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2006-08-14 01:51:29 · 4 respuestas · pregunta de payaconsultores 1 en Arte y humanidades Genealogía

Quiero saber quien eran sus padres, sus abuelos y sus tios asi como sus primos?

2006-08-14 03:20:19 · update #1

4 respuestas

En 1901 casó con Clemencia Maignon, hija del Cónsul de Francia en Alicante, de cuyo matrimonio nacieron sus hijas Olympia (1902) y Clemencia (1905).


. La formación juvenil del escritor en un internado jesuita, lejos de la madre, y su constitución débil y enfermiza, que le valdrá en el futuro ser definido como “hipocondríaco”, determinan una actitud melancólica, que una y otra vez se traslucirá, sublimada, en sus textos.

2006-08-14 02:28:29 · answer #1 · answered by mil20 4 · 0 0

Gabriel Miró
Biografía. Posiciones ideológicas


Biografía


Nacido en 1879, en Alicante, Gabriel Miró vive intensamente la experiencia de una infancia en el seno de una familia conservadora y católica, que despliega su tradicional existencia en una villa señorial española, Orihuela, con un intenso intercambio con el mundo rural que la rodea, y en donde Miró formara su gusto por la naturaleza. La formación juvenil del escritor en un internado jesuita, lejos de la madre, y su constitución débil y enfermiza, que le valdrá en el futuro ser definido como “hipocondríaco”, determinan una actitud melancólica, que una y otra vez se traslucirá, sublimada, en sus textos. Sus distintos períodos de vida en ciudades españolas profundamente rurales –Ciudad Real, Benalva…– forman sus conocimientos tan precisos de los mundo agrarios.

Los primeros escritos de Miró coinciden, por un lado, con los últimos frutos de la novela realista (Galdós, Pereda, Blasco Ibáñez, Alarcón, Valera) y la aparición de los primeros textos de los autores del “98” (Unamuno, Azorín, Baroja). En 1901 publica su primera novela –La mujer de Ojeda–, rechazada más tarde por el autor, como novela primeriza y poco trabajada estilísticamente. Ese mismo año, Miró se casa con la hija del cónsul francés, Clemencia Maignon, y forma una familia de signo enteramente femenino, con su mujer, sus dos hijas y su propia madre. Comienza, en 1902, la publicación de “estampas” y pequeños textos autónomos en la prensa y semanarios locales (El Ibero). Ya en estos primeros textos, Miró sitúa la figura del “artista” como la mirada focal y sensitiva que se despliega por el mundo próximo. Hilván de escenas (1901), y Del vivir (1903) son libros que asientan el procedimiento mironiano, en los momentos clave en que están también eclosionando las grandes novelas de 1902 (La voluntad, Camino de perfección, Amor y pedagogía, Sonata de otoño). El contraste con estas obras lleva a Miró a dar por terminada (y luego olvidada) esta primera fase en su formación, de la que para el futuro sólo guardará algunas estrategias compositivas (los titulares de los fragmentos y pequeños capítulos; el interés por la profundización en la naturaleza…).

Por esos años, Miró ya tiene formado lo que Ortega y Gasset llamó el “hombre interior”, Machado “complementario” y Pessoa “heterónimo”; se trata de su alter ego “Sigüenza” quien aparece como protagonista en Del vivir. Este “yo” ficcionalizado es importante para la escritura mironiana, pues como él mismo declara: “cuánto él ve y dice, no supe yo que había de verlo y de decirlo hasta que él lo vio y lo dijo”.

Enclaustrado en su vida familiar hondamente, y torturado también por su existencia de burócrata y funcionario, Miró permanece ajeno a las relaciones sociales, a los grupos, generaciones y escuelas, que son las formas en que se modela el campo literario en su época: “socialmente no ejerzo de escritor, por desgana y por escasez de horas”, escribirá en aquellos años. En este primer decenio del **, Miró busca obsesivamente la “calidad de página”, el texto como ejercicio, en fórmulas fragmentarias de artículos y cuentos, que le van creando un nombre en los cenáculos literarios. La novela de mi amigo (1908) y el premio concedido por El cuento semanal a su novela corta Nómada, contribuyen a asentar la singularidad de su empeño estilístico y de su peculiar universo ideológico, vuelto enteramente hacia el cultivo de la sensación. El biografismo que imprime a sus textos cuaja en colecciones que tienen un aire vago de novela (Niño y grande). En 1910 publica su primera novela de claro éxito y andando el tiempo la más traducida (francés, italiano, inglés): Las cerezas del cementerio.

Por esos mismo años Gabriel Miró trabaja en la Administración local del Estado, residiendo en Alicante como cronista y secretario particular. Colaborador en la prensa catalana (Diario de Barcelona), y también en la madrileña (El Heraldo y Los Lunes del Imparcial ), publica en 1912 Del huerto provinciano y su siguiente libro, en 1915, El abuelo del rey .

1914 es el año en que Miró se traslada a Barcelona para seguir allí su carrera de escritor. Es el año también en que Miró se convierte en el director de una ambiciosa empresa de cultura católica, que pretende la edición de una Enciclopedia Sagrada , en la casa editorial catalana Vecchi y Ramos, y que finalmente deberá abandonar. En la ciudad catalana encuentra al editor de muchas de sus obras –Doménech–, que publicará, entre otras, Dentro del cercado (1916), y su obra quizá más elaborada Figuras de la Pasión del Señor (1916-1917). En 1918 se puede considerar concluida su etapa barcelonesa de escritor y es en esta ciudad donde publica su El humo dormido.

En 1920, la fecha de la muerte de Galdós, Miró se traslada a un Madrid políticamente turbulento, donde ocupa un cargo burocrático medio. Dos años después, Gabriel Miró inicia su colaboración regular con el periódico La nación de Buenos Aires, y cosecha, en 1925, un premio importante: el Mariano de Cavia, firmando con Biblioteca nueva el contrato para dar a luz sus Obras Completas. En 1927 se produce su nominación, finalmente fallida a la Real Academia Española de la Lengua. Tres años después, en 1930, muere Gabriel Miró en Madrid


Referencias:



Guardiola Ortiz, José. 1935. Biografía íntima de Gabriel Miró. Alicante: Imprenta Guardiola.

Ramos, Vicente. 1964. El mundo de Gabriel Miró. Madrid: Gredos.



Posiciones ideológicas


La obra de Gabriel Miró se desgrana a lo largo de los treinta primeros años del siglo **; tiempos decisivos hacia los que, hasta cierto punto, Gabriel Miró volvió la espalda, reconcentrado en una posición estética que no operaba en dialéctica con la realidad política o social de aquel momento. Poseído de una suerte de nostalgia por el mundo rural y campesino que había conocido de niño en su querida región levantina, apenas se interesó en su obra por recoger o procesar el impacto de la modernidad, y de las urgentes cuestiones sociales, que por aquellos mismo años se planteaban casi de un modo dramático, arrastraron a todos los intelectuales de su época, menos a él, hacia posiciones ideológicas y partidistas. Gabriel Miró se desentendió también de todo lo que suponía un progreso y una tecnificación y modernización de las condiciones de vida, e incluso del modo en que éstas comenzaban a afectar también a la propia naturaleza, cambiando paisajes y gentes. Nunca integró en su obra elementos o factores contextuales de modernidad, permaneciendo por lo demás insensible a la llegada de la novedad, en cualquiera de los campos en que ésta se mostrase.

Volcado Gabriel Miró sobre una descripción de hombres y tierras ancestrales y cercanos, no le interesó el modo en que los procesos de socialización moderna comenzaban por entonces a erosionar el viejo orden de las cosas. Viejo orden para él extremadamente amado. Buscó Gabriel Miró obsesivamente todo lo que de tradicional había en su inmediato alrededor, con preferencia decantada hacia sus queridas estampas de la naturaleza y del campo levantino. Desarrolló un lenguaje pleno de arcaísmos y de palabras sonoras, las cuales pudieran transmitir la fuerza y magnificencia de un mundo que comenzaba por entonces a desaparecer, pero que se muestran todavía muy poderosas en su escritura, dando lugar a una suerte de ecologismo cristiano. Se negó sistemáticamente a realizar consideraciones políticas, económicas o, en sentido extenso, sociales, que pudieran hacer penetrar en el cerrado ámbito de su prosa lírica un aire de actualidad. Ni el ambiente mismo y los problemas generados por la Primera Guerra Mundial, como así mismo tampoco la revolución del año 17, igual que cualquier otro tipo de evento histórico mereció por parte de Miró ser considerado o entrar a formar parte del mundo diseñado en sus novelas como una estampa detenida, inactual, plena de fuerza primitiva y tradicional.

La historia inmediata aparece expulsada de los textos mironianos, que parecen dirigirse en todo momento hacia conmover estratos más profundos y esenciales de la psiqué, abordando el problema de la temporalidad bergsonianamente como espacio de la memoria.

Junto a la reivindicación obsesiva del rural hispano, hay que situar el catolicismo de signo evangélico como la cuestión de fondo que planea sobre toda la producción mironiana, y, particularmente, sobre las muy significativas Figuras de la Pasión del Señor.

Escritor católico, pues, de un catolicismo hondo y acendrado, lo que no le impide recibir la herencia de un Clarín, en lo que se manifiesta como carga crítica antieclesial. La dirección (fallida) de lo que iba a ser la Enciclopedia Sagrada, una empresa que emprendió en un momento de madurez intelectual, por los años 20, atestigua este empeño suyo por retomar las señas de identidad cristiana, y reflexionar gravemente sobre los contenidos estéticos que transmite la historia de la doctrina de Cristo.

Como intelectual, Gabriel Miró reivindica la estética depositada en las vivencias tradicionales de los hombres insertados en medios naturales, lejos de toda la contaminación del mundo moderno, urbano e industrializado


http://www.ned.univie.ac.at/lic/autor.asp?paras=/lg;10/aut_id;27441/

GABRIEL MIRÓ DESDE LOS OJOS DE JOSÉ MARÍA BALLESTEROS



Gabriel Miró fue el segundo de los hijos de una familia modesta alicantina, hijo de Encarnación y de Juan Miró, ingeniero de Obras Públicas. Nació en Alicante el 28 de Julio de 1879, y bautizado con el nombre de Gabriel Francisco Víctor Miró.
Era un niño de carácter retraído. En un primer momento estudió con el maestro D. Marcelino y con su tío Lorenzo Casanova, hasta que ingresó en el colegio de los padres Jesuitas de Orihuela, a los diez años, donde comenzó sus estudios de Bachillerato.

Su estancia en el colegio se tradujo en una profunda melancolía en su ánimo y en un inexplicable reuma de su rodilla izquierda. Uno de los episodios que más influyó de forma decisiva en la prosa de Gabriel fue su estancia en la enfermería del colegio a causa de una enfermedad. Desde allí pudo contemplar el paisaje de la huerta oriolana, y sus costumbres y detalles que posteriormente quedaría recogida en su obra.

Debido al delicado estado de salud de Gabriel sus padres decidieron sacarle del colegio; contando éste con doce años. Se traslada con su familia a Alicante donde continúa sus estudios de Bachillerato.

Posteriormente se trasladó de nuevo a Ciudad Real con su familia donde finalizó sus estudios. En octubre de 1895, comenzó sus estudios de derecho en la Facultad de Valencia. Debido a sus amistades, no se centró lo suficiente en sus estudios por lo que al finalizar el segundo curso, sus padres decidieron sacarle de la Universidad de Valencia, para su posterior ingreso en la de Granada donde se licenció en derecho en 1900.

Tras su salida de la Universidad de Valencia se trasladó a Alicante, concretamente al Barrio de Benalúa, un lugar apartado y silencioso, donde Miró dio principio a su prodigiosa carrera de escritor, dedicado por entero a la lectura de los clásicos castellanos. Miró era objeto de admiración y respeto por parte de sus contertulios.

A los veinticuatro años contrae matrimonio con Clemencia Maigmón. Fruto de ese matrimonio nacieron dos niñas.

Su primera novela fue La mujer de Ojeda, y su segundo libro Hilván de escenas.
Abandonó la profesión de abogado para dedicarse a escribir novelas y preparar artículos periodísticos, Miró deseaba vivir en paz y serenidad de alma, sin anhelos de grandezas, a pesar de los consejos dados por sus padres para que se creara un porvenir desahogado y seguro.

Debido a la precaria situación económica en la que se encontraba decidió presentarse a unas oposiciones a judicatura, con el deseo de complacer a sus padres. Pero no tuvo éxito. Después de un segundo intento también fallido de aprobar la oposición, decide presentarse a un concurso de cuentos llamado ‘El cuento semanal’ con su obra Nómada, con la que obtiene su primer premio literario.

El quince de febrero de 1908 es homenajeado por un selecto grupo de intelectuales destacando entre ellos a Valle Inclán, Baroja y Felipe Trigo, entre otros. El día que se publica la obra de Nómada, fallece el padre de Miró a causa de una enfermedad.

Gabriel desempeñó el cargo de oficial en el Hospital Civil de San Juan de Dios; del que no estaba muy entusiasmado para que con posterioridad pudiese desempeñar el puesto de cronista de la provincia, que tanto había deseado.Posteriormente desempeñó las funciones de auxiliar administrativo de la Junta de Obras del Puerto y secretario particular del Ayuntamiento de Alicante.


A pesar de los varios empleos que tuvo en Alicante no llegaron a satisfacerle plenamente, por lo que decidió marcharse a Barcelona, donde trabajó como cronista de Barcelona en la Casa Provincial de Caridad, y en la preparación de la Enciclopedia Sagrada, también escribió en el Diario de Barcelona, en la Vanguardia y en La Publicidad.

Durante su estancia en Barcelona escribió: Dentro del Cercado, Del Huerto Provinciano, Los amigos, Los amantes y la muerte, Las cerezas del cementerio, El Abuelo del Rey, El libro de Sigüenza, Figuras de la Pasión del Señor y el Humo dormido.

En 1920 se traslada a Madrid, allí trabaja como empleado de la Secretaría General Técnica del Ministerio de Trabajo. La vida en Madrid no se le presenta como él pensaba en un principio, hasta que es nombrado auxiliar competente artístico y literario para la organización de concursos nacionales, cargo que desempeña con gran acierto hasta su muerte.

Escribe artículos periodísticos en ‘El Sol’ y ‘la Nación de Buenos Aires’. Prepara una monografía referente a los templos de Santo Tomás y San Vicente de Ávila. Por fin parece que mantiene Miró una posición notable y segura. Van apareciendo los nuevos libros de Miró: El Ángel, El Molino, El Caracol del Faro, Nuestro Padre San Daniel y Niño y Grande.



En 1925 publicó el Obispo Leproso, cuya aparición supuso un cierto revuelo literario y social. Y en 1928, publica Años y Leguas. A pesar de estar bien acomodado económicamente y satisfecho con su trabajo, recuerda con nostalgia y anhelo su ciudad natal, por ello siempre que tiene ocasión marcha a su pueblo.

Por la imaginación de Miró van apareciendo escenas tristes y escenas alegres de su vida pasada. Atraviesa carreteras, caminos y barrancos.

Miró, a pesar de ser un hombre sencillo, y bondadoso, no pudo vivir ajeno a las envidias que le rodeaban.

Hasta en los últimos años de su vida tuvo que sufrir las tristezas que le proporcionaba un mundo del que no se podía apartar totalmente. Los arañazos que la sociedad le diera los lavaba con las bondades de su noble corazón.

Gabriel fallece el 27 de Mayo de 1930, en Madrid, a causa de una grave enfermedad, de la que fue intervenido sin ningún éxito.

Miguel Hernández y Gabriel Miró

Tanto el nombre como la obra de Miguel Hernández y de Gabriel Miró están relacionadas con la ciudad de Orihuela. Uno, nace en esa ciudad histórica, el otro, es hijo adoptivo de la antigua Oriol, en cuyo ambiente sitúa alguna de sus célebres novelas.

Ambos son grandes artífices de la palabra, creadores de una obra literaria llena de belleza poética, cultivadores y promotores de una lengua universal, hablada por millones de personas.

Tanto Miguel Hernández como Gabriel Miró son dos eximios poetas, saben captar la belleza y expresarla con palabras y formas bellas. Uno, la expresa en verso, que es la vestidura regia de la poesía; cultiva la lírica. El otro adopta la prosa para comunicar las impresiones, las emociones que se producen en su espíritu ante la contemplación de la belleza objetiva de la naturaleza y sus paisajes, y se inclina por la narrativa.

Aquel nos deja una antología de bellísimos poemas rebosantes de profundos sentimientos, rezumando vivencias y experiencias tan sinceras, tan humanas, tan alegres y gozosas, las menos tristes, dolorosas, punzantes, angustiosas, las más envueltas en un celofán de tan deslumbrante belleza, metáforas, símiles, comparaciones, ritmo, musicalidad, que nos deja sorprendidos, y a él le colocan en una de las más altas cimas de la lírica española, como uno de los epígonos de la inolvidable y áurea Generación del 27.

Miguel Hernández es además un modelo, y un ejemplo para los jóvenes aficionados a la poesía, a escribir poesía, y a deleitarse, claro, con su lectura, cuya expresión más cercana, más accesible, pueden seguir encontrándola en el poeta de Orihuela.


Mª Carmen Rabasco Hernández
Verónica G. Ortiz.


http://www.elecohernandiano.com/numero3/seotrosautores.htm

2006-08-16 01:25:09 · answer #2 · answered by fotosconalma 4 · 0 0

Crees que podrías ser familiar suyo? aaaah, es que a lo mejor te interesaría cobrar algo de su herencia, jejejejejejejejejeje...

2006-08-15 23:15:48 · answer #3 · answered by Pitufina 3 · 0 0

Nacido en 1879, en Alicante, Gabriel Miró vive intensamente la experiencia de una infancia en el seno de una familia conservadora y católica, que despliega su tradicional existencia en una villa señorial española, Orihuela, con un intenso intercambio con el mundo rural que la rodea, y en donde Miró formara su gusto por la naturaleza. La formación juvenil del escritor en un internado jesuita, lejos de la madre, y su constitución débil y enfermiza, que le valdrá en el futuro ser definido como “hipocondríaco”, determinan una actitud melancólica, que una y otra vez se traslucirá, sublimada, en sus textos. Sus distintos períodos de vida en ciudades españolas profundamente rurales –Ciudad Real, Benalva…– forman sus conocimientos tan precisos de los mundo agrarios.

Los primeros escritos de Miró coinciden, por un lado, con los últimos frutos de la novela realista (Galdós, Pereda, Blasco Ibáñez, Alarcón, Valera) y la aparición de los primeros textos de los autores del “98” (Unamuno, Azorín, Baroja). En 1901 publica su primera novela –La mujer de Ojeda–, rechazada más tarde por el autor, como novela primeriza y poco trabajada estilísticamente. Ese mismo año, Miró se casa con la hija del cónsul francés, Clemencia Maignon, y forma una familia de signo enteramente femenino, con su mujer, sus dos hijas y su propia madre. Comienza, en 1902, la publicación de “estampas” y pequeños textos autónomos en la prensa y semanarios locales (El Ibero). Ya en estos primeros textos, Miró sitúa la figura del “artista” como la mirada focal y sensitiva que se despliega por el mundo próximo. Hilván de escenas (1901), y Del vivir (1903) son libros que asientan el procedimiento mironiano, en los momentos clave en que están también eclosionando las grandes novelas de 1902 (La voluntad, Camino de perfección, Amor y pedagogía, Sonata de otoño). El contraste con estas obras lleva a Miró a dar por terminada (y luego olvidada) esta primera fase en su formación, de la que para el futuro sólo guardará algunas estrategias compositivas (los titulares de los fragmentos y pequeños capítulos; el interés por la profundización en la naturaleza…).

Por esos años, Miró ya tiene formado lo que Ortega y Gasset llamó el “hombre interior”, Machado “complementario” y Pessoa “heterónimo”; se trata de su alter ego “Sigüenza” quien aparece como protagonista en Del vivir. Este “yo” ficcionalizado es importante para la escritura mironiana, pues como él mismo declara: “cuánto él ve y dice, no supe yo que había de verlo y de decirlo hasta que él lo vio y lo dijo”.

Enclaustrado en su vida familiar hondamente, y torturado también por su existencia de burócrata y funcionario, Miró permanece ajeno a las relaciones sociales, a los grupos, generaciones y escuelas, que son las formas en que se modela el campo literario en su época: “socialmente no ejerzo de escritor, por desgana y por escasez de horas”, escribirá en aquellos años. En este primer decenio del **, Miró busca obsesivamente la “calidad de página”, el texto como ejercicio, en fórmulas fragmentarias de artículos y cuentos, que le van creando un nombre en los cenáculos literarios. La novela de mi amigo (1908) y el premio concedido por El cuento semanal a su novela corta Nómada, contribuyen a asentar la singularidad de su empeño estilístico y de su peculiar universo ideológico, vuelto enteramente hacia el cultivo de la sensación. El biografismo que imprime a sus textos cuaja en colecciones que tienen un aire vago de novela (Niño y grande). En 1910 publica su primera novela de claro éxito y andando el tiempo la más traducida (francés, italiano, inglés): Las cerezas del cementerio.

Por esos mismo años Gabriel Miró trabaja en la Administración local del Estado, residiendo en Alicante como cronista y secretario particular. Colaborador en la prensa catalana (Diario de Barcelona), y también en la madrileña (El Heraldo y Los Lunes del Imparcial ), publica en 1912 Del huerto provinciano y su siguiente libro, en 1915, El abuelo del rey .

1914 es el año en que Miró se traslada a Barcelona para seguir allí su carrera de escritor. Es el año también en que Miró se convierte en el director de una ambiciosa empresa de cultura católica, que pretende la edición de una Enciclopedia Sagrada , en la casa editorial catalana Vecchi y Ramos, y que finalmente deberá abandonar. En la ciudad catalana encuentra al editor de muchas de sus obras –Doménech–, que publicará, entre otras, Dentro del cercado (1916), y su obra quizá más elaborada Figuras de la Pasión del Señor (1916-1917). En 1918 se puede considerar concluida su etapa barcelonesa de escritor y es en esta ciudad donde publica su El humo dormido.

En 1920, la fecha de la muerte de Galdós, Miró se traslada a un Madrid políticamente turbulento, donde ocupa un cargo burocrático medio. Dos años después, Gabriel Miró inicia su colaboración regular con el periódico La nación de Buenos Aires, y cosecha, en 1925, un premio importante: el Mariano de Cavia, firmando con Biblioteca nueva el contrato para dar a luz sus Obras Completas. En 1927 se produce su nominación, finalmente fallida a la Real Academia Española de la Lengua. Tres años después, en 1930, muere Gabriel Miró en Madrid

2006-08-15 10:41:22 · answer #4 · answered by Anonymous · 0 0

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