Sistema electoral, democracia y construcción socialista en Cuba
Dr. Jesús Pastor García Brigos.
Instituto de Filosofía, CITMA Cuba.
En este año 2005 de nuevo se celebran elecciones en Cuba... ¡y aún existen personas fuera de ella que no saben siquiera que en nuestro país se hacen elecciones!
Tal desconocimiento no sería tan grave, o mejor dicho, pudiera ser comprensible, porque la realidad del mundo actual, de la “libertad de información” bien neoliberal, es que con respecto a Cuba se conocen muy pocas cosas de las que realmente marcan la vida de este pequeño país.
Esto, claro, no es solo una “atención preferente” hacia Cuba,- aunque hay buena dosis de ello-: la libertad de información del mundo actual es precisamente que todos tengan “bastante información”...sobre lo que al orden hegemónico le hace falta que se sepa... ¡y Cuba no es de las cosas que ese orden tiene interés en dar a conocer!
O, más bien, no son todas las cosas de Cuba las que esos intereses desean que se conozcan.
Lo grave de verdad es que muchos de los que no saben, repiten, -apoyados en la “información” que tienen-, que en Cuba hacen falta elecciones libres, como parte de un discurso cuyos códigos han logrado penetrar incluso las mentes de muchos amigos del proceso revolucionario cubano, conformando un mensaje tan bien definido como mal intencionado: la ausencia de democracia en Cuba.
Si en algo tienen razón, todos, amigos y enemigos, es que el tema de las elecciones y la democracia están estrechamente relacionados. Aunque quizás no estén de acuerdo con nosotros en que la relación no es tan simplista como de hecho se presenta incluso en los planteamientos de importantes teóricos, que reducen el contenido de la democracia al proceso formal de seleccionar los representantes en el aparato estatal electivo, a las elecciones.
El tema de la democracia en Cuba indiscutiblemente se halla muy ligado al tema de las elecciones. O, para ser más precisos, al tema del sistema electoral, pilar de los procesos democráticos en todos los tiempos. Y los cubanos estamos en la obligación de plantearlo con el rigor que merece en todas las tribunas posibles.
Y estamos en la disposición de establecer el necesario diálogo… pero necesariamente un diálogo . Y, sobre todo, sin verdades “ a priori ”.
Sin verdades a priori , como única vía para un debate serio, más allá de los discursos sobre la democracia en abstracto , a los que nos tiene tan acostumbrados mucha literatura, que no hace más que ocultar, por ignorancia o con toda intención, los elementos substanciales que es imprescindible analizar a la hora de estudiar la vinculación de los individuos al proceso de producción de su propia vida social, que es lo que debe estar en el fondo del propio concepto de democracia.
Proponemos hoy algunas ideas sobre el tema del sistema electoral cubano actual , con las que pretendemos solamente aportar a un debate muy necesario, al diálogo imprescindible entre los cubanos interesados en el perfeccionamiento de nuestro proceso de construcción socialista, y con las personas honestas que desean conocer a Cuba, y que desean de verdad un mundo diferente, donde hablar de democracia tenga algún sentido, porque el mejoramiento humano sea efectivamente el centro de interés de todas las reflexiones y las acciones prácticas.
Democracia, sistema electoral, elecciones y Revolución en Cuba
Vamos a hablar de sistema electoral y elecciones. Pero ante todo tenemos que estar de acuerdo en que hablar de sistema electoral y elecciones en abstracto, sin hablar de para qué son estos importantes componentes del proceso político democrático, es tan anticientífico, y en definitiva poco serio, como hablar de democracia en abstracto.
Es que por algo la sociedad es un sistema, y un sistema bastante complejo por cierto, en constante desarrollo.
Sistema electoral, elecciones, democracia, gobierno, gobernabilidad, libertad, igualdad,... son términos, de diferente alcance conceptual, pero que hace algún tiempo ya se ha hecho “tradicional” ver muy ligados entre sí. Como “tradicional” se ha hecho ya, ver los contenidos que se expresan a través de estos términos, solo en relación con las formas de organizar la dirección del proceso social desarrolladas “más o menos próximas” a los ideales liberales que impulsaba la burguesía en su etapa histórica como fuerza revolucionaria progresista. Verlos hipostasiadamente solo en su concepción más abstracta liberal, bien alejada de las expresiones cotidianas incluso de esas mismas “democracias liberales” reales.
Y, en cualquier caso, bien alejada de la radicalmente diferente realidad cubana.
Cuba está enfrentando un desarrollo transformador que busca llevar la sociedad por cauces que posibiliten un nuevo estadio en la relación individuo –sociedad: la transformación comunista de la sociedad, como proceso de verdadera “ emancipación humana” /Marx/.
Y ya en este momento de la exposición de nuestras ideas resulta imposible ignorar que se introduce en el debate un concepto de trascendental importancia práctica: la transformación comunista como proceso.
El socialismo (comunismo) - como llamaban indistintamente Marx y Engels a la sociedad que necesariamente sustituirá al sistema de relaciones del capital - no puede ser visto como un “estadio de llegada” que se alcanza como algo acabado y definitivo en determinado momento del proceso de transformaciones. Tiene que ser visto como un modo de desarrollo histórico esencialmente diferente , resultado de un cambio revolucionario radical como no ha ocurrido en toda la etapa de desarrollo clasista de la humanidad, que por su propia profundidad y alcance es irreducible a un acto históricamente limitado en el tiempo o a determinadas facetas del proceso de producción y reproducción de la vida social; es una ruptura con un modo de desarrollo cuya esencia ha permanecido a través de los cambios parciales entre formaciones económico sociales y dentro de ellas, que al mismo tiempo que destruye, tiene que conservar lo positivo alcanzado por la humanidad en los miles de años transcurridos desde el esclavismo hasta el sistema totalizador y esclavizante del capital y construir el nuevo sistema de relaciones sociales , el nuevo sistema para la producción y reproducción de la vida social, esencialmente diferente al anterior.
Por eso es tan compleja la “construcción del socialismo”, y sería mejor hablar incluso de “construcción socialista” (comunista), para ya desde el primer momento evitar los riesgos que han llevado a poner camisas de fuerza a la realidad, identificando reduccionistamente la nueva sociedad con determinados rasgos más o menos voluntaristamente definidos de antemano, incurriendo en última instancia en las mismas deformaciones del genial pero limitado Hegel, o del más contemporáneo aunque mucho menos genial Fukuyama con su “fin de la historia”.
El paso a este nuevo estadio no es un proceso simple. Y sobre todo, no es un proceso que esté descrito en ningún texto.
Es, como acertadamente ha planteado el compañero Raúl Castro, Segundo Secretario de nuestro Partido Comunista, “ un viaje a lo ignoto ”. Pero con “un Norte” muy bien definido – una sociedad en la cual el pleno y libre desarrollo de todos y cada uno de los individuos sea premisa, a la vez que resultado de, el pleno y libre desarrollo de la sociedad como un todo. Y necesariamente avanzando hacia ese Norte con una brújula muy precisa: la obra de Marx, Engels, y Lenin, enriquecida con lo mejor del pensamiento revolucionario cubano y universal hasta nuestros días.
Marx y Engels supieron encontrar el fundamento científico de la necesidad histórica de este paso, y de la esencia que habrá de caracterizarlo. Pero era imposible que describieran los detalles de cómo sería el salto, y mucho menos de cómo sería ese nuevo modo de desarrollo, precisamente porque eran científicos y no especuladores. Lenin, en condiciones muy peculiares, pudo, desde la práctica política, brindar importantes contribuciones a la teoría de la transición, y los rasgos de la nueva sociedad. Y el pensamiento revolucionario, en medio de múltiples conflictos y de las naturales contradicciones del desarrollo científico, ha continuado la construcción de la indispensable fundamentación teórica, en cuyo trabajo los cubanos sentimos la gran responsabilidad de contribuir. Especialmente en lo concerniente a la forma de organización del nuevo poder público, a la esencia de la organización y los modos y formas del proceso de dirección social.
Y ahí están los temas de la democracia y las elecciones dentro del ejercicio de la democracia política , en los que hay mucho de que hablar, pero aún mucho más que hacer.
Como todas las democracias que han existido y existirán, la democracia cubana es una forma de organizar el gobierno de una parte de la sociedad sobre el resto y sobre sí misma. Es una forma de organizar el proceso político, que se establece y funciona sobre la condición objetiva de que existe una distinción entre dirigentes y dirigidos, entre gobernantes y gobernados, de lo cual se deriva la ineludible necesidad de los mecanismos de representación, selección, legitimación, etc. Distinción entre dirigentes y dirigidos que, en tanto exista la división social jerárquica del trabajo, y con ella las clases sociales, estará marcada por las desiguales posiciones ocupadas por los individuos en este proceso de acuerdo a su condición en la jerarquía social, en el proceso de producción y reproducción de la vida humana, y será siempre una forma de organizar el gobierno de una clase o alianza entre ellas, sobre el resto y sobre sí misma.
Pero a diferencia de las "tradicionales" democracias, la cubana, como democracia durante la construcción socialista, - como democracia para acabar con “toda democracia”/Marx/, como forma de organización del poder público para negar la división social jerárquica del proceso de producción y reproducción de la vida social y con ellos las clases, como expresión de la política en su tránsito de actividad asociada al ejercicio del poder público a organización del poder social en un proceso emancipatorio verdaderamente “humano”/Marx/, - tiene que garantizar ante todo el efectivo involucramiento al proceso de trasformaciones de todos los individuos interesados en llevar adelante el nuevo modo de desarrollo.
Al mismo tiempo, como democracia moderna, tiene que hacer uso de estructuras y mecanismos complejos para materializar ese involucramiento, combinando modos directos e indirectos.
Y es aquí donde ya resulta evidente lo indispensable de garantizar el acceso de los individuos a los órganos para el ejercicio del poder, en particular a través del instituto político peculiar que es el estado, como sistema de órganos, normas y principios de funcionamiento que alcanza a todos los individuos de la sociedad con sus decisiones de obligatorio cumplimiento para todos en un sistema democrático. Y específicamente, como momento mediador dentro de ese acceso, la importancia de la selección y el funcionamiento de representantes efectivos y eficientes de los ciudadanos, su sistémica y permanente interacción con quienes son representados, que garantice la efectiva representación sobre la base de su representatividad, sistemáticamente legitimada en primer lugar a través del control de los representantes por los representados.
Estamos ante un aspecto que resulta fundamento indispensable para que los órganos estatales del Estado revolucionario durante la construcción comunista – que Marx, Engels y Lenin identificaron como “dictadura revolucionaria del proletariado”- garanticen el Gobierno de la sociedad con la cualidad que se requiere durante la etapa de tránsito formacional que constituye esta construcción, con el contenido nuevo de la actividad de gobernar, cuyo objetivo estratégico es el paso del gobierno como actividad política dentro de una sociedad dividida en clases, al autogobierno social comunista : el gobierno de la vida social que se reproduce con una naturaleza esencialmente nueva, el gobierno social durante un modo de desarrollo sobre nuevas bases. El gobierno del Estado que, a diferencia de todos los tipos históricos anteriores, se fortalece para extinguirse , en la medida que se consolida el autogobierno social comunista
Tratar estos temas para el proceso de transformación comunista de la sociedad plantea muchos desafíos. Uno que no se puede subestimar está vinculado a que se está trabajando con categorías elaboradas para describir procesos de naturaleza esencialmente diferente a los que han sido objeto de atención durante miles de años de desarrollo social clasista. Esto podría enfrentarse elaborando nuevos conceptos, o reelaborando el contenido de los habituales aún cuando se mantuviera el término. Pero en todo caso, se añade un ingrediente nada despreciable: se trata de hacer teoría sobre un proceso al mismo tiempo que se está desarrollando, siendo parte del mismo, y, por lo tanto, resulta inevitablemente una teoría muy directamente comprometida con la práctica cotidiana, una práctica que, por más señas, es un proceso radicalmente diferente a todos los tránsitos sociales que han tenido lugar anteriormente.
No vamos aquí a extendernos en reflexiones necesarias, sobre las que muchos venimos trabajando hace tiempo. Vamos a tratar de ir a cuestiones bien específicas, que son las que han motivado este trabajo: la democracia y el proceso electoral como parte de su ejercicio en la actividad política durante la construcción socialista cubana.
Democracia moderna y socialismo
La democracia moderna y el desempeño de representantes a los órganos de poder constituyen un binomio inseparable. Y la sociedad socialista se construye en el complejo mundo de esa modernidad (¿y “post”?), sobre bases reales, aunque con nuevos objetivos y por consiguiente nuevos métodos y rasgos esencialmente diferentes.
Se trata, entre otros importantes aspectos, de una democracia tal que sus representantes electos tienen que ser mucho más que simples representantes; mucho más que simples portadores de un mandato, en los cuales se delega responsabilidad y autoridad.
Por eso en esta forma de organización del gobierno que construye la sociedad cubana, el sistema electoral y en particular el proceso de elecciones a los órganos estatales representativos, tienen que ocupar un lugar muy importante, mucho más importante que el que ocupan en las tradicionales democracias liberales... aún cuando los teóricos que las fundamentan llegan casi a reducir la esencia del proceso democrático al acto de elecciones.
Lamentablemente, no todos con la claridad de un Samuel Huntington, quien en su libro "La tercera ola" [1], reconoce que:
"Democracia no significa que los problemas serán resueltos; significa que los dirigentes (rulers) pueden ser cambiados; y la esencia del comportamiento democrático es el hacer esto último porque es imposible hacer lo anterior...La democracia resulta consolidada cuando el pueblo aprende que la democracia es una solución al problema de la tiranía, pero no necesariamente a algo más".
Y es verdad que se puede coincidir con ese autor: en esas democracias, dentro de esos marcos, no se puede más.
Y por eso Cuba emprendió otro camino.
El gobierno del Estado y sus transformaciones en la Cuba revolucionaria
Con el triunfo de enero de 1959 y la ascensión al poder de las fuerzas revolucionarias, se planteó ante el proceso transformador la doble tarea de destruir todo lo negativo vinculado al régimen anterior y al modo de reproducción del capital que definía su naturaleza, y a la vez construir un nuevo orden social. Y dentro del conjunto de tareas constructivas de ese nuevo orden social, ha sido y es un problema cardinal la organización del sistema estatal y su correspondiente gobierno de la sociedad, de modo tal que en todo momento responda al progreso en la consecución de los objetivos del nuevo modo de desarrollo social.
Desde los primeros momentos del poder revolucionario se crearon nuevas estructuras para el desarrollo del Gobierno de la Nación y, en particular, para la administración de los recursos estatales, los cuales rápidamente adquirieron importancia significativa como consecuencia del intenso proceso de nacionalizaciones y estatalización en general.
En el aspecto que nos interesa, el proceso de desarrollo de la democracia política cubana, y dentro de ella el sistema electoral y las elecciones como momento de su ejercicio, es importante como las estructuras y los mecanismos creados desde los primeros momentos se dirigían cada vez más a ampliar la base popular de la gestión de Gobierno. Pero es importante profundizar en las características de esas estructuras y mecanismos, en tanto parte de un todo que materializaba el vínculo de las mayorías con el poder, su participación en las funciones estatales.
Como rasgo muy significativo estos primeros años se caracterizaron por un amplio uso de los mecanismos de democracia directa. A partir de las peculiaridades del proceso cubano en cuanto a la presencia de un líder principal de amplio arraigo, y en general de un vínculo muy estrecho de los dirigentes del proceso con las masas dirigidas, las principales decisiones estatales se tomaban mediante mecanismos de consulta popular directa, en Asambleas Populares y otros mecanismos de intercambio dirección-pueblo.
En específico esto jugó un papel muy importante con respecto al lugar que ocuparían las elecciones en el proceso revolucionario cubano.
Como analiza detalladamente en su libro “Democracy in Cuba and the 1997 –98 Elections” el profesor canadiense Arnold August[2], en la Cuba revolucionaria del 59 y los años sesenta, no se celebraron elecciones para integrar a todos los niveles las estructuras estatales y de gobierno creadas[3], respondiendo en su esencia a una voluntad popular reiteradamente expresada en múltiples consultas masivas de los principales dirigentes del proceso, especialmente de Fidel Castro. Y una voluntad popular fundada no en lo que se podría interpretar como sentimientos de puro radicalismo revolucionario, sino en un rechazo a los mecanismos de engaño y traición a la voluntad popular que históricamente habían sido los procesos de elecciones en la Cuba neocolonial.
Era necesario tiempo para borrar esa asociación tan objetivamente fundamentada; para poder gestar los nuevos mecanismos, que respondieran efectivamente a la esencia de la nueva sociedad en construcción.
Y, por otra parte, lo que para el ejercicio del poder requiriera en cuanto a representantes, lo tenía la sociedad cubana sin dificultad en un proceso de promoción revolucionaria con representantes sistemática y efectivamente legitimados en las luchas de los cercanos años de la insurrección y de las confrontaciones directas con un enemigo bien identificado que se mostraba abiertamente a diario en todos los frentes.
En los primeros años del proceso de transformaciones cubano, los mecanismos de democracia directa, en particular la toma de decisiones en consultas populares masivas en asambleas, ocuparon un lugar central en el funcionamiento del nuevo Estado, marcando su carácter revolucionario y progresista hacia una nueva naturaleza, en correspondencia con el tipo de tareas que se enfrentaban.
Mas no fue esta la única vía de participación popular en las funciones estatales.
Además de las funciones de organización de la sociedad que se desarrollaron desde los primeros momentos mediante diversas organizaciones, el proceso cubano se caracteriza por tener en manos del pueblo la función de la defensa, una de las principales funciones estatales de cualquier sociedad. Desde el triunfo de la revolución, en una solución de continuidad integradora, esta función se desarrolla sobre la base del Ejército Rebelde, - brazo armado de la revolución, de origen e integración genuinamente populares, que después de derrocada la tiranía se convirtió en el germen de las Fuerzas Armadas Revolucionarias-, y las Milicias Nacionales Revolucionarias, con el apoyo y la activa participación de las organizaciones de masas y sociales. De significativo papel en la defensa del país y en el cumplimiento de las funciones de orden interior inherentes al Estado, también desde los primeros momentos se constituyeron la Policía Nacional Revolucionaria y los Órganos de la Seguridad del Estado, a partir de los miembros del Ejército Rebelde y pueblo en general, lo cual los convertía en institutos armados de amplia base popular.
Los primeros años de la Revolución fueron años de cambios muy rápidos y radicales en la organización y funcionamiento de la sociedad cubana, sobre todo de su sistema de gobierno. Pero si algo se puede afirmar sin temor a equivocación es la amplia base popular, la estrecha relación de las masas con la gestión estatal de dirección de la sociedad.
En lo concerniente específicamente a los mecanismos especializados de la organización del Gobierno de la sociedad, se marcha según la orientación del nuevo tipo de democracia en establecimiento: la ampliación progresiva de la participación popular en la gestión, buscando atenerse siempre a las peculiaridades de cada momento histórico.
Durante una primera etapa el sistema de organización, tanto las estructuras como los mecanismos de funcionamiento, debían responder - como dijera el compañero General de Ejército Raúl Castro en su intervención el 22 de agosto de 1974 al clausurar el seminario a los delegados a las Asambleas Municipales en el inicio de la experiencia en Matanzas- a un aparato ágil, operativo, que ejerciera la dictadura en representación del pueblo trabajador, que concentrara las facultades legislativas, ejecutivas y administrativas a la vez en un mismo órgano y que pudiese tomar decisiones rápidas sin muchas dilaciones. Para estos fines se estableció una organización central, el Gobierno de la Nación, con sus instancias provinciales y municipales. Estas instancias municipales y provinciales eran gobiernos encabezados por comisionados, designados por el Ministro de Gobernación, que tenían las funciones que antes correspondían a los alcaldes y concejales.
Esto dura así hasta el año 1961 cuando los gobiernos municipales son sustituidos por las Juntas de Coordinación, Ejecución e Inspección (JUCEI), en busca de lograr una adecuada coordinación de las representaciones de los organismos de la administración central y del Estado en las localidades y mantener un mayor control de la utilización de los recursos del país en todo el territorio nacional, sobre la base de un gobierno local capaz de coordinar la actividad de las dependencias estatales que habían asumido las distintas actividades económicas y sociales producto del intenso proceso nacionalizador de los dos primeros años de la revolución.
Estas JUCEI estaban integradas por representantes de las organizaciones políticas y de masas y de las delegaciones de los organismos de la administración central del Estado del territorio. Desde el punto de vista de la participación popular en la gestión estatal, es significativo que las JUCEI incorporaban las masas a las labores de Gobierno a través de los representantes de las organizaciones que formaban parte de las juntas a los diferentes niveles.
En el año 1966 las JUCEI fueron sustituidas por las Administraciones Locales.
Esta nueva forma de organización de los Gobiernos locales perseguía avanzar en la participación orgánica y sistemática de la población en la actividad estatal; es decir, consolidar el proceso de convertir a la población en sujeto de la actividad del Estado de modo que la relación Estado-pueblo fuese orgánica y sistemática, y con el nuevo contenido propio del sistema de relaciones sociales socialistas en establecimiento.
Las Administraciones Locales eran dirigidas por un Comité Ejecutivo integrado por un presidente y los secretarios (que en las provincias y regiones eran dos: administrativo y económico, y en los municipios dependía su número del tamaño del municipio), y los secretarios generales de las organizaciones de masas.
En los municipios aparece además un elemento nuevo, importante portador de potencialidades superiores en cuanto a la participación popular en la labor de Gobierno: formaban parte también de este Comité Ejecutivo 10 delegados elegidos por la población, seleccionados en asambleas de los centros de trabajo y barrios . En las provincias y regiones, integraban además el Comité Ejecutivo los presidentes de las instancias municipales y regionales respectivamente.
Esta nueva institución del delegado electo directamente por la población, incorpora un importante elemento de participación popular en los mecanismos asociados a la gestión de gobierno, que ya no sería abandonado en el desarrollo de ulteriores formas representativas. Entre sus funciones los delegados municipales encabezarían comisiones de trabajo para auxiliar a las administraciones y a las entidades a su cargo en el cumplimiento de sus responsabilidades.
Otro importante elemento en la democracia cubana, de indiscutible trascendencia a los efectos de la gobernabilidad en el sistema, como momento de relegitimación sistemática de los representantes y en general las estructuras integradas electivamente, aparece en busca de su inserción orgánica definitiva en la actividad política estatal cubana, con los órganos de las Administraciones Locales: la rendición de cuenta.
Las Administraciones Locales debían realizar semestralmente rendiciones de cuenta ante toda la población en cada uno de los municipios. En ellas los dirigentes de la administración informaban al pueblo de los resultados de su gestión y las principales tareas a realizar en la etapa siguiente. Estas asambleas fueron un medio para incorporar la población a la ejecución de tareas a cargo de las administraciones locales, ejemplo de las cuales fueron la edificación de centros de servicios y la higienización de campos y ciudades.
Las Administraciones Locales eran portadoras de importantes elementos de participación, y jugaron un papel esencialmente movilizativo de relevancia, existiendo hasta el año 76 en que fueron sustituidas por los Órganos del Poder Popular.
Los Órganos del Poder Popular: sistema cubano
en la organización del Estado para la construcción socialista.
Con la constitución de las Asambleas del Poder Popular en las instancias del municipio, provincia y la Nación durante 1976, las instituciones provisionales que tuvieron la responsabilidad de la conducción del Estado cubano durante los primeros años de construcción revolucionaria en Cuba, fueron definitivamente sustituidas por nuevos órganos, encargados de continuar la gestión estatal en la edificación del socialismo en Cuba.
Con los órganos del Poder Popular surgen instituciones representativas del poder del Estado mediante las cuales se podría en lo adelante dar forma institucional real, regular, más sistémica y sistemática a la participación del pueblo en la función de dirección de la sociedad que se ejerce a través del Estado como instituto especializado.
El ejercicio de la democracia a través de órganos estatales de carácter electivo a todos los niveles, es una necesidad del modo socialista de desarrollo. En Cuba este paso no se dio de inmediato con el triunfo de 1959, ni durante los primeros años con declarada orientación socialista en el desarrollo, por razones históricas y por los problemas específicos que enfrentó el proceso revolucionario, así como por la celeridad de los cambios, los cuales en ocasiones hicieron desaparecer formas organizativas cuando aún prácticamente comenzaban a despuntar.
Como postula el Artículo 1 de la Ley Fundamental cubana, "Cuba es un Estado socialista de trabajadores, independiente y soberano, organizado con todos y para el bien de todos, como república unitaria y democrática, para el disfrute de la libertad política, la justicia social, el bienestar individual y colectivo y la solidaridad humana"[4]. Y este principio que encabeza la Carta Magna, se materializa ante todo en el ejercicio del poder político en la sociedad cubana, como demuestra la práctica histórica, y señalara Raúl Castro Ruz al comenzar la experiencia de los órganos del Poder Popular en la provincia de Matanzas:
"... las instituciones representativas socialistas significan la voluntad expresa del pueblo, a través de su voto, una vía por la cual el pueblo no solo está representado por el Estado, sino que de hecho forma parte directamente de dicho Estado y participa directa y sistemáticamente en sus decisiones"[5].
En Cuba, la participación real y efectiva del pueblo en las tareas estatales se efectúa, en lo fundamental, mediante los órganos del Poder Popular. Y subrayamos que es "en lo fundamental", porque es un importante rasgo del desarrollo cubano que, antes de la constitución de los órganos del Poder Popular, y después de su establecimiento, las organizaciones de masas- organizaciones “no gubernamentales”- tienen un importante papel en las funciones estatales, además del papel que siempre han desempeñado las masas organizadas por otros medios en las tareas de defensa del país.
Los órganos del Estado cubano "...se integran y desarrollan su actividad sobre la base de los principios de la democracia socialista que se expresan en las reglas siguientes:
a) todos los órganos representativos de poder del Estado son electivos y renovables;
b) las masas populares controlan la actividad de los órganos estatales, de los diputados, de los delegados y de los funcionarios;
c) los elegidos tienen el deber de rendir cuenta de su actuación y pueden ser revocados de sus cargos en cualquier momento;
ch) cada órgano estatal desarrolla ampliamente, dentro del marco de su competencia, la iniciativa encaminada al aprovechamiento de los recursos y posibilidades locales y a la incorporación de las organizaciones de masas y sociales a su actividad;
d) las disposiciones de los órganos estatales superiores son obligatorias para los inferiores;
e) los órganos estatales inferiores responden ante los superiores y les rinden cuenta de su gestión;
f) la libertad de discusión, el ejercicio de la crítica y autocrítica y la subordinación de la minoría a la mayoría rigen en todos los órganos estatales colegiados"[6].
Los órganos de poder constituyen las instancias representativas del Estado socialista que es la República de Cuba.
Luego de las modificaciones adoptadas en 1992, se hallan estructurados en la Asamblea Nacional - órgano supremo del poder del Estado y único con potestad constituyente y legislativa en la República-, con su Consejo de Estado, y las Asambleas Provinciales y Municipales, órganos superiores locales del poder del Estado, encargados además de ejercer gobierno dentro del marco que les compete en sus respectivas demarcaciones.
Desde la propia experiencia llevada a cabo en Matanzas a partir del año 1974, antes de adoptar la decisión de la extensión a todo el país, la premisa básica del funcionamiento y desarrollo de los Órganos del Poder Popular se encuentra en la participación popular en su gestión.
Cada vez se hace más clara la idea de lo necesaria que es la constante ampliación cuantitativa y cualitativa de las posibilidades reales de intervención de los ciudadanos en la gestión estatal y de Gobierno de la Nación en particular, del perfeccionamiento de la participación popular en esta actividad especializada de la sociedad. Y sistemáticamente se dan pasos en este sentido, en cuya ejecución hay que tener en cuenta en primer lugar tanto esta premisa esencial, como lo concerniente al lugar y función de cada elemento de la sociedad, en los marcos de un proceso de construcción socialista y en las condiciones de Cuba.
La dirección social , la conducción del complejo proceso que significa el desarrollo social- máxime durante la construcción del socialismo, sobre todo en las condiciones de Cuba- se realiza no solo a través del Estado como institución especializada.
El sistema cubano en particular se fundamenta en la acción conjunta y coordinada del Partido Comunista, los Órganos del Poder Popular, la Unión de Jóvenes Comunistas y las organizaciones de masas y sociales, muy especialmente la Central de Trabajadores de Cuba y los sindicatos. Se conforma así un sistema de instituciones que participan todas, - cada una desde su posición, con sus funciones, atribuciones y responsabilidades, y el correspondiente sistema de normas - , en la dirección de la sociedad. Y a partir de ello, se vinculan las instituciones directamente, y vinculan a los ciudadanos que las integran, con la gestión específica de conducción social que realiza el Estado como institución especializada, en su forma de Órganos del Poder Popular.
Y esta institución tiene un papel especial muy importante:
por el carácter de obligatoriedad y de universalidad de sus acciones;
y porque, a través de sus órganos de Gobierno, dirige directamente la administración de la sociedad.
Además, el Estado socialista, tanto en lo que compete al instituto especializado como al sistema en su conjunto, tiene que cumplir una misión histórica que lo diferencia de todos los anteriores, y le plantea tareas, funciones y atribuciones esencialmente nuevas:
por vez primera, sin perder su carácter de instrumento de dominio de clase, el Estado socialista no puede perseguir perpetuarse como instrumento de dominio, colocado "por encima de la sociedad"; está responsabilizado con la difícil tarea de ejercer su acción de dominación, pero encaminada ahora a ir preparando su desaparición como instrumento de coerción política, a ir formando a los dirigidos con vista a su progresivo tránsito a la condición de dirigentes de la actividad social, tránsito en el que,- mediante una acción cualitativamente diferente de la actividad política-, se prepara la extinción de esa actividad especializada en la conducción de la sociedad, para su substitución, en un proceso largo y gradual, por el autogobierno social comunista.
El Estado socialista es un Estado que se fortalece como tal en la medida que se va uniendo cada vez más con el resto de la sociedad. Es un Estado de transición encargado de iniciar la materialización del proceso de “ devolución " a la sociedad civil de toda la fuerza que le había sido absorbida por el estado burgués. Con ello interviene en la preparación del paso a un estadio cualitativamente superior del desarrollo social y en él, del hombre como individuo- ser social:
la esencia del Estado socialista , tanto en su acepción más amplia de organización del “poder público” como en la más estrecha de instituto especializado para el ejercicio de ese poder, es ser un vehículo de participación del pueblo trabajador- y, progresivamente de toda la sociedad- en el control y dirección de la actividad social, muy especialmente de la actividad económica.
De ahí en buena medida la trascendencia tan grande de los Órganos del Poder Popular para el proceso de construcción socialista cubano. Y el papel tan importante que les corresponde en los mecanismos de gobernabilidad de nuestra sociedad, tanto en su contenido político actual como en el más amplio y de alcance estratégico.
Los Órganos del Poder Popular se convierten en un decisivo elemento que contribuye al desarrollo del proceso, a la vez que a garantizar su irreversibilidad, al brindar una vía por la cual el pueblo "... no solo está representado por el Estado, sino que de hecho forma parte directamente " de él y " participa directa y sistemáticamente de sus decisiones ” [7].
El Poder Popular es un sistema de órganos, organismos y dependencias estatales intervinculados entre sí. Es la forma concreta que ha adoptado la organización del Estado cubano. Y lo integran los órganos de poder (algunos de los cuales ejercen a la vez Gobierno), el Consejo de Ministros- órgano de Gobierno de la Nación-, los órganos de administración locales (Consejos de la Administración provinciales y municipales), las instituciones judiciales y fiscales y los institutos armados del país. Las funciones de cada uno y los principios en los que deben fundamentarse sus acciones respectivas y las relaciones mutuas, se expresan debidamente en la Constitución de la República y los cuerpos legales correspondientes.
Pero desde el punto de vista del análisis de la participación popular en la gestión estatal uno de los aspectos más importantes a tener en cuenta es lo concerniente a los órganos representativos, en particular las Asambleas, que existen en cada uno de los tres niveles de la división político administrativa: los 169 municipios, 14 provincias y la Asamblea Nacional.
Los Órganos del Poder Popular. Estado y sistema electoral
Los órganos representativos de poder del Estado cubano se hallan constituidos, y sus principios de funcionamiento establecidos, sobre bases esencialmente participativas y de la más pura tradición de democratismo. Como citamos en páginas anteriores, la Constitución de la República establece al respecto entre otros importantes principios, que todos los " órganos representativos de poder del Estado son electivos y renovables" , las masas controlan su actividad y la de sus miembros, los elegidos tiene el deber de rendir cuenta de su actuación y pueden ser revocados de sus cargos en cualquier momento, y en todos " los órganos estatales colegiados " rige " la libertad de discusión, el ejercicio de la crítica y autocrítica y la subordinación de la minoría a la mayoría ".
Los miembros de las Asambleas del Poder Popular,- los Diputados a la Asamblea Nacional y los delegados a las Asambleas provinciales y municipales-, responden a una esencia popular incomparablemente superior a la de cualquiera de las democracias que hoy se brindan como modelo, lo cual legitima su representatividad y constituye un fundamento esencial de la autoridad de su gestión y de los órganos representativos de poder que integran.
Un aspecto que nunca resultará excesivo destacar ni es algo meramente formal, es que, con la excepción de los que luego de ser electos al órgano correspondiente resultan electos para desempeñar algunos cargos dentro de ellos, estos miembros no son profesionales de la política, comparten sus funciones como representantes con las que desempeñaban antes en sus centros de trabajo, estudios, como amas de casa, jubilados, etc., y en ningún caso, reciben retribución adicional por el desempeño de las nuevas funciones. Incluso los que ocupan cargos que requieren su dedicación tiempo completo, continúan recibiendo el mismo salario que recibían en las responsabilidades laborales de las que proceden, y a las cuales retornan al terminar sus mandatos si no son reelectos.
Pero ningún sistema, por perfecto que parezca en un momento dado, puede permanecer inmutable. Y de ello no está exento el sistema de los Órganos del Poder Popular, en particular su sistema de órganos representativos.
En el sistema de los Órganos del Poder Popular se plantea la necesidad de cambios, y han tenido lugar cambios importantes en los últimos años.
En este sentido es importante ante todo reiterar que dichos cambios han estado motivados , y su ejecución e implementación práctica ha sido posible, por el propio desarrollo de la sociedad cubana, y no como algunos quieren presentar, como resultado de la crisis de los noventa conocida como Periodo Especial.
En los casi treinta años transcurridos desde la constitución de los Órganos del Poder Popular en todo el país, a nuestro juicio los cambios más significativos con relación a sus mecanismos de participación popular, han sido:
- la constitución de los Consejos Populares
- la eliminación de los Comités Ejecutivos a los niveles provincial y municipal
- la modificación del procedimiento de elección de los delegados a las Asambleas provinciales y los Diputados a la Asamblea Nacional.
Hoy el sistema de Órganos del Poder Popular se desenvuelve contando con las Asambleas mencionadas anteriormente como elementos estructurales esenciales en lo concerniente a los modos de participación popular, y dentro de los territorios de los municipios, un nuevo órgano, los Consejos Populares, que, concebidos como experiencia para fortalecer el papel de las comunidades dentro del sistema en el año 1986, han devenido elemento permanente, refrendada su existencia en las modificaciones a la Constitución de la República aprobadas en 1992, y en otros cuerpos legales que regulan sus atribuciones y principios de organización y funcionamiento[8].
Cualquier análisis referente al sistema electoral cubano actual tiene que atender necesariamente al modo en que el mismo contribuye a garantizar precisamente el eficiente y eficaz desenvolvimiento de estos órganos. Esto significa contribuir a garantizar el desempeño de las funciones correspondientes en el gobierno de la sociedad, pero sobre todo, y como elemento clave en su contenido socialista, a garantizar su desempeño para materializar la participación popular en el ejercicio del gobierno de la sociedad a través del sistema de Órganos del Poder Popular, el involucramiento de los individuos con deberes y derechos, al proceso de organización, control y dirección de la vida pública que se ejerce a través de este sistema.
Por esto – y como expresión palpable precisamente de la riqueza participativa del sistema democrático cubano- al analizar el sistema electoral no nos podemos limitar a lo concerniente al proceso de selección de los representantes a los órganos representativos de poder estatal, como se acostumbra hacer con las tan “paradigmáticas” democracias representativas burguesas.
El perfeccionamiento del sistema electoral como parte del perfeccionamiento del sistema de Órganos del Poder Popular: una ocupación permanente
El sistema electoral y en particular el proceso de elecciones a los órganos de poder estatal es solo una parte de un sistema de gobierno nuevo en su esencia. Cierto es que es una parte importante.
Al analizar el sistema electoral cubano, como en rigor debería ser para el de cualquier otro sistema electoral, tenemos que atender a todos los elementos sustanciales del sistema de Órganos del Poder Popular en la materialización del vínculo entre los ciudadanos y sus representantes y el ejercicio del “poder público ”. Con las particularidades que imprime la esencia emancipadora socialista (comunista) de este vínculo:
resulta esencial tener siempre presente, que en lo concerniente al ejercicio del poder estatal un proceso de construcción socialista tiene el objetivo estratégico bien definido de avanzar sostenidamente hacia la autodirección social comunista, algo que en ocasiones puede ser entendido como cosa del futuro lejano vinculado a la “extinción del Estado”, pero que la historia ha demostrado que es un elemento del nuevo modo de desarrollo social que si no se empieza a desarrollar desde los primeros momentos del tránsito, puede resultar luego inalcanzable, con fatales consecuencias para la ansiada transición.
En nuestro caso es imprescindible atender desde el propio proceso de elaboración de la propuesta de los candidatos a desempeñar responsabilidades en los órganos electivos, hasta el de materialización efectiva del derecho a su revocación, pasando por el importantísimo momento de la rendición de cuenta acerca de su gestión como representantes socialistas de los ciudadanos.
Esto de hecho lleva a la necesidad de analizar el proceso de ejercicio de sus funciones por los representantes electos en toda su extensión y profundidad: en sus vínculos con los representados , -atendiendo sus demandas y necesidades, y propiciando su involucramiento al ejercicio de las funciones de los órganos representativos a través de su gestión, - y en su labor como parte de los órganos que integran, como portadores permanentes de un mandato popular de nuevo carácter en la labor de gobierno .
Y, como importante condición, es necesario valorar histórico –concretamente todos los aspectos del proceso: cualidades que en un momento histórico dado de la realidad cubana resultan favorecedoras del progreso en la consolidación del contenido socialista de la labor estatal, pueden dejar de serlo si no sufren modificaciones, bien sea por cambios en el contexto externo en que se desenvuelve el sistema, o por el propio enriquecimiento de las potencialidades de los sujetos individuales y colectivos que propicia el proceso revolucionario, enriquecimiento que lógicamente planteará necesidades superiores de involucramiento en todo el proceso de dirección y control de la vida social como condición y resultado del tránsito emancipador comunista.
La representatividad de los órganos de poder electivos del sistema estatal cubano está estrechamente vinculada a su autoridad y a su eficiencia y eficacia en el desenvolvimiento del gobierno de la sociedad. Y estas cualidades, con las peculiaridades que impregna la nueva naturaleza del ejercicio del poder, conforman un complejo sistema que tiene que ser sistemáticamente perfeccionado, en correspondencia con el propio progreso cualitativo de los ciudadanos que son la base del sistema estatal cubano. De los ciudadanos que son, ante todo, parte de un proceso de transformación comunista de la sociedad, que tiene en su esencia la extinción de la separación entre dirigentes y dirigidos que ha caracterizado siglos de desarrollo de la sociedad dividida en clases.
Estas cualidades están muy vinculadas a los procesos de elecciones de los representantes a los órganos de poder, pero su desarrollo y consolidación como elementos de la nueva socialidad no se pueden reducir a los resultados de ese importante momento.
Las elecciones son solo el eslabón que inicia la cadena de interacciones entre los ciudadanos y sus representantes. Y en Cuba, desde el establecimiento de los Órganos del Poder Popular,- e incluso en las experiencias anteriores durante los primeros años de poder revolucionario-, la materialización de vínculos cada vez más efectivos entre representantes y representados, entre dirigentes y dirigidos, entre gobernantes y gobernados, ha sido elemento definitorio de las nuevas formas de hacer política.
Los requerimientos del progreso sistemático en el proceso de construcción socialista cubano plantean la necesidad permanente de cambios que perfeccionen todos estos aspectos. Tenemos que consolidar el trabajo de nuestros representantes electos a todos los niveles estatales como requisito indispensable para la consolidación del sistema de Órganos del Poder Popular, con el principio de que ellos son elemento determinante en el ejercicio socialista del poder por todos y cada uno de nosotros, el poder del pueblo.
Es indispensable el perfeccionamiento sistemático del contenido socialista del sistema político cubano, en particular de su sistema de organización estatal en el sentido más estrecho del concepto, que garantice el nivel de participación de los individuos en la dirección del proceso social, necesario y posible en cada momento histórico.
Hay incluso aspectos teóricos que desarrollar, teniendo en cuenta nuestras propias experiencias, y los desarrollos del pensamiento estratégico revolucionario cubano que se ha conformado como genuina articulación creadora a partir de nuestras luchas y las experiencias del socialismo a nivel mundial.
Pero teoría y práctica cotidiana tienen que marchar hacia adelante con un objetivo central bien definido: todo lo que constituya una limitación a la participación socialista en las condiciones de Cuba actual, ante todo en correspondencia con el desarrollo alcanzado por el pueblo cubano en estos años de experiencia práctica de construcción de la nueva sociedad, tiene que ser analizado y rectificado.
En particular el desarrollo progresivo del sistema electoral cubano requiere trabajar en el perfeccionamiento de los procesos de elecciones de los Delegados y Diputados, -incluso los procesos de elecciones de los Delegados a las Asambleas Municipales, que, sin sonrojarnos ni quedarnos un ápice científico de duda, pueden ser hoy calificados los más plenamente libres y participativos del mundo. Y como complemento indispensable a las elecciones en nuestro sistema, hay que trabajar incansablemente en las debilidades de los procesos de rendición de cuenta de los elegidos a sus electores en todos los niveles, y en todo lo concerniente a la materialización efectiva del derecho de revocación de los representantes electos.
Los cambios ocurridos en la sociedad cubana en más de 45 años de revolución, y especialmente los que han tenido lugar en la última década, no solo hacen más necesario el contínuo perfeccionamiento del sistema de Órganos del Poder Popular desde el ciudadano, los Delegados de circunscripción que son el eslabón primario y el más importante del sistema, hasta los Diputados y la Asamblea Nacional del Poder Popular. Esos cambios, -el desarrollo educacional, cultural, político en particular y humano en el sentido más amplio del término, el “hombre nuevo” socialista que lucha y crece en nuestras fábricas, campos, escuelas y barrios, -son la base más sólida y firme para llevar adelante este perfeccionamiento. Concebirlos adecuadamente e implementarlos es nuestra responsabilidad, que debemos enfrentar conscientes de que avanzar exitosa y sostenidamente en esta esfera es clave para el socialismo que defendemos, que es decir, nuestra propia existencia como Nación.
1. Huntington, Samuel P., The third wave: Democratization in the late twentieth century, Univ. of Oklahoma Press. 1993, p. 262
2. August, Arnold, Democracy in Cuba and the 1997 –98 Elections”, Editorial José Martí, La Habana, 1999.
3. Sobre la evolución del sistema de gobierno cubano se puede consultar nuestro libro “Gobernabilidad y Democracia. Los Órganos del Poder Popular”, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1998. La afirmación no significa la ausencia de elecciones de representantes a diferentes estructuras de gobierno local, ni mucho menos la ausencia de procesos electivos en otras instituciones políticas de la sociedad cubana, todo lo contrario. Es muy importante, por ejemplo, las transformaciones que conducen a la constitución del Partido Comunista de Cuba, y los procedimientos que se establecen para la elección tanto de sus miembros como de los dirigentes a los distintos niveles.
4. El desarrollo de la sociedad cubana planteó la necesidad de cambios que adecuaran la Ley Fundamental de la República a los requerimientos de la nueva etapa. Por tal motivo, la Constitución aprobada en referendo popular el 24 de febrero de 1976 fue sometida a estudio y, cumpliendo lo planteado en el propio cuerpo legal, fueron analizadas las propuestas de modificaciones por la Asamblea Nacional del Poder Popular durante su sesión ordinaria de julio de 1992. El texto constitucional modificado fue publicado en la Gaceta Oficial de la República de Cuba, 1 de agosto de 1992.
6. Constitución de la República, Gaceta Oficial de la República de Cuba, 1 de Agosto 1992, p.40.
7. Ver Raúl Castro Ruz, referencia citada.
8. Sobre los Consejos Populares se puede ver el libro “Gobernabilidad y Democracia. Los Órganos del Poder Popular” referido antes, un artículo publicado en la Revista Cubana de Ciencias Sociales, número 31, 2000, y en esta página Cuba Siglo XXI en el año 2001, y se puede solicitar el libro “Los Consejos Populares. Origen, evolución y perspectivas”, en formato electrónico, del autor del presente trabajo.
2006-08-15 07:31:15
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answer #3
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answered by Peewe Gonzalez 2
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