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2006-08-24 12:15:36 · 19 respuestas · pregunta de Anonymous en Arte y humanidades Filosofía

19 respuestas

Yo creo que la humanidad no necesariamente tiene que tener un final horrible, debastador o desastroso como en esas películas del cine catástrofe o de guerras atómicas. Por qué no imaginar el fin de la humanidad como el comienzo de la vida en otras partes del univerzo, con una consciencia totalmente diferente del espacio que nos rodea?. Qué pasaria si siglos y siglos adelante en la historia de la humanidad todas las sociedades del mundo llegaran a entender que los conflictos, las guerras y los malos sentimientos solo llevan a más miseria y problemas sociales?, quizás entonces si todas las naciones y personas del mundo usara toda su capacidad para crear en vez de destruir, logremos desarrollar tecnologías tan avanzadas que nos lleven a otras partes del espacio/tiempo, a otros conocimientos superiores, e incluso a una forma de vida diferente a la humana. Tal vez entonces hasta ni siquiera consideremos necesaria la necesidad de engendrar y por ello la humanidad se extinga por si misma pero no para dar paso a la muerte sino al contrario, para abrir camino a la vida. Bueno todo esto parece una mezcla de una canción de John Lennon y filosofía New Age pero solo quise exponer una propuesta diferente hacia todo lo que el pensamiento colectivo llama "Fin". Saludos!

2006-08-24 12:25:58 · answer #1 · answered by Fran 6 · 0 0

DIIIIICENNNN QUE CON FUEGO PORQUE ANTES FUE CON AGUA.

2006-08-24 19:20:59 · answer #2 · answered by mmm 7 · 1 0

no creo que haya fin, si no transformacion, mutaremos en insectos ja ja

2006-08-24 19:18:33 · answer #3 · answered by pato argent 2 · 1 0

BUENO PARA EL FIN DEL MUNDO FALTAN 1007 AÑOS ,OSEA DESPUES DEL ARREBETAMIENTO DE LOS SANTOS AL CIELO Y NO SON TODOS TESTIGOS DE JEHOVA SINO DE TODAS LAS NACIONES AQUELLOS QUE VIVEN SANTAMENTE Y PIADOSAMENTE PARA DIOS ,SEGUN LA CRONOLOGIA Y ESCATOLOGIA CIENCIAS QUE ESTUDIAN EL TIEMPO Y ESCALA DE ACOTECIMIENTOS PROFETICOS DE LAS EDADES Y LOS TIEMPOS NOS ENSEÑAN QUE DESPUES DEL ARREBATAMIENTO HABRAN 7 AÑOS DE FIESTA EN EL CIELO CONOCIDA COMO LAS BODAS DEL CORDERO ,MIENTRAS EN LA TIERRA HABRA 3 AÑOS Y MEDIO DE PAZ MUNDIAL, Y LOS ULTIMOS 3AÑOS DE DIFICULTAD Y CAOS AL MUNDO DONDE TERMINARA CON LA TERCERA GUERRA MUNDIAL SEGUN ZACARIAS 14:1-21.Y REVELACIONES 19 1-9.AL21./ 20:1 AL10./20:11 AL 15.
2 PEDRO3:1 AL 18. LUEGO VENDRA EL GOBIERNO MILENARIO DE CRISTO REVELACIONES20:1 AL 10.YAL FINAL DE TODO ESTO VENDRA EL FIN DEL MUNDO. Y CREARA DIOS CIELOS NUEVOS Y TIERRA NUEVA .SI DECEAN SABER MAS DE ESTO PUEDES ESCRIBIRME AL CORREO ELECTRONICO VIDENTEDEDIOS@YAHOO.ES. GRACIAS DIOS TE BENDIGA.

2006-08-24 19:43:08 · answer #4 · answered by AGUILA REAL 3 · 0 0

No morirá, sino que se transformará.

Como dice Tomas G, encontraremos el camino para que el ser humano llegue a un equilibrio con la naturaleza y consigo mismo.

Llevamos solo unos pocos de miles de años (aprox. 5) con el pensamientos actual, de los varios millones que llevamos en la tierra. ¿Que será de nuestra manera de pensar dentro de... por ejemplo... otros 5 mil años más?

Al igual que la naturaleza ha alcanzado equilibrios, el reto del ser humano es también llegar a él, como lo han hecho plantas y animales.

Por ahora solo somos un "proyecto" inacabado, pero que solo puede tener un fin, si de verdad este universo tiene algún sentido.

2006-08-24 19:42:57 · answer #5 · answered by Mel Bezos 2 · 0 0

Muy bonito, muy divertido

2006-08-24 19:36:03 · answer #6 · answered by sarcastico_e_inmoral 5 · 0 0

Abra un final. Pero, ese final sera el principio de algo nuevo.

2006-08-24 19:34:15 · answer #7 · answered by Anonymous · 0 0

Pues este de de ser horrible y muy doloroso, pero no me preocupo mucho por ahora y trato de vivir lo que me quede de vida lo mejor posible, lo mismo te recomiendo. Suerte

2006-08-24 19:32:05 · answer #8 · answered by Yuniel B 3 · 0 0

Que concepcion tan equivocada, tienen los seres humanos, el fin del mundo llega a cada quien el dia de su muerte, y en tal cas de creer en eso me leeria el apocalipsis...

El Apocalipsis

Apocalipsis, esto es, Revelación de Jesucristo, se llama este misterioso Libro, porque en él domina la idea de la segunda Venida de Cristo (cf. 1, 1 y 7; I Pedro 1, 7 y 13). Es el último de toda la Biblia y su lectura es objeto de una bienaventuranza especial y de ahí la gran veneración en que lo tuvo la Iglesia (cf. 1, 3 y nota), no menos que las tremendas conminaciones que él mismo fulmina contra quien se atreva a deformar la sagrada profecía agregando o quitando a sus propias palabras (cf. 22, 18).

Su autor es Juan, siervo de Dios (1, 2) y desterrado por causa del Evangelio a la isla de Patmos (1, 9). No existe hoy duda alguna de que este Juan es el mismo que nos dejó también el Cuarto Evangelio y las tres Cartas que en el Canon llevan su nombre. "La antigua tradición cristiana (Papías, Justino, Ireneo, Teófilo, Cipriano, Tertuliano, Hipólito, Clemente Alejandrino, Orígenes, etc.) reconoce por autor del Apocalipsis al Apóstol San Juan" (Schuster-Holzammer).

Vigouroux, al refutar a la crítica racionalista, hace notar cómo este reconocimiento del Apocalipsis como obra del discípulo amado fue unánime hasta la mitad del siglo III, y sólo entonces "empezó a hacerse sospechoso" el divino Libro a causa de los escritos de su primer opositor Dionisio de Alejandría, que dedicó todo el capítulo 25 de su obra contra Nepos a sostener su opinión de que el Apocalipsis no era de S. Juan "alegando las diferencias de estilo que señalaba con su sutileza de alejandrino entre los Evangelios y Epístolas por una parte y el Apocalipsis por la otra". Por entonces "la opinión de Dionisio era tan contraria a la creencia general que no pudo tomar pie ni aún en la Iglesia de Alejandría, y S. Atanasio, en 367, señala la necesidad de incluir entre los Libros santos al Apocalipsis, añadiendo que "allí están las fuentes de la salvación". Pero la influencia de aquella opinión, apoyada y difundida por el historiador Eusebio, fue grande en lo sucesivo y a ella se debe el que autores de la importancia de Teodoreto, S. Cirilo de Jerusalén y S. Juan Crisóstomo en todas sus obras no hayan tomado en cuenta ni una sola vez el Apocalipsis (véase en la nota a 1, 3 la queja del 4o. Concilio de Toledo). La debilidad de esa posición de Dionisio Alejandrino la señala el mismo autor citado mostrando no sólo la "flaca" obra exegética de aquél, que cayó en el alegorismo de Orígenes después de haberlo combatido, sino también que, cuando el cisma de Novaciano abusó de la Epístola a los Hebreos, los obispos de Africa adoptaron igualmente como solución el rechazar la autenticidad de todo ese Libro y Dionisio estaba entre ellos (cf. Introducción a las Epístolas de S. Juan). "S. Epifanio, dice el P. Durand, había de llamarlos sarcásticamente (a esos impugnadores) los Alogos, para expresar, en una sola palabra, que rechazaban el Logos (razón divina) ellos que estaban privados de razón humana (a-logos)". Añade el mismo autor que el santo les reprochó también haber atribuido el cuarto Evangelio al hereje Cerinto (como habían hecho con el Apocalipsis), y que más tarde su maniobra fue repetida por el presbítero romano Cayo, "pero el ataque fue pronto rechazado con ventaja por otro presbítero romano mucho más competente, el célebre S. Hipólito mártir".

S. Juan escribió el Apocalipsis en Patmos, una de las islas del mar Egeo que forman parte del Dodecaneso, durante el destierro que sufrió bajo el emperador Domiciano, probablemente hacia el año 96. Las destinatarias fueron "las siete Iglesias de Asia" (Menor), cuyos nombres se mencionan en 1, 11 (cf. nota) y cuya existencia, dice Gelin, podría explicarse por la irradiación de los judíos cristianos de Pentecostés (Hech. 2, 9), así como Pablo halló en Éfeso algunos discípulos del Bautista (Hech. 19, 2).

El objeto de este Libro, el único profético del Nuevo Testamento, es consolar a los cristianos en las continuas persecuciones que los amenazaban, despertar en ellos "la bienaventurada esperanza" (Tito 2, 13) y a la vez preservarlos de las doctrinas falsas de varios herejes que se habían introducido en el rebaño de Cristo. En segundo lugar el Apocalipsis tiende a presentar un cuadro de las espantosas catástrofes y luchas que han de conmover al mundo antes del triunfo de Cristo en su Parusía y la derrota definitiva de sus enemigos, que el Padre le pondrá por escabel de sus pies (Hebr. 10, 13). Ello no impide que, como en los vaticinios del Antiguo Testamento y aún en los de Jesús (cf. p. ej. Mt. 24 y paralelos), el profeta pueda haber pensado también en acontecimientos contemporáneos suyos y los tome como figuras de lo que ha de venir, si bien nos parece inaceptable la tendencia a ver en estos anuncios, cuya inspiración sobrenatural y alcance profético reconoce la Iglesia, una simple expresión de los anhelos de una lejana época histórica o un eco del odio contra el imperio romano que pudiera haber expresado la literatura apocalíptica judía posterior a la caída de Jerusalén. A este respecto la reciente Biblia de Pirot, en su introducción al Apocalipsis, nos previene acertadamente que "autores católicos lo han presentado como la obra de un genio contrariado... a quien circunstancias exteriores han obligado a librar a la publicidad por decirlo así su borrador" y que en Patmos faltaba a Juan "un secretario cuyo cálamo hubiese corregido las principales incorrecciones que salían de la boca del maestro que dictaba". ¿No es esto poner aun más a prueba la fe de los creyentes sinceros ante visiones de suyo oscuras y misteriosas por voluntad de Dios y que han sido además objeto de interpretaciones tan diversas, históricas y escatológicas, literales y alegóricas pero cuya lectura es una bienaventuranza (1, 3) y cuyo sentido, no cerrado en lo principal (10, 3 y nota), se aclarará del todo cuando lo quiera el Dios que revela a los pequeños lo que oculta a los sabios? (Lc. 10, 21). Para el alma "cuya fe es también esperanza" (I Pedro 1, 19), tales dificultades, lejos de ser un motivo de desaliento en el estudio de las profecías bíblicas, muestran al contrario que, como dice Pío XII, deben redoblarse tanto más los esfuerzos cuanto más intrincadas aparezcan las cuestiones y especialmente en tiempos como los actuales, que los Sumos Pontífices han comparado tantas veces con los anuncios apocalípticos (cf. 3, 15 s. y nota) y en que las almas, necesitadas más que nunca de la Palabra de Dios (cf. Am. 8, 11 y nota), sienten el ansia del misterio y buscan como por instinto refugiarse en los consuelos espirituales de las profecías divinas (cf. Ecli. 39, 1 y nota), a falta de las cuales están expuestas a caer en las fáciles seducciones del espiritismo, de las sectas, la teosofía y toda clase de magia y ocultismo diabólico. "Si no le creemos a Dios, dice S. Ambrosio, ¿a quién le creemos?".

Tres son los sistemas principales para interpretar el Apocalipsis. El primero lo toma como historia contemporánea del autor, expuesta con colores apocalípticos. Esta interpretación quitaría a los anuncios de S. Juan toda su trascendencia profética y en consecuencia su valor espiritual para el creyente. La segunda teoría, llamada de recapitulación, busca en el libro de S. Juan las diversas fases de la historia eclesiástica, pasadas y futuras, o por lo menos de la historia primera de la Iglesia hasta los siglos IV y V, sin excluir el final de los tiempos. La tercera interpretación ve en el Apocalipsis exclusivamente un libro profético escatológico, como lo hicieron sus primeros comentadores e intérpretes, es decir S. Ireneo, S. Hipólito, S. Victorino, S. Gregorio Magno y, entre los posteriores modernos, Ribera, Cornelio a Lápide, Fillion, etc. Este concepto, que no excluye, como antes dijimos, la posibilidad de las alusiones y referencias a los acontecimientos históricos de los primeros tiempos de la Iglesia, se ha impuesto hoy sobre los demás, como que, al decir de Sickenberger, la profecía que Jesús revela a S. Juan "es una explanación de los conceptos principales del discurso escatológico de Jesús, llamado el pequeño Apocalipsis".

Debemos además tener presente que este sagrado vaticinio significa también una exhortación a estar firmes en la fe y gozosos en la esperanza, aspirando a los misterios de la felicidad prometida para las Bodas del Cordero. Sobre ellos dice S. Jerónimo: "el Apocalipsis de S. Juan contiene tantos misterios como palabras; y digo poco con esto, pues ningún elogio puede alcanzar el valor de este Libro, donde cada palabra de por sí abarca muchos sentidos". En cuanto a la importancia del estudio de tan alta y definitiva profecía, nos convence ella misma al decirnos, tanto en su prólogo como en su epílogo, que hemos de conservar las cosas escritas en ella porque "el momento está cerca (1, 3; 22, 7). Cf. I Tes. 5, 20; Hebr. 10, 37 y notas. "No sea que volviendo de improviso os halle dormidos. Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: ¡Velad! (Marc. 13, 36 s.). A "esta vela que espera y a esta esperanza que vela" se ha atribuido la riqueza de la vida sobrenatural de la primitiva cristiandad (cf. Sant. 5, 7 y nota).

En los 404 versículos del Apocalipsis se encuentran 518 citas del Antiguo Testamento, de las cuales 88 tomadas de Daniel. Ello muestra sobradamente que en la misma Biblia es donde han de buscarse luces para la interpretación de esta divina profecía, y no es fácil entender cómo en visiones que S. Juan recibió transportado al cielo (4, 1 s.) pueda suponerse que nos haya ya dejado, en los 24 ancianos, "una transposición angélica de las 24 divinidades babilónicas de las constelaciones que presidían a las épocas del año", ni cómo, en las langostas de la 5a. trompeta, podría estar presente "la imaginería de los centauros", etc. Confesamos que, estimando sin restricciones la labor científica y crítica en todo cuanto pueda allegar elementos de interpretación al servicio de la Palabra divina, no entendemos cómo la respetuosa veneración que se le debe pueda ser compatible con los juicios que atribuyen al autor incoherencias, exageraciones, artificios y fallas de estilo y de método, como si la inspiración no le hubiese asistido también en la redacción, si es verdad que, como lo declara el Concilio Vaticano, confirmando el de Trento, la Biblia toda debe atribuirse a Dios como primer autor.

2006-08-24 19:30:11 · answer #9 · answered by raajjye18 3 · 0 0

no habrá fin ni destrucción DIOS no lo´permitirá ya que este planeta luz estrella tierra fue creado por el con todo el amor y pasión ,,tal vez seguirán los cambios que nosotros mismos hemos propiciado por la mala cabeza que tenemos y muchos seres seguirán marchándose pero llegara un momento sobre todo por esta niños índigos que crecen que harán de este planeta un lugar hermosos así el padre lo ha dispuesto tal vez muchos de nosotros no disfrutemos ese paraíso hermoso en que se convertirá mas adelante pero nuestros nietos o bisnietos si tenlo por seguro...lo que debemos es pensar en que hacer para sanarla ella siente esta viva y sufre por todo el daño que le hacemos debemos organizarnos y ayudar a sanar todo el daño q le hacemos..se empieza por cambiar nuestras aptitudes y pensamientos ..nunca morirá es algo creado por el padre ...

2006-08-24 19:27:36 · answer #10 · answered by sol2198 2 · 0 0

Ya estamos viviendo "la agonia",dia a dia con depredacion ,guerras,fenomenos climaticos impredeciblesy sin precedentes,enfermedades sin antidotos,ya el mundo se nos esta yendo de las manos..................no podemos parar el final mas que nosotros mismos,dia a dia colaboramos para que ese dia llegue mas rapido,lo siento no es alentadora mi respuesta ,lo se ,pero es la dura realidad de nuestra ecologia ,besos

2006-08-24 19:26:54 · answer #11 · answered by evolution 2 · 0 0

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