Historia del estornudo
El estornudo ha sido objeto de discusión ya
antes de los tiempos bíblicos, y su significado
cuestionado a lo largo de los siglos desde una
perspectiva supersticiosa y maniquea. Según
en qué épocas y en qué culturas, el estornudo
se ha considerado como un signo de salud o
de enfermedad.
Mientras muchas fuentes modernas e incluso
antiguas han considerado el efecto beneficioso
del estornudo e incluso sus aspectos terapéuticos,
otros lo han juzgado como un mal
presagio y relacionado con la enfermedad y el
Maligno. Así, según la tradición judía, en el
período antediluviano no existían ni la enfermedad,
ni las dolencias humanas, ni, por tanto,
el estornudo [1].
En efecto, la tradición hebrea explica que
Adán dio su primer estornudo cuando Eva le
ofreció la manzana para que la mordiera, lo
que él interpretó como un signo del Maligno
y un presagio de muerte. Desde Adán hasta
los tiempos del patriarca Jacob se conservó la
creencia de que, cuando alguien estornudaba,
el alma, que según la tradición asentaba en el
cerebro, se expelía fuera de la cabeza, y
anunciaba así su muerte. Se dice que Jacob
suplicó a Dios para que cambiara el orden de
las cosas, ya que no quería morir cuando estornudara.
Cuando Jacob era ya mayor, estaba
bendiciendo a su hijo cuando comenzó a
estornudar, y entonces rogó a Dios: ‘Dame
tiempo suficiente para terminar de bendecir a
mi hijo’ (Génesis 49:18). Dios atendió su ruego
y, desde entonces, según la tradición judía,
existe la costumbre de desear salud y felicidad
a aquel a quien se oye estornudar [2]. De
esta manera, tras el período patriarcal, como
la gente permanecía ya viva tras estornudar,
el estornudo comienza a considerarse como
un signo de salud e incluso como una ventaja
natural. Así, el Talmud menciona el estornudo
como uno de los numerosos mecanismos
fisiológicos que nos permiten recuperarnos
de los males (Tractate Berachot 57b) y como
una señal de curación: ‘Su estornudo significa
el comienzo de su curación’ (Job 41:10).
Igualmente según el Talmud, estornudar durante
la oración era un buen presagio, ya que
el estornudo era un placer enviado por Dios,
y si Dios hacía estornudar a uno, también
contestaría a sus rezos (Tractate Berachot
24b) [1,2]. En Reyes II 4:35 se describe cómo
el profeta Eliseo logra que resucite un muchacho,
el cual despierta tras haber estornudado
siete veces [1,2].
Según la mitología griega, fue Prometeo
quien introdujo el estornudo entre los mortales.
Prometeo había hecho una estatua a la que
deseaba dotar de vida. Para ello, robó un rayo
de luz al sol y, para que Zeus no descubriera
su delito, ocultó el rayo en su ‘tabaquera’. Un
día, olvidado ya de esto, fue a inhalar un poco
de ‘polvo de rapé’ y, por despiste, se clavó el
rayo en la nariz, lo que le produjo un violento
estornudo [3].
Durante la Grecia clásica, Aristóteles insistió
en la naturaleza sagrada del estornudo, a
diferencia de otros tipos de aires emanados del
organismo, como el flato o el eructo, ya que
sólo el estornudo procedía del principal y más
hondo y divino de los órganos, el que contiene
el espíritu: ‘Ton Ptarmon theon egoumetha
einai’ (Problemas 33:7) [3,4]. Entre los años
460-377 a. C., Hipócrates atribuye nuevamente
una interpretación dialéctica dualística al estornudo.
Según su criterio, estornudar podía
ser peligroso antes o después de las enfermedades
respiratorias, pero útil en otras dolencias
(Prognosticon 41:22) [5]. También, sin saberlo,
este médico describió por primera vez el
principio de inhibición recíproca al escribir en
sus aforismos que el ‘estornudo curaba el hipo
en una persona afectada por él’ (Aphorismus
6:13). Dioscórides (siglo I a. C.) señala cómo
durante la época de Valerius Flaccus se conocieron
casos de epilepsia tras abundantes estornudos
[5]. Soranus, otro antiguo médico de
la Grecia clásica, sugería la ingesta de eléboro
(Veratrum album), un ‘estornudador’, como un
tratamiento para la epilepsia. De hecho, este
médico puede considerarse como el primer autor
que hace referencia al estornudo como un
síntoma más de la epilepsia [6].
Durante la Edad Media, la historia del estornudo
se impregnó de la bien conocida aura
mística de la época. En efecto, entonces, cuando
la peste estaba muy extendida por toda
Europa y segaba vidas por doquier, el estornudo,
síntoma frecuente de la enfermedad, volvió
a considerarse como un signo ominoso de
que la persona estaba afectada por la plaga y
de que su muerte era inminente. Así, responder
a alguien que acababa de estornudar con la
expresión ‘Jesús’ o ‘salud’, tan extendida por
muchos países, constituía un signo de buena
educación, al desear, indirectamente, ‘que ese
estornudo no sea un presagio de enfermedad y
sí de salud’. Se cree que dichas expresiones
derivan de la expresión ‘Dios te bendiga’, popularizada
por el papa Gregorio VII el Grande
(540-604) durante la plaga de peste bubónica
que asaltó a Roma en los años 590-610, para
usarse cuando alguien oía estornudar a otro.
En esa época de apestados, decir al enfermo
‘Dios te bendiga’ significaba, sin duda, ‘Que
Dios te ayude’ [3,7,8]. Según otros, también
podría derivar de la expresión ‘Salve’, como
contestación entre los romanos cuando un ciudadano
estornudaba [7]. Prosit, bless you o zur
Gesund-heit eran otras bendiciones usadas
durante aquella época en diferentes países [7].
En la cultura judía, cuando las madres oían
estornudar a un hijo, rápidamente se apresuraban
a tirarle de la oreja al tiempo que exclamaban
‘salud’ (zum gesund), con el fin de prevenir
una catástrofe desconocida. Si el hijo volvía
a estornudar, debía entonces tirar de la otra
oreja, y exclamar también ‘crece y florece’
(zum wachsen un kwelln) [8].
Al contrario que la connotación negativa
en la cultura occidental durante la Edad Media,
el estornudo tenía un cariz opuesto en
otras culturas. Así, entre los hindúes lo demoníaco
no era estornudar, sino no poder hacerlo.
De esta manera, para esta cultura, uno de
los más importantes métodos de curación de
las enfermedades, pero principalmente de restauración
del humor, consistía en aplicar cocciones
de hierbas secas en la nariz, lo que, al
provocar el estornudo, ayudaba a expulsar la
flema desecada de la cabeza a través de la
nariz [7,9]. De forma similar, los curanderos
africanos creían que los enfermos mentales
tenían gusanos en la cabeza y que producían
unos cuerpos peludos que interferían en el
funcionamiento cerebral normal, de manera
que la manía o la depresión ocurrían cuando
los gusanos se despertaban y dormían, respectivamente.
En consecuencia, el tratamiento
de estos trastornos consistía en expulsar a
estos gusanos mediante medicinas que hacían
estornudar violentamente a los pacientes [10,
11]. Entre los aztecas, una de las modalidades
empleadas como un remedio para la cefalea
era la inhalación del ecucho (ecuchoton) o
‘planta estornutatoria’, cuyo nombre parece
incluso onomatopéyico; esta hierba estimulaba
el estornudo, lo que, según ellos, mejoraba
la cefalea [12].
Esta dialéctica maniquea en la interpretación
teleológica del estornudo parece haber
arraigado tanto en el inconsciente colectivo
que, según en qué cultura, estornudar puede
ser un importante síntoma psiquiátrico, tanto
por su presencia paroxística persistente como
por su ausencia pertinaz. Así, el estornudo paroxístico
persistente e intratable es una entidad
considerada como un síntoma de conversión
propio de mujeres adolescentes, que fue
descrito por primera vez por Shilkret en 1949,
y que es propio de la cultura occidental [13].
Por el contrario, la ‘asneezia’ (del inglés sneeze)
o incapacidad para estornudar sólo se ha
descrito como tal en pacientes psiquiátricos
hindúes como un síntoma de depresión involucional
endógena y de esquizofrenia [14].
La moderna concepción científica del estornudo
presenta la misma dualidad dialéctica:
cuando éste se presenta de forma aislada,
se considera un reflejo fisiológico de defensa
del aparato respiratorio; cuando se produce
repetidamente, es signo de un proceso patológico
y considerado un signo de amenaza. De
esta manera, la historia del estornudo es en
cierto modo fiel reflejo de la historia de la
humanidad y de sus vicisitudes culturales
temporales transitorias.
J.M. García-Moreno
2006-08-26 14:00:27
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answer #4
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answered by playanchino2006 4
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