Cuando Andrés Manuel López Obrador dio a conocer sus "Cincuenta compromisos para recuperar el orgullo nacional", hubo muchos analistas que se extrañaron del punto 48, en el cual él promete obedecer las decisiones del Poder Judicial.
Desde el primer momento parecía fuera de lugar que un candidato prometiera aceptar los fallos del Poder Judicial cuando todos los ciudadanos debemos hacerlo. Este deber, si acaso, es más robusto para los gobernantes y funcionarios públicos, puesto que al asumir su cargo juran cumplir y hacer cumplir la ley. ¿Por qué, pues, asumir como compromiso de campaña una obligación general?
En las últimas semanas, sin embargo, nos hemos dado cuenta de dos cosas. La primera es que sí era necesario que López Obrador prometiera acatar los fallos del Poder Judicial. La segunda es que, a pesar del compromiso asumido, López Obrador ha violado su palabra una vez más.
Efectivamente, en la primera oportunidad que ha tenido de cumplir una promesa de campaña, el candidato de la alianza Por el Bien de Todos ya la ha roto. Así, se ha negado a aceptar el fallo del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación el cual, de manera unánime, determinó este pasado sábado 5 de agosto abrir solamente 11 mil 893 paquetes electorales de los más de 130 mil que se generaron en la elección del 2 de julio.
La actitud de rechazo de López Obrador no ha sorprendido a muchos. El candidato de la alianza Por el Bien de Todos, después de todo, no ha mostrado hasta ahora ninguna inclinación por cumplir sus promesas de campaña. Todos recordamos su afirmación de que aceptaría una derrota aunque fuera solo por un voto, pero ha quedado demostrado que ni siquiera 244 mil sufragios son suficientes para ello. En la misma situación se encuentra la firma de un pacto de civilidad con el que se comprometía a respetar el resultado de la elección fuere cual fuere. En el canasto de las promesas rotas, por otra parte, está también ese compromiso número 48 "para recuperar el orgullo nacional", el cual lo obligaba --por decisión propia, no por imposición-- a acatar las resoluciones del Poder Judicial.
Seguramente López Obrador no pierde el sueño en su tienda de campaña del Zócalo por su falta de cumplimiento de sus promesas políticas. Independientemente de lo que afirma en sus "Cincuenta compromisos", él mismo ha mantenido en varias ocasiones que la aplicación de la ley es menos importante que las reivindicaciones de la "justicia social". El problema es que esta justicia que está por arriba de la propia ley se puede interpretar sólo de manera discrecional.
De esta manera, López Obrador ha podido rechazar con aparente tranquilidad de conciencia los fallos de los tribunales sobre el paraje San Juan, el predio de El Encino o los terrenos de la refresquera Pascual. Como son fallos injustos, a su juicio, no hay necesidad de aplicarlos. El gran problema, el que abre las puertas a la dictadura, es que la única interpretación válida de su justicia es la que él mismo ofrece. López Obrador, el candidato mesiánico, está llegando a la conclusión de que "la justicia soy yo".
El Andrés Manuel candidato, el que debía atraer votos de los grupos moderados de la población para salir victorioso, se dio cuenta de que esta actitud genera incertidumbre entre muchos electores. Si la ley no es el último criterio al que deben ajustarse los gobernantes, sino que siempre hay un principio superior de justicia que no está escrito pero que es definido por el propio gobernante, toda la certeza del Estado de derecho se desploma. Y esto tiene un costo enorme en la economía y en la vida social, como ha ocurrido en la Venezuela de Hugo Chávez. Si yo no tengo la certeza en mi actividad diaria de que estaré en lo correcto siempre y cuando me atenga a la ley, entonces toda garantía desaparece.
Por ello no sorprende que López Obrador haya hecho la promesa concreta en sus "Cincuenta compromisos" de acatar las resoluciones del Poder Judicial. Con ello buscaba poner un alto a las acusaciones de sus opositores políticos que afirmaban que era un peligro para México por su falta de respeto a la ley.
Hoy queda claro, sin embargo, que la promesa fue falsa desde un principio. López Obrador sí cree en acatar las resoluciones del Poder Judicial, pero sólo si estas lo favorecen. El valor de su promesa se evidenció esta semana con su reacción ante el fallo del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. "Nosotros demandamos, con mucha claridad --dijo--, el recuento de todos los votos, voto por voto, casilla por casilla".
Efectivamente, López Obrador fue muy claro. Sólo aceptará como resolución válida de los magistrados el voto por voto. De esta manera comprueba que sí está dispuesto a aceptar las decisiones del Poder Judicial... siempre y cuando sus fallos se ajusten a sus precisas instrucciones.
Bajo protesta. Ricardo Monreal afirmó ayer que los representantes de la alianza Por el Bien de Todos estarán presentes en el recuento de las 11 mil 839 casillas ordenado por el Tribunal Electoral. Eso no significa, empero, que aceptarán el resultado... Pero qué fácil. Si el recuento le da el triunfo a Andrés Manuel, los perredistas aceptarán generosamente el resultado. Pero si Felipe Calderón mantiene la ventaja, el recuento no tendrá ninguna validez. A los perredistas, evidentemente, les gusta la democracia, siempre y cuando se les garantice el triunfo.
2006-08-08 05:53:08
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answer #1
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answered by Anonymous
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EL PEJELAGARTO ES UN IMBÉCIL, POR EL BIEN DE TODOS YA NO COMENTEMOS NADA DE ESE ANIMAL¡¡¡
2006-08-08 13:12:06
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answer #2
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answered by Anonymous
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El fraude: las piezas del rompecabezas
Durante décadas el Partido Revolucionario Institucional (PRI) desarrolló una compleja alquimia para ganar elecciones. Esos saberes se pusieron el 2 de julio al servicio del Partido Acción Nacional (PAN). Los mapaches tricolores se volvieron mapaches blanquiazules. ¿Cómo lo hicieron? La organización del fraude electoral tiene una estructura piramidal: en el vértice superior se encuentran los gobernadores, en la parte más baja una célula integrada por movilizadores, responsables de las secciones electorales y "casas amigas".
El movilizador se encarga de llevar a las casillas a grupos de ciudadanos que previamente han comprometido su sufragio con un partido. En ocasiones, sobre todo en regiones rurales o barrios urbanos pobres, él es el encargado de trasladar a las personas leales a los centros de votación. Frecuentemente tiene ya en su posesión las credenciales de elector del grupo, que obtuvo tras la promesa de dar solución a alguna gestión.
El movilizador es el primero en ir a votar, pero, en lugar de depositar la boleta, la esconde y la saca de la casilla. El entrega su boleta cruzada por un candidato a la persona que se ha comprometido a apoyarlo. Al entrar a la casilla, esa persona recibe una nueva papeleta que debe conservar en blanco, depositando el voto ya cruzado que le dio el movilizador. Al salir entrega la boleta sin cruzar al movilizador que, a cambio, le da entre 50 y 100 pesos. A continuación el movilizador cruza a favor de su candidato la papeleta que le entregan y le da el voto a un nuevo ciudadano para que repita la operación. El mecanismo se repite sin interrupción hasta que el último integrante del grupo leal sufraga. Se engarzan así los eslabones que integran esta cadena humana.
Cuando en el operativo cuentan, además, con boletas adicionales distintas a las entregadas originalmente en las casillas, las van depositando sigilosamente. De esa manera embarazan las urnas.
Las personas que ya han votado son trasladadas a una "casa amiga", donde les dan de desayunar menudo o birria o barbacoa y cerveza. Al terminar se les regala un pequeño obsequio: bolsas para mandado, gorras, camisetas.
Los movilizadores y las "casas amigas" son coordinados, a su vez, por un responsable seccional que tiene bajo su responsabilidad varias casillas. El es quien recibe los recursos económicos que sirven para traslados, comidas y compras de voto.
No es inusual que los funcionarios de casilla, los representantes del partido al que se pertenece y los representantes de los otros partidos formen parte de esta cadena humana. Muchos son maestros pertenecientes al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE). Al término de la jornada electoral, con ellos se pueden incrementar los votos a favor del candidato que se apoya y restárselos a los otros, sea anulándolos o contándolos mal. Cuando la vigilancia de la oposición es deficiente o ha sido sobornada se pueden alterar las actas del escrutinio con facilidad.
No es necesario, ni conveniente, alterar la votación en todas las casillas, sino que hay que concentrarse en algunas. Nada se deja al azar. Las casillas donde se centraliza el fraude son seleccionadas previamente, a partir de los informes de los promotores del Instituto Federal Electoral (IFE), de los padrones de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedeso) y de seguridad nacional.
Los gobernadores priístas son los responsables últimos de organizar esta cadena. Varios de ellos, sobre todo del norte del país, también lo fueron en esta ocasión, pero no para apoyar a Roberto Madrazo, sino a Felipe Calderón. En lugar de entregar los recursos económicos a los operadores de su partido, le dieron largas al asunto y terminaron otorgándoselos a la red paralela organizada por Elba Esther Gordillo y el SNTE.
Como mostró Enrique Galván (La Jornada, 1º de agosto de 2006), para este trabajo de alquimia Gordillo contó con mil 350 millones de pesos proporcionados por el gobierno federal al sindicato: 900 millones de pesos para "estímulos al magisterio" y 450 millones de pesos para computadoras, manejados a través de un fideicomiso al frente del cual se encuentra Fernando González, yerno de la maestra e íntimo amigo de Luis Carlos Ugalde. Tuvo, además, el apoyo de los gobernadores del norte del país que pertenecen al PRI. El operativo involucró, según el sindicato magisterial, a cerca de 200 mil maestros. Chuy Zúñiga, el responsable de operar en Guanajuato, recibió una calurosa felicitación de la profesora Gordillo por su eficaz desempeño.
La falta de recursos económicos por parte de la coalición Por el Bien de Todos, las pugnas entre los dirigentes partidarios y las redes ciudadanas, y la debilidad del trabajo en el cuidado de las casillas y la defensa del voto, favorecieron el trabajo de los mapaches blanquiazules.
El fraude contó también con la ayuda de dirigentes de la coalición Por el Bien de Todos, que ofrecieron credenciales de elector de sus integrantes a cambio de programas de vivienda o solución de demandas de sus afiliados. Esas credenciales no le dieron más sufragios a Felipe Calderón, pero impidieron que López Obrador los tuviera. A ellos se le sumaron multitud de simpatizantes del Peje que fueron rasurados del padrón electoral por el IFE.
Estas son algunas de las piezas del rompecabezas del fraude electoral del 2 de julio. El que algunos intelectuales dicen que no existió. Son las piezas del piso inferior de la pirámide. No muestran el papel que otros actores tuvieron en su organización. Algunos han sido explicados por Julio Hernández López en las páginas de este diario. Otros han sido expuestos por la coalición. Algunos más aún están a la espera de una explicación más detallada.
2006-08-08 12:43:10
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answer #3
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answered by eddieharris69 2
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No se porque insisten en decir que AMLO nos maneja. Las pruebas del fraude ahi estan, y no hay peor ciego que el que no quiere ver. Independientemente de quien haya ganado, no se vale que el IFE se incline por un partido y su candidato, eso es corrupcion y fraude. Si te preocupa quien cuente los votos, te aseguro que ya hay millones de voluntarios dispuestos a hacerlo, de hecho, la revista proceso esta convocando a un conteo alternativo de votos, y ya hay muchisima gente inscrita. El que AMLO no te convenza a ti no quiere decir que el fraude no existe. Son cosas diferentes.
2006-08-08 12:37:44
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answer #4
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answered by ? 6
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Aunque no lo creas, existe gente que sigue creyento en él. Pregúntale a una tal "Freedom" de este mismo Foro, es super, super, super Fan.
2006-08-08 12:35:17
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answer #5
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answered by Bettita 2
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nunca le he creído a ese señor y no creo que algun dia le vaya a creer ....
2006-08-08 12:31:11
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answer #6
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answered by Danker loretia$$ 3
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Nunca le crei, no le creo y nunca le creeré.
No deseo de presidente a una persona que tuerce las leyes a su conveniencia. Que no es congruente. Que dice representar a los más necesitados, pero se sirve de ellos para sus propósitos. Falto de cultura, presencia, calidad moral y demás atributos que un país espera de su presidente, especialmente cordura y prudencia.
El TEPJF está haciendo su trabajo y no habrá fallo que acepten los del PRD. No quiero un presidente y un grupúsculo de seguidores que pretendan imponernos a todos sus caprichitos.
2006-08-08 12:19:19
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answer #7
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answered by Karan 6
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Nop!
2006-08-08 12:13:38
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answer #8
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answered by clon_gimini 5
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la viola y nadie pensante cree en su forma de ser
2006-08-08 12:12:33
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answer #9
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answered by Anonymous
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FELIPE CALDERÓN PRESIDENTE DE MÉXICO!!!
Viva la derecha !! Viva el PAN !!!
Viva UNAM F. CIENCIAS CU ACTUARIOS !!!
Muahaha !!!
2006-08-08 12:12:21
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answer #10
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answered by Anonymous
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