en todas las épocas. Lo que yo me propongo con este trabajo, es, precisamente, presentarles algunas técnicas que pudieran servirles para este propósito:
Vivir en la emoción de vivir.
Vivir en la comprensión de que Dios está con nosotros.
Vivir trabajando en la Voluntad Divina.
Son algunos de los múltiples frutos que se alcanzan cuando se ha logrado dominar ese estado de conciencia.
[...]
Decálogo para conseguir la felicidad
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1.- Nadie va a darme la felicidad, sólo yo puedo conseguirla. En este primer pensamiento, el ser humano toma la responsabilidad de su vida e inicia una búsqueda y un esfuerzo por encontrar eso que tanto busca.
2.- Yo soy un ser único en toda la tierra, nadie me comprende mejor que yo, y nadie sabe lo que yo necesito mejor que yo. En este segundo principio se dan las bases para eliminar cualquier ofensa que las personas reciban de parte de otras; cualquier comentario que deprima a una persona podrá ser nulificado bajo este principio, ya que la persona reconoce que nadie puede opinar acerca de ella, puesto que nadie la conoce mejor que ella misma.
3.- Lo que recibo ahora es lo que sembré ayer, y lo que siembre ahora será lo que reciba mañana. Este tercer principio permite al ser humano reconocer que los problemas actuales son resultado de acciones incorrectas del pasado, pero que, por lo mismo, el momento presente es el indicado para ir sembrando un futuro.
4.- Ni el pasado ni el futuro pueden lastimarme, sólo el presente tiene valor en mi vida. Entendiendo este cuarto principio, la persona le dará todo el valor que tiene su momento presente y le restará importancia a los hechos pasados que le causan remordimientos, y a los hechos futuros que le causan angustia.
5.- Sólo yo decido lo que debo hacer en este momento. Es decir, el ser humano entiende que las influencias ajenas son tan sólo eso, influencias, y él es el único que puede decidir qué hacer en ese instante.
6.- Sólo en el amor y en la paz interior puedo tomar las decisiones correctas. Es decir, si hemos de actuar en el tiempo presente, tendremos que hacerlo en paz, y con amor, pues de esta manera, las acciones que tomemos estarán inspiradas en nuestra más alta capacidad tanto de servicio como de inteligencia.
7.- En mis decisiones tomaré siempre en cuenta el beneficio de los demás. Es decir, tomaré aquellas decisiones que beneficien a la mayor cantidad de personas; de esta forma, mi vida se estará encaminando hacia la más alta gloria que es la de recibir la compensación por el servicio prestado a los demás.
8.- Mi cara es el reflejo de mi estado interior. Es decir, cuidemos siempre el aspecto de nuestro rostro, adornémoslo siempre con la sonrisa, y que los ojos se encuentren siempre prestos a mandar una mirada de amor, porque de esta forma estaremos reflejando la serena armonía de quien ha aprendido a caminar en el sendero de la felicidad.
9.- Soy un hombre al servicio de la humanidad. Es decir, todo lo que yo haga, todo lo que yo diga, todo lo que yo piense o sienta, servirá para gloria de la humanidad, o bien, para perdición de ella.
10.- Yo tengo una misión en la vida, ser feliz y hacer feliz a los demás. Este último principio da sentido a nuestra existencia, y, a la vez, orienta nuestros esfuerzos hacia el beneficio de toda la humanidad.
[...]
El primer principio: Nadie puede darme la felicidad, sólo yo debo conseguirla.
[...] ¿Dónde reside el valor de esta afirmación?. Más allá de nuestro pueril significación de lo que es la felicidad, tenemos que encontrar el verdadero sentido de la palabra; la felicidad es un estado de conciencia, no es un goce pasajero, ni es un estado armónico transitorio, no debe estar asociado a ciertas causas externas, porque entonces deberíamos llamarlo de otra forma, pero no felicidad.
La gran diferencia entre la felicidad que proviene de la integración en el presente y la felicidad que se logra mediante el haber alcanzado cierto objetivos, o el haber sucedido ciertas cosas, reside en la permanencia de la primera y en la temporalidad de la segunda, es decir, el ser humano, en el primer caso, alcanza la felicidad como un estado normal del ser y empieza a vivir en él; en el segundo caso, la felicidad sigue dependiendo de que las condiciones externas se mantengan y no cambien.
Si observan, la felicidad a la que he venido refiriéndome no es conceptual, es una experiencia real, vivida, experimentada únicamente por el ser, e imposible de ser transmitida a otras personas por ninguna vía; la felicidad es algo personal, es algo que sólo el ser comprenderá una vez que la haya experimentado, y, cuando esto suceda, la descripción que podría hacer de ella a otras personas, resultará tan vacía, que en definitiva no podrá ser descrita ni imaginada por los demás.
[...]
EL segundo principio: Yo soy un ser único en toda la tierra.
Hoy vamos a estudiar el segundo principio que afirma que cada ser humano es único y que sólo él es capaz de comprenderse a sí mismo y de entender y cambiar sus procesos de percepción.
[...]
Una cosa debemos entender: nosotros somos únicos en todo el mundo, no hay otro ser como nosotros, no existe otro ser que piense igual que nosotros; lo que nosotros hacemos lo hacemos por convicción propia, y si nos equivocamos, nosotros seremos quienes aprendemos, y si acertamos, nosotros seremos quienes obtengamos la gloria. (...) Es muy cierto que vivimos continuamente interaccionando con otros, y que de esta continua interacción surgen una multitud de decisiones de parte nuestra, pero, más cierto que todo eso, es que nosotros somos criaturas únicas en el universo y que lo que pasa dentro de mi ser, sólo yo puedo entenderlo y los resultados de lo que haga, sean buenos o malos, satisfactorios o frustrantes, serán únicamente mi responsabilidad.
No aceptaremos las ofensas provenientes de otras personas, porque carecen de significado al no entender ellos nuestro verdadero ser; los consejos y todas las buenas intenciones que otras personas tengan para ayudarnos y guiarnos en nuestra vida, las escucharemos con el debido respeto, pero entendiendo que nuestras vidas son únicamente nuestras y que en el camino que vamos siguiendo, cada paso que damos, nos acerca o nos aleja de la meta que nosotros mismos nos hemos definido.
[...]
El Tercer principio: Lo que recibo ahora es lo que sembré ayer.
Ahora, un tercer punto que nos debe llevar a adquirir una mayor responsabilidad de nuestros actos, es el que nos enseña que todo lo que recibimos en el tiempo presente, no son sino frutos de acciones tomadas en el pasado, pero, a la vez, mis acciones presentes serán las semillas cuyos frutos recogeré en el futuro. Aparentemente, es un principio que ha sido estudiado ampliamente en todas las religiones y filosofías del mundo, es un concepto que nosotros recibimos desde el momento en que abandonamos la cuna, y que no se aparta de nuestras vidas hasta el momento en que abandonamos el cuerpo físico. ¿Qué podemos agregar a éstas ya tan conocidas palabras, qué podríamos decir además de todo lo que ustedes han aprendido ya?.
Para empezar, quisiera decirles, que como ley universal, ésta se cumple en todos los niveles, no únicamente en el reino humano, sino en todos los reinos; no únicamente en el planeta tierra, sino en toda la creación, por lo mismo, si en el tiempo presente recogemos lo que ha sido sembrado en el pasado, busquemos entonces las causas de aquello que estamos viviendo.
[...]
Regresando al principio que en nuestro decálogo ocupa el cuarto lugar, y que afirma que nada del pasado ni del futuro pueden lastimarme y que sólo el presente tiene valor para mí, analicemos esta afirmación desde el punto de vista de los estados de alta y baja energía:
La felicidad se obtiene en el presente: aquí y ahora.
En principio, la persona que se preocupa por cosas que ya pasaron y acerca de las cuales nada puede hacer, observaremos que mentalmente se encuentra ligada a un pasado que la lastima; los recuerdos son regiones de la mente que desgastan la energía que tenemos disponible para vivir el presente. Por otra parte, las angustias ocasionadas por hechos que todavía no acontecen, que se encuentran en un futuro, ya sea próximo o lejano, son también zonas de la mente que desgastan energéticamente a la persona; una persona que modifica sus estados de ánimo, simplemente por mantener activada esa zona de su mente que tiene que ver con su pasado o su futuro, gasta toda la energía que tiene disponible para trabajar en su presente y la imposibilita a actuar adecuadamente; la persona que piensa en el pasado o en el futuro se inmoviliza en el presente, se queda estática, mientras su mente viaja a regiones inútiles de su existencia.
Es preciso entender que la felicidad no puede ser obtenida ni en el pasado ni en el futuro, es preciso entender que esas son zonas que únicamente afectan negativamente a la persona; aún cuando ésta se refugiara en aquellos recuerdos que le proporcionan gratos momentos, o bien fabricando castillos o ilusiones en el futuro y le dan una cierta tranquilidad en su conciencia, entendamos, que tanto uno como el otro, son aspectos en los que se gasta energía, energía que está disponible para vivir el momento presente.
La sana programación del futuro.
Quisiera aquí hacer una distinción en lo que se refiere a construir castillos de naipes para un futuro ilusorio y construir una meta racionalmente lógica y emocionalmente aceptable hacia la cual la persona pretende dirigir sus pasos; en este segundo caso, la construcción se hace como una estrategia para orientar la vida de las personas, y en estos casos, esa energía está bien empleada. Sin embargo, si la persona construye sus castillos y no trabaja en su presente para hacer realidad esos deseos, la energía que ha gastado construyéndolos es energía perdida, energía inútil.
[...]
Por otra parte, hacer una cuidadosa valoración de las experiencias pasadas para extraer de ellas las lecciones que podamos emplear en el presente, es, sin duda, una gran inversión de sus energías.
[...]
Sólo yo decido qué es lo que tengo o debo hacer en este momento.
El 5to. principio que habíamos enunciado como: Sólo yo decido qué es lo que tengo o debo hacer en este momento, es un claro ejemplo de la utilización de este depósito de energía llamado autoestima. Todas las personas se ven influenciadas por las condiciones externas en sus decisiones de qué es lo que deben hacer en determinados momento, los estímulos provenientes de nuestros familiares o amigos siempre son en el sentido de “deberías hacer tal o cual cosa”, frecuentemente se insiste en que la persona debería mortificarse, preocuparse, angustiarse o arrepentirse de cualquier cosa pasada o futura, esos continuos estímulos representan virus psicológicos que promueven estados de baja energía en el ser.
Los pensamientos y las emociones son influenciados por lo externo.
Una persona insensible puede, tal vez ignorarlos, pero la mayoría de los seres humanos dan cabida a todos esos comentarios y estímulos, y por lo mismo, se sumergen en torbellinos de pensamientos y emociones negativas que consumen, de una manera lamentable, las reservas de energía que cada uno acumula a lo largo de su vida. De esto resulta, que las emociones y los pensamientos son manipulados por las influencias externas, sin el más mínimo control de la voluntad del ser. Cuando decimos: sólo yo decido qué hacer en este momento, reafirmamos la integridad como persona, cortamos la influencia proveniente del exterior y, en este momento, se toma el control de los pensamientos y las emociones.
[...]
Sexto principio.- Sólo en el amor y en la paz interior puedo tomar las decisiones correctas,
es decir, la persona debe refugiarse en su interno, llenarse de amor a la humanidad, y, desde esa plataforma, tomar las decisiones más adecuadas para las circunstancias de su vida presente.
Toda decisión que comprometa a terceras personas o que tenga una influencia decisiva en el futuro de la misma persona, debe ser cuidadosamente analizada y valorada a la luz de las implicaciones o consecuencias que puedan tener en el futuro. (...) Hablamos entonces de un alcance social y de una trascendencia temporal; el alcance social de nuestras decisiones será el estudio que hagamos del número de personas involucradas; y la trascendencia temporal, es la amplitud del efecto que tendrá esa decisión en el resto de nuestra vida o de las vidas de las personas afectadas.
[...]
Las decisiones que toma cada ser humano deben ser inspiradas en la más alta calidad de amor que pueda manifestar, y dentro de la atmósfera de la paz interior que debe generarse para tener el correcto balance de los análisis que hagamos.
[...]
Por ahora sólo resta decirles, que la práctica de la meditación lleva a una persona directamente a establecer el contacto con su espacio vital, y dentro de esa zona de paz interior y de amor universal, es posible tomar las decisiones más correctas y adecuadas para el futuro de cada uno de ustedes.
[...]
Y llega un momento en que hay que tomar decisiones, decidir qué sendero habrá que tomar, cuál será la siguiente dirección en que habremos de encaminar nuestros pasos, y en medio de su paz interior, de la sublime irradiación de amor, deja que su conciencia espiritual lo oriente para entregarse de lleno al sendero de la luz, porque sólo en la paz y en la sublime irradiación del amor, podemos tomar las decisiones correctas y el ser se agiganta al percibir la Voluntad Divina dentro de su ser y entiende otro maravilloso principio: en mis decisiones sólo consideraré aquellas que promuevan el más alto beneficio a la mayor cantidad de personas. Cuando la voluntad Divina fluye a través del interno del ser, la personalidad se expande y se funde para beneficio de la humanidad, el ser se niega a sí mismo para crecer, multiplicándose en cada uno de sus semejantes; es la personalidad la que se crucifica para entregarse de lleno a la humanidad y resucitar al tercer día, una alegoría que nos indica claramente, que aquel que se niega a sí mismo para entregarse al servicio, es el que se encuentra más cerca de la Voluntad Divina.
[...]
La persona que ha decidido seguir el camino de la felicidad no puede equivocarse, la experiencia que está sintiendo en su interno es reflejada a través de cada poro de su piel, es mostrada al mundo con sus ojos, con sus palabras, con sus movimientos, con su sonrisa, con la tranquilidad de su rostro. La armonía es una fuerza cósmica que normaliza el flujo energético entre todos los vehículos del hombre y, por lo mismo, el vehículo físico se convierte en una expresión perfecta de esta misma armonía, como es adentro es afuera; la expresión se torna dulce, serena, armónica, los rasgos se suavizan, la mirada se llena de un sentimiento de amor, la misma entonación de la voz nos habla de esa fuerza, de esa armonía, de esa tranquilidad que la persona está sintiendo en su interno; el ser humano se hace congruente con su realidad interna, y aunque permaneciera callado, su rostro hablaría por él, y aún cuando sus palabras estuviesen recriminando suavemente a una persona, sus ojos le estarían hablando del inmenso amor con que lo hace, su mirada penetraría las más cerradas cárceles de los corazones lastimados; la forma de hablar y conducirse inspirarían tal confianza en el resto de las personas, que todos los temores y todos los prejuicios caerían derrumbados ante este magnetismo que irradia. Por eso es importante cuidar el rostro y entender que las emociones internas se van reflejadas en ese espejo que todos tenemos en la cara.
Cultivar el contacto profundo con los demás.
Cultiven las miradas dulces, profundas y escrutadoras, no descuiden el lenguaje y véanlo siempre como la más perfecta manifestación que el hombre ha desarrollado para acercarse los unos a los otros. Usen sus manos para trabajar y para explorar los caminos ocultos hacia el corazón de sus semejantes; un apretón de manos, una palmada en la espalda, tal vez sean capaces de romper los más duros cerrojos. Acérquense sin temor hacia aquellos a quienes aman y muéstrenles algo de esa paz interior que ahora experimentan.
[...]
Yo soy un ser al servicio de la humanidad, es decir, el hombre en todo lo que hace presta un servicio a la sociedad, e incluso a los otros reinos que conforman a todo el planeta.
Toda actividad redunda en beneficio de otros seres.
¿Se han puesto a pensar que el trabajo que ustedes desempeñan sirve igualmente para otras personas?. ¿Se han puesto a pensar que el dinero que ustedes gastan en sus alimentos, o vestidos, o en su hogar, es dinero que va a ayudar a otras personas?. ¿Han meditado que cada vez que utilizan la luz o encienden un televisor, o utilizan algún aparato eléctrico, en realidad están trabajando para otros?. El ser humano vive dentro de una sociedad y todo lo que hace redunda en beneficio de otros seres. Existe una estrecha interrelación entre todos y cada uno de los seres humanos, por eso es que el principio de que soy un ser al servicio de la humanidad cobre un sentido universal. En cada momento alguno de nuestros actos está sirviendo a otras personas; en cada instante, mi conducta afecta a otras personas, mi permanencia en el mundo no es otra cosa que un acto mediante el cual afecto a toda la humanidad.
[...]
Servir a la humanidad es estar conscientes de que somos parte de ella, es estar conscientes de que cada uno de los seres humanos no es más que una pequeña tuerca dentro del engranaje universal, es entender que si aspiramos a llegar a las alturas del conocimiento divino, nuestra plataforma de apoyo deben ser nuestros propios hermanos, aquellos a quienes queremos dirigir, a quienes queremos iluminar, a quienes queremos redimir de un pasado desventurado.
[...]
Si entendiéramos que podemos ver la felicidad en cada cosa creada, percibir la belleza detrás de las apariencias, encontrar la armonía ahí en donde normalmente observamos sólo problemas; si fuésemos capaces de percibir ese chispazo divino de Voluntad Divina yacente en todas las cosas, diríamos entonces que hemos aprendido a abrir los ojos a la felicidad, porque el hombre tiene una misión, la misión de ser feliz y de hacer felices a los demás, ésta es la misión que deberíamos todos entender.
La esencia de la felicidad.
La felicidad es simplemente la ausencia de juicios negativos, la ausencia de lamentaciones, la ausencia de las autocríticas y la apertura total a la Voluntad de Dios. Sólo el ser que es capaz de percibir el rostro divino detrás de todas las situaciones que enfrente en la vida, es capaz de permanecer en paz mientras todo a su alrededor parece desmoronarse. La felicidad interior produce inevitablemente la paz, la quietud, el sosiego; pero, para alcanzar esa felicidad interna, hace falta purificar los filtros a través de los cuales se perciben las cosas de la vida.
Hemos hablado ya largamente acerca de los nueve principios que conducen al camino de la felicidad; este último, más que principio es una ley.
El hombre vino al mundo para ser feliz y hacer felices a los demás, vino a entender que como extensión divina en la tierra, su misión es glorificar al Padre en cada acto de su vida y, a la vez, como parte de una sociedad humana, trabajar incansablemente al servicio de los demás, no únicamente para llevar esa paz y esa armonía, que concede la felicidad, a los que nos rodean.
Así pues, esta última ley sella con cordeles de oro el decálogo de principios que todo hombre debería seguir para ser partícipe del camino de la felicidad.
Maestra Kwan Yin
Inició: Marzo 29, 1992
Acabó: Septiembre 27, 1992.
Meditación
del libro Viaje hacia el bienestar de Deepak Chopra.
Aunque en el presente occidental, cuando se piensa en la meditación se lo hace en términos de manejo de las tensiones y la relajación, su verdadero propósito es espiritual. Los yoguis y videntes que reconocieron primero estas prácticas, ya vivían bastante relajados en sus cuevas de los Himalaya. Ellos meditaban para descubrir su verdadero yo; meditaban para lograr el esclarecimiento.
De todas las experiencias que vivimos, la de nuestro yo interior es la más importante. El cuerpo es la experiencia objetiva de nuestras ideas, en tanto que la mente es su experiencia subjetiva. El cuerpo se encuentra en constante cambio, y la mente, con sus pensamientos, sentimientos y deseos, también va y viene. Uno y otra son experiencias atrapadas en tiempo y espacio; no son el experimentador. Quien tiene la experiencia está más allá del tiempo y el espacio, es tu verdadero yo. Es el factor atemporal de toda experiencia limitada por el tiempo, el que siente detrás del sentimiento, el pensador detrás del pensamiento, el animador de nuestros cuerpos y mentes. Se trata de nuestra alma.
Hoy, la ciencia nos permite rastrear un pensamiento o una intención al microsegundo de ocurridos, pero todo el equipamiento científico del mundo aún no sabe decirnos de dónde proviene un pensamiento ni quién lo genera. No puedes encontrar tu verdadero yo en tu mente ni en tu cuerpo, simplemente porque no estás allí. Escuchamos a Beethoven por la radio, pero no tiene sentido desarmar el aparato para encontrar al músico. El no está allí. La radio sólo es un instrumento que atrapa un campo de información y lo convierte en un hecho en el tiempo y el espacio. De manera similar, tu verdadero yo es un campo no local de información que está atrapado en tiempo y espacio por el cuerpo y la mente. Tu alma, pensadora de pensamientos, encuentra expresión a través de la mente y el cuerpo, pero cuando el cuerpo y el cerebro están destruidos, nada auténtico le sucede a tu verdadero yo. El espíritu incondicional no está en la energía ni en la materia, sino en los espacios de silencio que hay entre nuestros pensamientos.
Existe entre cada uno de tus pensamientos un espacio donde elaborar los pensamientos, donde eres un infinito hacedor de elecciones. Esta “brecha” entre pensamientos es la ventana a tu yo más elevado, la ventana al yo cósmico. El verdadero yo no puede aprisionarse dentro del volumen de un cuerpo o el espacio de una vida. Es el pensador en el campo de la memoria y la información en el espacio entre pensamientos.
El espacio entre pensamientos es el silencio, el silencio fértil. Se trata de un silencio lleno de infinitas posibilidades de pensamientos, un campo de pura potencialidad.
Es el verdadero yo. El pensador es un silencioso hacedor infinito de elecciones que reside en el nivel de la “brecha”. Tu verdadero yo y mi verdadero yo son dos campos de silencio de infinitas posibilidades. Las distintas entre tú y yo son las diferentes experiencias posibles que elegimos a nivel de esa brecha. La acción crea memoria, la memoria crea deseo y el deseo nuevamente conduce a la acción. Las semillas de nuestros recuerdos y los deseos existentes en la brecha buscan manifestarse a través de los instrumentos de la mente y el cuerpo y crean todo el mundo en el que vivimos.
Nuestra existencia tiene tres niveles: 1) el cuerpo físico, compuesto de materia y energía; 2) el cuerpo etéreo que contiene la mente, la inteligencia y el ego; y 3) el cuerpo casual, que contiene el alma y el espíritu. La práctica de la meditación saca nuestro conocimiento del estado perturbado de conciencia de la mente y del mundo de objetos físicos para llevarlos al silencio, estado sereno de conciencia que habita en el alma y el espíritu. Mediante su práctica regular accedemos a la infinita reserva del conocimiento, realidad máxima de la creación. Tenemos la experiencia de quién somos verdaderamente: conciencia pura, sin límites. Cuando experimentamos quiénes somos en realidad, recuperamos la memoria del todo, o sea la salud de nuestra vida.
Existen muchas formas de meditación. Las prácticas más avanzadas abarcan el uso de mantras, sonidos primitivos, los sonidos básicos de la naturaleza, que actúan como un instrumento de la mente, un vehículo que lleva a nuestra conciencia del nivel de actividad al nivel de silencio. En general, los mantras son seleccionados por un instructor competente y transmitidos individualmente. En el Centro de Medicina para mente y cuerpo de San Diego, enseñamos la Meditación por Sonidos Primitivos. También existen meditaciones menos específicas aunque eficaces. Aquí describimos una de esas prácticas, la Meditación Atenta, una excelente forma de ponerse en camino.
La Meditación Atenta
del libro Viaje hacia el bienestar de Deepak Chopra
La técnica de la Meditación Atenta es un procedimiento simple que puede crear un estado profundo de relajación de la mente y el cuerpo. A medida que la mente se aquiete aunque permanezca despierta, experimentarás niveles de conciencia más profundos y silenciosos.
Empieza por sentarse cómodo en un lugar tranquilo, donde tengas pocas posibilidades de ser molestado.
Cierra los ojos.
Respira normal y naturalmente; poco a poco permite que tu conciencia se concentre en la respiración. Simplemente observa tu respiración, tratando de no controlarla ni alterarla en ninguna forma consciente.
Mientras observas tu respiración, tal vez notes que ésta cambia espontáneamente. Puedes variar su velocidad, ritmo o profundidad, e incluso puede haber momentos en los que tu respiración parece detenerse un rato. Al margen de lo que suceda con tu respiración, obsérvala en forma inocente, sin tratar de provocar ni iniciar ningún cambio.
Descubrirás que a veces tu atención se desvía de la respiración y estás pensando en otras cosas o prestando atención a los ruidos que llegan de afuera. Siempre que notes que no observas tu respiración, vuelve lentamente a concentrar tu atención en ella.
Si durante la meditación notas que te concentras en algún sentimiento, estado de ánimo o expectativa, trátalo como lo harías con cualquier otro pensamiento y lentamente vuelve tu atención hacia la respiración.
Practica esta meditación durante quince minutos.
Al cabo de esos quince minutos, mantén los ojos cerrados y permanece cómodamente sentado otros dos o tres minutos. Sal de la meditación en forma gradual antes de abrir los ojos y volver a la actividad.
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Se recomienda la práctica de esta Meditación Atenta durante más o menos un cuarto de hora, dos veces al día, a la mañana y a la noche. También es posible esta técnica durante unos minutos a lo largo del día, para ayudar a que te concentres, si te sientes molesto o agitado.
Durante la práctica de la meditación tendrás una de estas tres experiencias. Cualquiera de ellas es correcta.
Tal vez te sientas aburrido o inquieto y tu mente puede llenarse de pensamientos, señal de que tensiones y emociones de raíces profundas están liberándose de tu organismo. Mediante una práctica continua y sin esfuerzo de la meditación, facilitarás la eliminación de todas estas impurezas de tu mente y tu cuerpo.
Tal vez te quedes dormido. Si así sucede en medio de la meditación, es señal de que necesitas más descanso en otros momentos del día.
Tal vez entres suavemente en la “brecha”. Cuando el mantra o respiración se torna más estable y refinada, entras en la brecha existente entre tus pensamientos, más allá del sonido, más allá de la respiración.
Si permaneces descansado, cuidas de ti y te tomas el tiempo necesario para dedicarte a la meditación, sin duda entrarás en contacto con tu ser interior. Te internarás en la mente cósmica, la voz que te susurra en forma no verbal en los espacios de silencio entre tus pensamientos. Esa es tu inteligencia interior, es el genio máximo y supremo que refleja la sabiduría del universo. Confía en esta sabiduría interior y todos tus sueños se harán realidad.
Meditación en la Luz
Introducción a la técnica de Meditación en la Luz
Desde el momento en que el hombre empieza a preguntarse qué hace como especie y como individuo, parado sobre este globo; de dónde fue traído y para qué; desde el momento que intuye que fuera de su rutina diurna y nocturna, sea cual fuere ella, hay una realidad más profunda y universal; a partir de esos momentos de indagación y buceo interior, el hombre comienza a transitar conscientemente el llamado camino espiritual.
Simultáneamente, también ocurre que desde ese momento nos afanamos por alcanzar esa otra realidad y vivir cada instante más cerca de ella. Como si hasta ese momento hubiésemos sido sólo caricaturas infantiles respecto de un potencial magnífico que no conocemos con claridad total, pero del que tenemos destellos suficientes como para creer en él.
Buscamos entonces la forma, el cómo llegar a vivir no sólo unos pocos momentos sino cada instante en armonía con esta fuente interna radiante y poderosa.
Esta aspiración es el motor de todo sincero buscador espiritual. Muchos de nosotros nos encontramos en el camino cuando el sentimiento de insatisfacción respecto de nuestras vidas era o es, muy fuerte. A una clara sensación de rechazo por la superficialidad y la falta de sentido, en general está unida la imposibilidad de deshacernos de hábitos, relaciones y conductas inútiles, automáticas, antiguas, en fin, todas ellas muy poco convenientes para la realización de la plenitud.
El objetivo central de la meditación en la Luz como práctica efectiva de nuestra disciplina espiritual es el contestar a la pregunta básica "¿quien soy?". A esta pregunta la meditación da una respuesta que surge desde la experiencia de nuestro interior. Es decir, que es un camino para saber quién es uno a partir de la vivencia real de esa fuente poderosa y radiante.
No importa el nombre que se le atribuya a esa esencia común de todo el género humano y más aún de todo lo viviente: Atman o Alma, Centro Crístico, Ser Inmanente, Yo Superior, Ser, Espíritu, Núcleo Búdhico, etc. Lo importante es el significado común de todos estos términos que podrían resumirse como la divinidad interior.
Sintetizando, la meditación es una vía, un sendero para producir el contacto o bien un acercamiento con nuestra propia divinidad interior.
¿Que es lo que tiene de particular la Meditación en la Luz?, ¿en que se diferencia de otras técnicas, y por qué sus características nos son tan convenientes?
Vamos a enumerar algunas de las cualidades fundamentales tratando de responder a estas preguntas:
1. La primera característica que la diferencia de la inmensa mayoría de otras técnicas se justamente su objetivo. Al centrarse en la revelación de la identidad del hombre con exclusión de cualquier otra circunstancia, se aleja radicalmente de todo intento de búsqueda de poderes especiales (siddhis), del despertar de fenómenos de los llamados paranormales o parapsicológicos (levitación, magnetología, telepatía, videncia, telekinesis, etc). Todo esto puede darse como consecuencia secundaria al objetivo central, pero no es un fin en sí mismo. Es más, podrían representar el peligro de engrandecer nuestro ego a través del orgullo y la vanidad y así convertirse en un inconveniente más, que en una ayuda para la evolución espiritual.
2. El guía, el conductor de esta práctica es Dios mismo. Hoy ya no son necesarios los intermediarios entre Dios y el hombre. Tenemos la posibilidad, como humanidad y no sólo unos pocos elegidos, de apelar a Dios de manera directa y recibir su respuesta también de manera directa.
3. Hombres practicantes de cualquier religión pueden incorporarse a esta práctica. Cada uno se dirigirá a la forma de Dios con la que se sienta afín. El concepto subyacente es el de la Unidad de todas las religiones en el sentido de que todas revelan un aspecto de la Verdad única. Todas llaman a Dios con un nombre distinto pero obviamente alaban, cantan, rezan al mismo y único Dios. Para quienes no tengan un Maestro con el sientan fluir una corriente amorosa de manera espontánea, pueden utilizar alguna forma de la Naturaleza que despierte ese sentimiento de grandeza, armonía y totalidad relacionado con lo Superior. Por su simpleza y universalidad, esta práctica puede ser también utilizada por hombres y mujeres de cualquier edad, raza y nación, de cualquier esfera social y cultural. No hay exclusiones de ningún tipo.
4. El índice de avance de esta práctica es medido por la mejora del carácter: mayor tolerancia, disposición al servicio, auto confianza, pérdida de miedos por el futuro y angustias por el pasado, menor cantidad de respuestas irascibles y violentas, sentimiento verdadero de unidad y solidaridad, tendencia a la verdad y a la recto, etc.
5. Utiliza los sentidos y la mente para ir más allá de ellos. La técnica se completa en la trascendencia de los fenómenos producidos por los cuerpos o envolturas del ser, más o menos sutiles. Es en ese sentido que utiliza en las primeras etapas mantras y alguna forma para ir progresivamente abriendo la conciencia a la totalidad, a lo oceánico y expansivo, a lo cósmico y sin forma.
6. La técnica a la que nos referimos describe los pasos necesarios a ser realizados por nosotros con todo nuestro amor y buena voluntad. Pero la meditación en sí misma se da únicamente como resultado de la Gracia Divina. Esta Gracia toca el misterio y la insondable de la Voluntad Superior. Ganar la Gracia es nuestra tarea al emprender cualquier práctica espiritual. Lo importante es no impacientarnos ni desilusionarnos por los resultados, o por nuestras limitaciones. Aprendemos de a poco a entregar los frutos de nuestra acción y a permitir que Dios trabaje en nosotros. Fe y auto confianza son los pilares donde se asienta la disciplina espiritual. Fe en la figura del Padre Creador con Su Mano siempre extendida para ayudarnos a dar el paso y auto confianza en la posibilidad de darlo a través de la guía interna, la voz del corazón.
Meditación: aspectos básicos.
Lugar: Es aconsejable tener un lugar fijo donde realizar la práctica, que nos permita estar a solas y sin que nos interrumpan. Podemos sentarnos frente a una mesita o estante sobre el cual colocaremos una imagen de nuestro Maestro espiritual, flores, sahumerio y una vela o una lámpara de aceite encendida, la que deberá estar a la altura de nuestros ojos y colocada sobre una vasija o plato para evitar accidentes. El lugar debe estar limpio y ordenado. El arreglo de los objetos debe ser agradable, dirigido a despertar nuestra inspiración y devoción.
Postura: Es indispensable que la postura para meditar sea estable y cómoda, pues aquietando el cuerpo se estabiliza el flujo de la energía, ayudándonos a alcanzar una mejor concentración. Podemos sentarnos en una silla, en el piso, sobre un almohadón o sobre una tarima de madera cubierta con un pedazo de tela. La clave es mantener la cabeza, el cuello y el tronco formando una línea recta, y luego ir relajándonos sin perder la postura alcanzada. Debemos relajar el cuello, los maxilares y los hombros en su postura natural. También aflojaremos las piernas desde la cadera hasta los pies. La mano derecha sobre la mano izquierda, y ambas descansando sobre el regazo sin tensiones, con los pulgares tocándose ligeramente. También se pueden poner las manos descansando sobre las rodillas, recordando colocar las palmas hacia arriba durante el día y las palmas hacia abajo por la noche. La vestimenta debe ser confortable y apropiada, tomando en cuenta la temperatura de la habitación. Es aconsejable quitarse los zapatos, especialmente si meditamos sentados en el piso. No conviene meditar acostados.
Horario y regularidad: Es muy importante meditar todos los días a la misma hora y en el mismo lugar; de esta forma creamos un hábito que nos ayudará a realizar la práctica cada vez mejor. Si al llegar el horario no podemos estar en nuestro lugar habitual, realizaremos la práctica mentalmente donde estemos y recordaremos el estado de paz y armonía. El horario más adecuado para la meditación es el de la madrugada, cuando las actividades del día aún no han comenzado y por lo tanto no interfieren en nuestra práctica. Se aconseja comenzar la meditación entre las 3 y las 7 a.m., dependiendo del clima y las costumbres familiares. El horario de la noche es también asunto de costumbre: algunas personas utilizan la hora del crepúsculo y otras lo hacen antes de irse a dormir. No conviene meditar luego de las comidas, pues el proceso digestivo no favorece la actividad mental. No se bañen antes de meditar; porque el baño estimulará sus sentidos y se sentirán llenos de impulsos en todas direcciones.
Duración de la práctica: 10 ó 15 minutos son suficientes para el principiante, ya que es mejor practicar unos pocos minutos con plena atención a permitir que la mente se distraiga con otros pensamientos. La práctica podrá ser fácilmente extendida, de manera natural y espontánea, cuando se alcanza un estado de paz y armonía. Antes de sentarnos a meditar, todo deberá estar preparado, con la llama encendida y los objetos ordenados.
Alimentación: Es muy importante alimentarse correctamente pues somos lo que comemos. Se aconseja una dieta ligera y natural a base de cereales, harinas integrales, verduras y hortalizas, frutas, frutos secos, miel, etc. Una alimentación equilibrada y sana nos purifica naturalmente. Los alimentos enlatados, los procesados químicamente y los muy condimentados actúan negativamente sobre nuestra salud física y mental. También conviene evitar los tóxicos como las bebidas alcohólicas, cigarrillos, drogas, estimulantes y alucinógenos. Recordemos que también es alimento todo lo que nos llega a través de los sentidos; por ello, es aconsejable buscar buenas compañías, buenas lecturas, evitar lugares muy ruidosos así como espectáculos violentos. Antes de ingerir los alimentos podemos ofrecerlos a Dios, dando gracias con una plegaria, para que los bendiga, convirtiéndolos así en alimento para nuestra salud física y para nuestra evolución espiritual.
Algunas aclaraciones
- La práctica de la meditación nos mejora y nos purifica. ¿Qué podemos hacer nosotros con esa mejoría? Podemos servir a nuestro prójimo y nutrir nuestras vidas con la Verdad, la Acción Correcta, la Paz, el Amor y la No Violencia.
- ¿Qué hacer con los pensamientos que surgen en la mente? No hay que darles importancia, dejando que pasen por sí solos, sin reprimirlos mientras adoptamos la actitud de un testigo indiferente y dirigimos nuestra energía a retomar la práctica.
- No debemos detenernos en la búsqueda de poderes extrasensoriales, pues la meta a alcanzar debe ser de bienaventuranza.
- Cabe aclarar que la técnica de meditación es todo el proceso de realizar explicado en sus múltiples pasos y que el estado de meditación es un estado de dicha y bienaventuranza concedido por la Gracia Divina, en el cual uno se olvida de sí mismo, para fundirse con la Divinidad.
Ejercicio de visualización
La visualización consiste en formar imágenes mentales a voluntad. Para ejercitar esa capacidad natural vamos a utilizar una llama, pues es la forma de la luz en nuestro corazón espiritual, es la esencia de nuestro Ser y símbolo del Amor.
Miramos la llama que está frente a nosotros, observando cada uno de sus detalles, su forma, altura, colores, el calor que desprende, su luminosidad, etc. Luego de unos minutos cerramos los ojos y tratamos de reproducir la forma de la llama en nuestro entrecejo. Si no lo logramos, repetimos el ejercicio nuevamente, tantas veces como sea necesario para lograr la visualización.
Técnica de la Meditación en la Luz
Comenzamos la práctica pronunciando tres veces el OM (o múltiplos de 3) lentamente. El OM es el sonido primordial, fundamental, símbolo del Absoluto Universal.
El OM está compuesto de las letras A-U-M. La A emerge de la garganta, la U vibra sobre la lengua y la M termina en los labios.
Imaginamos frente a nosotros a nuestro Maestro espiritual o la forma bajo la cual adoramos a Dios. Esa forma radiante de luz y energía divina nos ilumina.
Le pedimos su guía y protección en esta práctica y nos encomendamos a Él con nuestras propias palabras o con una plegaria. Si no amamos una forma de Dios en especial, podemos sentir Su Presencia imaginando una luz potente, limpia y clara.
Luego muy calmados, respirando naturalmente por la nariz, sin forzar la respiración, llevamos la atención a cada inhalación y exhalación.
Comenzamos a repetir mentalmente el mantra SOHAM (la H suena como una J muy suave) de 3 a 5 minutos de la siguiente manera: inhalamos SO y exhalamos HAM.
SOHAM significa Yo Soy El, Yo soy uno con El, Yo soy el Uno, Yo soy Dios. Además es un mantra inherente al ser humano, que al respirar lo repite inconscientemente veintiún mil seiscientas veces por día afirmando de esa manera su unidad con Dios.
Llevamos la atención al entrecejo donde visualizamos la luz, con la forma de la llama de la vela. Si acostumbramos a adorar a Dios bajo una forma en especial (Cristo, Krishna, Buda, Sai Baba) o con una forma de la Naturaleza (flor, Sol, paisaje) podemos visualizar esa forma radiante de luz en el entrecejo.
Hagamos descender esa luz hasta el centro de nuestro corazón espiritual iluminando el camino. Cuando la luz entre en nuestro corazón, en el centro del pecho, imaginamos una flor de loto. Los pétalos se abren uno por uno, inundando de luz cada pensamiento y sentimiento, cada emoción e impulso y disipando la oscuridad. Imaginamos que la luz se vuelve más grande, más brillante y que ilumina las piernas, brazos y troncos.
Visualicemos la luz en nuestro corazón, como si tuviera millones de rayos, como un Sol que irradia su luz hacia todo el cuerpo. Esa luz purifica nuestra mente para que pensemos el bien, nuestros ojos para que veamos el bien, nuestro oídos para escuchar el bien, nuestra nariz para oler el bien y nuestra boca para hablar el bien.
Ahora nos hemos convertido en instrumentos de Luz, es decir de Amor, e imaginamos que la Luz brilla en nosotros cada vez más intensamente.
Dejemos que esta Luz de Amor brille a nuestro alrededor envolviéndonos, y que irradie de nosotros en círculos cada vez más grandes, envolviendo a nuestros familiares, a quienes amamos, a nuestros amigos, compañeros, a los extraños y aun a quien por error consideramos como enemigo, pues él tiene la misma luz en su corazón.
Seguimos irradiando la luz a toda la Humanidad, a todos los seres vivos, a toda la Creación.
Nosotros somos uno con la luz que lo contiene todo, con la luz que lo compenetra todo, con la luz que abarca toda la Creación.
Nosotros nadamos en esa inmensidad que es el Océano de Luz de Dios.
Agradecemos a Dios por habernos guiado en esta práctica, con nuestras propias palabras o con una plegaria.
Repetimos OM SHANTI SHANTI SHANTI sintiendo la paz dentro de nosotros.
"El proceso de meditar en la luz se tiene que entender como sigue: primero sientan que están en la luz, luego sientan que la luz está dentro de ustedes, después tengan la conciencia de que ustedes son la luz, ni más ni menos y sepan que la misma luz está en todos". (Sai Baba)
extraído de Meditación en la Luz,Sri Sathya Sai Books an Publications Trust. India
2006-08-26 15:06:27
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answer #1
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answered by NELLGIR 4
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