En 1790 el virrey Juan Vicente de Güemes-Pacheco y Padilla, segundo conde de Revillagigedo, en congruencia con la política ilustrada de fortalecimiento del Estado, consideró la necesidad urgente de organizar el Archivo del Virreinato como el tallo fundamental de todo gobierno. Desde entonces, se inició la búsqueda de un lugar adecuado para preservar los documentos de la Nueva España.
En un principio se pensó que Chapultepec podría ser el sitio indicado, ya que ahí los documentos se mantendrían a salvo de las inundaciones que la ciudad de México, construida en una cuenca de lagos, padecía con frecuencia. Tal proyecto no se llevó a cabo, y los documentos de la joya más preciada de la Corona española se ubicaron en el Real palacio Virreinal.
En el inicio de la vida independiente de México, Lucas Alamán, hombre de Estado y con conciencia histórica, impulsó en 1823 la creación del Archivo General y Público de la Nación, el cual también se albergó en el mencionado Palacio, ahora Nacional.
Durante todo el siglo XIX el Archivo permaneció en este recinto, y sólo mudó de dependencia cuando se separó el Ministerio de Asuntos Interiores -hoy Secretaría de Gobernación- del de Relaciones Exteriores. Quedó entonces bajo la jurisdicción del segundo, dada la importancia de los antecedentes históricos para la negociación diplomática, tanto en el proceso de reconocimiento de la Independencia como para la defensa de los derechos de México.
Al transcurrir los años, el espacio en Palacio Nacional resultó insuficiente, y algunos documentos debieron pasar al Convento de Santo Domingo y después al Templo de Guadalupe, en Tacubaya, conocido como Ia Casa Amarilla. Así, a mediados de nuestro siglo, se pensó en Ia necesidad de reubicar el Archivo y en dotarlo de un edificio propio capaz de albergar al máximo repositorio documental de América, sólo comparable, por Ia cantidad de manuscritos coloniales que contiene, con el Archivo de Indias de Sevilla. Hubo primero el proyecto de ubicarlo en Ia Ciudadela, después en Ciudad Universitaria, donde hoy se encuentran Ia Biblioteca y Ia Hemeroteca nacionales. No obstante, en 1973 se mudó al Palacio de Comunicaciones, hoy Museo Nacional de Arte, donde también el espacio resultó insuficiente.
Tres años después, Ia Penitenciaría de Lecumberri, inaugurada por Porfirio Díaz en 1900 para vestir a su régimen dictatorial, dejaba de tener uso gracias a un nuevo concepto de readaptación social del jurista Sergio García Ramírez. Los trágicos sucesos acontecidos en la vieja prisión, a partir de Ios cuales fue conocida como "EI Palacio Negro"-desde el propio asesinato deI presidente revolucionario Francisco I. Madero junto con el vicepresidente Pino Suárez, hasta Ias muchas esperanzas muertas e inenarrables horas amargas vividas por sus habitantes-, hizo pensar en Ia necesidad de destruir el inmueble y que no quedara rastro aIguno de esos horrores.
Sin embargo, en varias ocasiones hubo voces que se alzaron para señaIar Ia importancia de conservar eI edificio, pues además de que Ias piedras no eran responsabIes de lo que había sucedido, era y es necesario preservar Ios monumentos que, de una u otra forma, son parte de Ia historia y conforman Ia identidad de una ciudad.
Una vez salvado eI inmuebIe, se debe aI historiador Jesús Reyes HeroIes, entonces secretario de Gobernación, Ia idea de convertir a Lecumberri en Ia sede deI Archivo. Para realizar Ia obra se contó con Ia creatividad deI arquitecto Jorge L. MedeIIín y con Ia visión de Ia historiadora Alejandra Moreno Toscano, quienes vieron en este inmueble Ias grandes virtudes que su arquitectura panóptica tenía para ser repositorio documental, centro de investigación y recreación de Ia cultura. En este sitio, en lugar de vigilar a los reclusos, el ciudadano vigilaría los actos de Estado; donde antes privaba la oscuridad ahora brillaría Ia luz.
EI Palacio Negro se convirtió así-como diría uno de sus primeros directores, Ignacio Cubas- "en el depósito de luces, hechos y derechos de Ias generaciones mexicanas", en una antorcha para penetrar en nuestro pasado y arrojar luz a nuestro presente. De esta forma, en donde antes estaba Ia torre de vigilancia de Ias crujías, hay una gran cúpula que deja entrar un haz de luz que ilumina a los investigadores, estudiantes y ciudadanos en general, para adentrarlos en Ia aventura deI descubrimiento deI pasado que nos constituye. Las 860 celdas de Ia estrella de siete brazos albergan 322 fondos documentales, 6 millones de imágenes, 7 131 mapas, 1 500 códices novohispanos y un sinfín de archivos públicos y particulares que van desde el documento de un beato español deI siglo XIII hasta los registros e imágenes de nuestro presente.
Entre Ios expedientes que resguarda eI Archivo General de Ia Nación figuran Ias diversas constituciones nacionales y estatales; eI Juicio de Residencia de Hernán Cortés, en 1526; Ia doctrina cristiana en Iengua mexicana de fray Pedro de Cante y Ia causa de Maximiliano. Es también depositario de Ias cartas de Emiliano Zapata a Francisco Villa y deI Acta de Ia Convención de Aguascalientes, así como códices, edictos, bocetos arquitectónicos, canciones de Ios presos, estadísticas de criminaIidad, grabados de José Guadalupe Posada y pinturas de David Alfaro Siqueiros realizadas durante su estancia en Ia prisión de Lecumberri, al igual que de litografías, despIegados deI CIub Femenil Antirreeleccionista de Ias Hijas de la Revolución en 1912, entre otros.
Dentro de sus peculiares características, el Palacio de Lecumberri, con sus 25 240 m2 de superficie, ha probado su funcionalidad y se ha ajustado a los requerimientos de los acervos del Archivo General de Ia Nación. Se han hecho previsiones para el crecimiento y expansión de sus acervos, así como para las adaptaciones necesarias respecto de los procedimientos modernos de almacenamiento y reproducción de los materiales. De este modo, se han ganado espacios para albergar a la biblioteca y la hemeroteca.
En 1989 se inició un proceso de reacomodo de los documentos y, mediante la sustitución de la estantería común por la diseñada especialmente para archivos, se ganaron 28 km lineales de espacio.
El Archivo General de la Nación constituye una fuente inagotable para la investigación histórica y para diversas disciplinas. En su acervo, integrado por nueve divisiones documentales, existen todavía muchas áreas de enorme riqueza que no han sido exploradas. Las nueve divisiones y algunos de los archivos que contienen mayor información, o bien mayor demanda para su consulta, son los siguientes:
Documentación de Ias lnstituciones Coloniales: Correspondencia de Virreyes, Hospital de Jesús, Infidencias, Inquisición y Tierras, entre otros.
Documentación de Ia Administración Pública, 1821-1910: Francisco I. Madero, Álvaro Obregón-Plutarco Elías Calles, Lázaro Cárdenas del río, Dirección General de Gobierno, Comisión Nacional agraria.
Archivos Particulares: Benito Juárez, Carlos Chávez y Emiliano Zapata
Colecciones y Documentos: Colección de Documentos para la Historia de la Guerra de Independencia: 1810-1821, Colección de Documentos del Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana, Colección Felipe Teixidor, y Colección Folletería.
Ilustraciones y Cartografia: Mapas, Planos e llustraciones.
Archivos y Colecciones Fotográficas: Archivo Fotográfico Díaz, Delgado y García, Archivo Fotográfico Hermanos Mayo y Archivo Fotográfico de Propiedad Artística y Literaria.
Microfilm y Fotocopias de Archivos: Colección Latinoamericana Nettie Lee Benson, de Ia Universidad de Texas en Austin, y Academia Mexicana de Genealogía y Heráldica.
Una de Ias tareas prioritarias deI Archivo General de Ia Nación es incorporar Ia tecnología digital a su quehacer cotidiano, a fin de hacer más eficientes Ias labores de descripción, ordenación, clasificación, catalogación y servicios al público, pero sobre todo para preservar Ios documentos de Ia manipulación, Ia cual redunda en su deterioro.
En este sentido, como resultado de un convenio de colaboración entre el Archivo General de Ia Nación y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología para Ia catalogación de fuentes primarias, a través deI programa denominado ARGENA, se han descrito los fondos correspondientes al acervo virreinal y se ha editado un disco compacto con las referencias respectivas.
ARGENA, base de datos editada en CD-Rom, contiene 170 mil referencias de documentos pertenecientes al acervo virreinal deI Archivo General de la Nación. Su primera edición cuenta con información relativa a 22 grupos documentales que incluyen temas como Ayuntamiento, Cofradías, Bienes nacionales, Inquisición, Intestados, Mercados y tierras. Actualmente, se encuentra en proceso de elaboración una segunda edición de ARGENA, cuya versión incorporará 88 grupos documentales y actualizará Ios 22 restantes. Se ha previsto que este disco compacto contendrá 370 mil referencias.
Así mismo, en colaboración con Ia Universidad de Colima, el Archivo General de Ia Nación ha realizado Ia segunda edición de DIALEX, Legislación al día,1917-1993, banco de datos en disco compacto sobre Ia Iegislación mexicana, el cual contiene cerca de medio millón de referencias deI Diario Oficial de Ia Federación.
Entre Ia magna labor deI Archivo General de Ia Nación, preservar, ordenar, describir y restaurar Ios documentos que conforman Ia memoria colectiva de los mexicanos, ocupa un lugar primordial Ia difusión de sus acervos. Todo archivo es un centro de cultura, y por tanto debe cumplir con su función social de poner a disposición de Ia ciudadanía su patrimonio documental.
Por tal motivo, además de realizar diversas exposiciones documentales, el Archivo General de Ia Nación se ha planteado Ia creación de un museo de sitio en Ia parte alta de Ia cúpula, donde el público podrá conocer Ia historia deI Archivo. así como Ia riqueza de sus acervos. También se realizan actividades de difusión, tales como presentaciones de libros, exposiciones de arte, conferencias, conciertos, teatro y programas cinematográficos.
De igual manera, existe el proyecto de convocar a Ios muralistas contemporáneos para que, desde Ia perspectiva de nuestro momento histórico, pIasmen en Ias paredes interiores deI PaIacio de Lecumberri Ia función de Ios archivos como fuente de defensa de Ios derechos de Ios puebIos, repositorios cuIturales y centros de información inagotabIe, destacando Ia necesidad deI conocimiento de nuestro pasado para comprender nuestro presente.
En Diario de Lecumberri la miseria asoladora ve la luz y apunta sobre la anatomía de nuestra “tan mancillada condición humana”, la que el hombre en su caída olvida alejándose de sÍ mismo.
Con su forma admirable de narrar, que compite en todo momento con su forma admirable de versificar, el escritor colombiano Álvaro Mutis asiste con el asombro del coleccionista a otra comedia humana, donde enfrenta criaturas que parecen emerger de la “verdadera y perdurable” literatura.
En Diario de Lecumberri se concentran las palabras de una imaginación que busca redimirse en lo que carece: la ciudad, la gente, los objetos, el dinero ... todas palabras muro, palabras de contención contra una libertad hambrienta que no cesa de intimidar al hombre hecho de recuerdos.
2006-08-05 19:17:03
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answer #1
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answered by Anonymous
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