El mismo autor ha reconocido en varias entrevistas que no sabe escribir, con lo cual no ha sido una sorpresa al leer su novela encontrar una prosa sencilla y algo tosca que se interesa en buscar palabras complejas ni estructuras novedosas.
Los personajes caen en bastantes tópicos. Desde la enfermera aparentemente enamorada de él hasta el colega homosexual que va a ir al Vaticano a reivindicar sus derechos desfilando vestido de drag queen.
El protagonista, Bruno Guinea no se libra de caer en lo mismo. Se nos describe a un médico entregado a su trabajo, tan enamorado de su esposa y madre de sus tres hijos (a la que en ningún momento “vemos” durante la historia y que está enferma del corazón) que ni siquiera se ha enterado del supuesto interés de la enfermera y que es tan bueno y generoso que no resulta creíble en la actualidad.
Las conversaciones entre Guinea y el Maligno son a veces ingeniosas, otras algo ingenuas, y desgranan una filosofía ya conocida aunque todavía vigente, no carente de reflexión e interés.
La mejor parte de esta revisitación del mito de Fausto se desarrolla cuando el médico se va a Ecuador a buscar esa cura para todo tipo de cáncer que le ha prometido el diablo a cambio de su alma.
Aquí, sin dejar lo tópico, encontramos a personajes con mayor interés y personalidad, como Doña Cecilia Prados de Villanueva, a ratos consejera del médico y persona de gran inteligencia (aunque se incide demasiado en su gordura, por ejemplo) o el millonario enfermo, Horacio Guayas, de fuerte personalidad, que acaba siendo una especie de mecenas del protagonista.
También en esta parte se muestran las mejores descripciones, las de los paisajes, personas y selva ecuatoriana, por la que el protagonista transita durante varios capítulos acompañado de varios hombres del lugar y donde el autor parece sentirse más en su salsa contando diversas anécdotas de interés tanto de la flora y fauna como de la mitología del lugar. Son los capítulos más interesantes de la novela, incluyendo el encuentro de la cura para el cáncer, que es lo más ingenioso de la historia.
El regreso a la civilización y lo que sucede después parece relatado casi con prisa, como si fuera la parte menos importante de la historia, y el epílogo tiene su punto previsible y absurdo.
Creo que esta novela, sencilla, se salva en parte por la intensidad del autor cuando viaja a lugares “exóticos”. No es la mejor ni la peor del autor, tiene muchos diálogos, un mensaje sencillo y contundente y esa capacidad de Vázquez-Figueroa para hacer que se siga leyendo pese a sus carencias como narrador, entre las que se encuentra ser más explicativo que demostrativo.
El autor parece escribir de forma visceral, sintiendo a sus personajes e historia con pasión y sinceridad. Quizá sea éste el secreto de sus ventas y fidelidad de sus lectores a lo largo de tantos años.
2006-08-10 14:11:45
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answer #1
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answered by ChangoLeon 5
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Ese señor estaba tan en tinieblas y yo sufro ataques de pánico que no se que decirte. Debería intentarlo de nuevo.
2006-08-10 14:46:56
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answer #2
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answered by Estrella 5
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