La Manzana de la Discordia
En el fastuoso palacio de altas columnas de mármol blanco, donde vivían los poderosos dioses olímpicos, el dios de todos los dioses, Zeús tronante, el que lanzaba los rayos, llamó a Héra, su esposa, para comunicarle su intención de llevar a cabo una fastuosa celebración a la que deberían asistir todas las deidades, las del Ólimpos y las de tierras lejanas, para que les contaran, a él y a Héra, sus aventuras y sus complicaciones con los mortales.
-¡No debe quedar un dios sin asistir a la fiesta!- dijo Zeús.
Héra se quedó pensativa. La diosa de bellos ojos de ternera se preocupaba.
-¿Te pasa algo, mujer?
La diosa levantó hacia él los bellos ojos y le respondió con estas aladas palabras:
-Acuérdate, amado esposo, temido por todas las deidades, que en la última celebración, los dioses de pronto comenzaron a vociferar, luego a darse golpes, y la fiesta terminó en una batalla de proporciones olímpicas.
-¡Cierto es! ¿Y de quién fue la culpa, mi amada Héra?
La veneranda esposa de Zeús, alzó de nuevo los ojos hacia el fornido dios que lanzaba los rayos, para recordarle, con estas aladas palabras, quién había sido la responsable de la gran trifulca.
-¿Quién si no, gran Zeús? ¡La diosa Discordia!
-Cierto. Me había olvidado- dijo el Tronante, rascándose la barba, preocupado él ahora.
-¿Y qué te hace pensar que si aquella vez tu gran festín se vio arruinado por culpa de Discordia, no lo vuelva hacer de nuevo?
El fornido Zeús se rascó de nuevo las largas barbas.
-Tienes mucha razón, Héra. Hay que evitar que Discordia vuelva a desbaratar nuestra celebración. ¿Qué sugieres tú quien, como mujer, tienes una astucia especial para maquinar salidas a situaciones difíciles?
La diosa de hermosos ojos de ternera hizo un gesto de satisfacción y orgullo y explicó:
-Discordia no tiene que enterarse de la fiesta. Cuando enviemos a Íris, mensajera de los dioses, a invitar a todas las deidades le advertiremos que no le diga nada a Discordia cuando, cargada con invitaciones, pase volando frente a su morada.
Los ojos de Zeús brillaron con picardía.
-Cierto es, mujer. Tu astucia es grande, y tus soluciones, prácticas. Encárgate de comunicarle a Íris mi decisión.
Cuando todos los preparativos quedaron acordados. Íris, la mensajera de Zeús, fue enviada a entregar a cada uno de los dioses la invitación del Gran Olímpico. Pero al pasar frente a la morada de Discordia, rodeada de hierbas malas, espinos y plantas venenosas, la diosa agarró bruscamente a Íris por el brazo y le preguntó, con ásperas palabras, mientras la miraba con amenazantes ojos:
-¿En qué andas, Íris? Te he visto entregar algo a cada uno de los dioses? ¿Qué estás repartiendo con tanta prisa, y por qué a mí no me has entregado nada?
-Mensajes, mensajes sin importancia- contestó Íris, tratando de evadir la pregunta comprometedora y también los ojos amenazantes de Discordia.
La diosa Discordia no se conformó con la respuesta y menos aun con la prisa que mostraba Íris por irse. Y fue brusca su reacción. Le apretó más fuertemente aún el brazo y de sus ojos verde rojizos salieron quemantes chispas que saltaron sobre las alas de Íris, chamuscándole algunas plumas.
-Íris, no me ocultes nada, porque por Crónos te juro que si no me dices en seguida qué te traes, voy a regar tantas calumnias por todo el Ólimpo que en dos días no habrá una sola deidad que te dirija la palabra, y seguro habrá alguna que te atacará con rudos golpes.
Atemorizada por las amenazas, Íris le dijo entonces con voz trémula:
-Zeús va a hacer una celebración en su gran mesa, un festín para reunir a todos los dioses. Pero ni el padre Zeús ni Héra quieren que tú asistas. Tú sembraste la cizaña entre todos los huéspedes la vez anterior, y como por eso la fiesta terminó en batalla. Ellos ahora quieren evitar que esto vuelva a suceder.
Las furias del averno parecían saltar de ojo a ojo sobre el rostro de Discordia, pero con voz engañadora le dijo:
-Está bien. No asistiré. Yo no voy adonde no soy bienvenida. Vete en paz, Íris.
Íris siguió su vuelo raudo hacia los mares, llevando en sus manos una invitación para el dios del mar, Poseidón. Atrás quedó Discordia, riendo a carcajadas. Sí. Ella no iba a ir al festín olímpico... pero enviaría un regalo.
Cuando más alegre estaba la fiesta, Ganimédes, el hermoso joven copero de los dioses, se aproximó a la mesa del Tronante con un paquete en sus manos, mientras Héra lo miraba con ojos quemantes de celos.
-¿Qué me traes, hermoso Ganimédes?- preguntó Zeús.
-Un regalo de Discordia. Les pide perdón y les ruega que acepten este regalo como expiación por su impropia conducta pasada.
-Ábrelo, pues- ordenó Zeús el Tronante.
Ganimédes se apresuró a abrir las envolturas. A la derecha de Zeús se hallaba Héra, a su izquierda, Athená y a la izquierda de Athená, la deslumbrante Afrodíte, y delante de los ojos asombrados del padre de los dioses y de las tres diosas apareció una manzana de oro puro con una inscripción grabada que decía: «Para la más bella de las diosas.»
Cada una de las diosas se creyó, de inmediato, dueña de la manzana. De la discusión se pasó a batalla unos tomaron partido por Héra, otros por Athená y otros por Afrodíte, y allí terminó la fiesta, como la anterior. Pero la manzana de Discordia continuó haciendo efecto.
Después de semanas de disputas y violentas discusiones, Héra, Athená y Afrodíte al fin se pusieron de acuerdo y llevaron la manzana a quien todos en la antigüedad consideraban un experto en belleza femenina: a Páris, el hermosísimo príncipe hijo de Príamo, rey de Troya.
El joven Páris, de bello y fornido cuerpo atlético, cautivadores ojos verdes y grandes cualidades ocultas, con que cautivaba a todas las mujeres de Troya, se pasaba la vida en los campos en busca de conquistas, ejercitando sus hermosos músculos o simplemente descansando a la sombra de algún frondoso árbol. No había mujer que se le resistiera.
A la sombra refrescante de un árbol de tupidas y verdes ramas Héra, Athená y Afrodíte encontraron a Páris. Las tres diosas se le aproximaron, y con aladas palabras le explicaron el conflicto de la manzana y también le dijeron que todas ellas estaban de acuerdo para que fuera él, Páris quien, por tener tanto conocimiento de la belleza femenina, decidiera a cuál de las tres diosas le pertenecía la manzana. No obstante haber dicho estar de acuerdo en su decisión, cada una lo llamó aparte.
Héra le dijo a Páris que si él le daba la manzana, ella le entregaría el poder político del mundo. Pero Páris no se mostró interesado.
Athená le dijo a Páris que si él la escogía, ella le daría la inteligencia más brillante del mundo. Páris no se mostró interesado.
Pero cuando Afrodíte le susurró a Páris al oído con dulces y sensuales palabras que si él la escogía a ella, ella le haría disfrutar de los placeres más envidiables con la mujer más linda del mundo, Páris no dudó un sólo instante y colocó sobre las delicadas y femeninas manos de Afrodíte la codiciada manzana de Discordia.
Afrodíte, sin embargo, no se detuvo a explicarle a Páris que Helena, la mujer más hermosa del mundo, estaba casada con el rey griego Meneláos. Simplemente le comunicó que debía armar una embarcación y zarpar de Troya hacia Esparta, en Grecia, a visitar al rey Meneláos y a su esposa Helena. Cuando París estuvo frente a los reyes espartanos quedó fascinado ante la belleza deslumbrante de Helena. Y ésta, ayudada por la magia de Afrodíte, se rindió sin fuerzas ante la belleza masculina y los dotes de Páris.
Aquella misma noche, aprovechando que Meneláos lo había invitado a quedarse en el palacio, Páris secuestró a Helena y con ella se dirigió a Troya. Pero no fue solamente el rapto de Helena lo que provocó la venganza de Meneláos y con ella la cruel guerra de Troya que duró diez años, sino el hecho que Páris, ayudado por la propia Helena, se llevó los tesoros del reino de Meneláos quien, inmediatamente, reunió a todos los reyes griegos y convocó la guerra contra Troya que duró diez largos años.
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2006-08-11 13:44:15
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answer #1
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answered by yukime232000 7
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La referencia mitologica es que Zeus organizó un banquete para celebrar la boda de Peleo y Tetis pero no invitó a Eris, la diosa de la discordia, quien acudió a pesar de ello y arrojó o hizo rodar una manzana dorada con la inscripción ‘para la más bella’. Tres diosas reclamaron la manzana: Hera, Atenea y Afrodita. Pidieron a Zeus que juzgase quién era la más bella, pero éste, reacio a decidir, declaró que Paris, un mortal frigio, juzgaría en su lugar.
Cada una intentó sobornar a Paris: Hera ofreció hacerle rey, Atenea hacerle hábil en la sabiduría y la guerra, y Afrodita, le ofreció el amor de la mujer más hermosa del mundo; Helena de Esparta, esposa del rey griego Menelao. Paris aceptó la oferta de Afrodita y le otorgó la manzana a ella, recibiendo a Helena, así como la enemistad de los griegos y especialmente de Hera.
2006-08-09 21:38:22
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answer #2
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answered by Muhadibb 2
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Hace muchos, muchísimos años, varios Siglos, para ser más precisos, la Nereida Tetis decidió casarse con Peleo, uno de los mortales más nobles. Todos los dioses asistieron a boda. Todos menos Eris, la diosa de la discordia que no fue invitada. También concurrió Paris, un pastor troyano.
Eris, herida por no haber recibido invitación, mandó al banquete una reluciente manzana y un sobre en el que indicaba que la misma era “Para la doncella más bella de la fiesta”
Como era de suponer, todas las diosas se disputaban la manzana. Hera, Atenea y Afrodita, eran las candidatas más firmes. Para evitar discusiones al respecto, Zeus ordenó que fuese París el encargado de tomar la decisión.
En un principio, Paris propuso hacer un reparto y dar a cada diosa un trozo de manzana, pero Zeus le ordenó que la más bella fuera solo una.
Paris, se entrevistó con cada una. Todas quisieron seducirlo y sobornarlo, y la única que lo consiguió fue Afrodita, la diosa del amor. Le prometió el amor de la mujer más bella sobre la faz de la tierra, Helena, hija de Zeus y esposa del rey Menelao.
Paris le dio la manzana y ella preparó el encuentro entre París y Helena quien al instante se enamoró de París. Ambos marcharon a Troya y se casaron.
Pero Atenea y Hera descontentas con la decisión, visitaron a Eris y con su ayuda, prepararon una guerra de todos los griegos contra Troya. Hay quienes dicen que la guerra fue por una mujer, pero en verdad… la guerra fue a consecuencia de una manzana y varias mujeres.
2006-08-09 17:29:44
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answer #6
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answered by Ms. Pelled Babby Schmidt 7
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