7 Por toda la Tierra, muchas personas consideran a ciertos humanos —vivos o muertos— ‘con reverencia, sumo honor o respeto’. Aunque quizás digan que esto es parte de la adoración que dan a Dios, en realidad los desvÃa de la adoración verdadera. Esto abre el camino para que crean en doctrinas y participen en prácticas que son contrarias a la voluntad de Dios. Un ejemplo sobresaliente es el modo como millones de personas consideran a MarÃa, la madre de Jesús, tanto en los paÃses católicos romanos como en los paÃses católicos ortodoxos orientales.
8 La gente se inclina ante imágenes e iconos de MarÃa en actitud de adoración, y en la doctrina eclesiástica oficial se hace referencia a ella como “la Virgen MarÃa Theotokos”. La palabra the·o·tó·kos significa “portadora de Dios” o “madre de Dios”. La New Catholic Encyclopedia dice: “MarÃa es la madre de Dios. [...] Si MarÃa no es verdaderamente la madre de Dios, entonces Cristo no es verdadero Dios asà como verdadero hombre”. AsÃ, como parte de su doctrina de la Trinidad estas religiones enseñan que Jesús era el Dios Todopoderoso en forma humana, lo que harÃa que MarÃa fuera la “madre de Dios”. La misma fuente añade que la devoción a MarÃa incluye: “1) veneración, o el reconocimiento reverente de la dignidad de la santa Virgen Madre de Dios; 2) invocación, o invocar a nuestra Señora para que interceda como madre y reina; [...] y oraciones particulares [a MarÃa]”.
9 Sin embargo, la palabra the·o·tó·kos no aparece en las Escrituras inspiradas. Y en ningún lugar dice la Biblia que MarÃa sea la “madre de Dios”. Jesús no enseñó eso, ni lo hicieron los cristianos del primer siglo. Además, la Biblia muestra claramente que Jesús no es el Dios Todopoderoso en forma humana, sino que es el Hijo de Dios. SÃ, cuando un ángel notificó a MarÃa que ella darÃa a luz un hijo, le informó: “EspÃritu santo vendrá sobre ti, y poder del AltÃsimo te cubrirá con su sombra. Por eso, también, lo que nace será llamado santo, Hijo de Dios”. (Lucas 1:35.) De modo que Jesús era el Hijo de Dios, no Dios mismo en forma humana. Por lo tanto, MarÃa era la madre de Jesús el Hijo de Dios, no la madre de Dios en forma humana. Por eso, ni Jesús ni sus discÃpulos llamaron alguna vez “madre de Dios” a MarÃa.
10 El modo como Jesús consideró a su madre indica la posición relativa de ella. Sobre un banquete de bodas en Caná, el relato bÃblico nos dice: “Cuando faltó el vino, la madre de Jesús le dijo: ‘No tienen vino’. Pero Jesús le dijo: ‘¿Qué tengo que ver contigo, mujer?’”. La versión católica romana de Straubinger dice: “¿Qué (nos va en esto) a Mà y a ti, mujer?”. (Juan 2:3, 4.) En otra ocasión, alguien le dijo: “¡Feliz es la matriz que te llevó y los pechos que mamaste!”. Aquella era una excelente oportunidad para que Jesús diera honor especial a su madre y mostrara que otros deberÃan hacer lo mismo. En vez de eso, Jesús dijo: “No; más bien: ¡Felices son los que oyen la palabra de Dios y la guardan!”. (Lucas 11:27, 28.)
11 Esas referencias muestran que Jesús se cuidó de dar devoción u honor indebido a MarÃa o de dirigirse a ella por algún tÃtulo especial. Ãl no permitió que la relación que existÃa entre ellos ejerciera influencia en él. Y los apóstoles y discÃpulos siguieron su ejemplo, porque en ningún lugar de sus escritos inspirados se da a MarÃa honor, tÃtulo o influencia indebidos. Aunque ellos la respetaban como la madre de Jesús, no fueron más allá de eso. Ciertamente nunca se refirieron a ella como la “madre de Dios”. SabÃan que Jesús no era el Dios Todopoderoso en forma humana y, por lo tanto, que MarÃa de ninguna manera podÃa ser la madre de Dios, una posición que va mucho más allá de lo que la Palabra de Dios permite para MarÃa.
El culto de la madre-diosa
12 Entonces, ¿de dónde surgió esta idea? Gradualmente se introdujo en la cristiandad apóstata en los siglos III y IV de nuestra era común. Esto fue especialmente asà después del año 325 E.C., cuando el Concilio de Nicea adoptó la doctrina antibÃblica de que Cristo era Dios. Una vez que se aceptó aquella idea errónea, se hizo más fácil enseñar que MarÃa era la “madre de Dios”. En cuanto a esto, The New Encyclopædia Britannica declara: “El tÃtulo [‘madre de Dios’] parece haber surgido en el uso devocional, probablemente en AlejandrÃa, en algún tiempo durante el siglo III o el IV [...] Para fines del siglo IV, la Theotokos se habÃa establecido firmemente en varias secciones de la iglesia”. La New Catholic Encyclopedia indica que la doctrina se aceptó oficialmente “desde el Concilio de Ãfeso de 431”.
13 Es de interés notar dónde se reunió aquel concilio y por qué. El libro The Cult of the Mother-Goddess (El culto de la madre-diosa), por E. O. James, dice: “El Concilio de Ãfeso se reunió en la basÃlica de la Theotokos en 431. Si en algún lugar, serÃa allà donde difÃcilmente pudiera haberse rechazado el tÃtulo ‘portadora de Dios’, en la ciudad tan famosa por su devoción a Ãrtemis (o Diana como la llamaban los romanos), donde se decÃa que su imagen habÃa caÃdo del cielo, a la sombra del gran templo dedicado a la Magna Máter [Gran Madre] desde 330 a. de J.C. y donde, según la tradición, hubo una residencia temporal de MarÃa”.
14 Asà que, tal como sucedió con la Trinidad, la doctrina de la “madre de Dios” es una enseñanza pagana a la que se hace pasar por creencia cristiana. Fue prominente en las religiones paganas siglos antes de Cristo. The New Encyclopædia Britannica declara bajo el encabezamiento “madre diosa”: “Cualquiera de una variedad de deidades femeninas y sÃmbolos maternales de creatividad, nacimiento, fertilidad, unión sexual, crianza y el ciclo del crecimiento. El término también se ha aplicado a figuras tan diversas como las Venus de la Edad de Piedra y la Virgen MarÃa. [...] No hay cultura que no haya empleado algún simbolismo materno en la descripción de sus deidades. [...] Ella es la protectora y alimentadora de un hijo divino y, por extensión, de toda la humanidad”. Por eso el sacerdote católico Andrew Greely dice en su libro The Making of the Popes 1978 (La formación de los papas, 1978): “El sÃmbolo de MarÃa enlaza al cristianismo directamente con las religiones antiguas [paganas] que tenÃan madres diosas”.
Adoración impropia
15 Afirmar que MarÃa es la “madre de Dios” eleva a MarÃa a una posición que pondrÃa en los humanos la tendencia a adorarla, y eso es lo que ha sucedido por siglos. En muchos paÃses, centenares de millones de personas han orado a ella o mediante ella y han dado la devoción del adorador a imágenes e iconos de ella. Aunque los teólogos traten de excusar esto diciendo que tal veneración a MarÃa es solo una manera indirecta de adorar a Dios, no es asà como Dios ve el asunto. “Hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, un hombre, Cristo Jesús.” (1 Timoteo 2:5; 1 Juan 2:1, 2.) Jesús mismo dijo: “Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por mÔ. (Juan 14:6.)
16 El dar directa o indirectamente devoción a MarÃa, orándole, inclinándose a imágenes e iconos de ella, es adorar a la creación más bien que al Creador. Es idolátrico, y a los cristianos se les da la instrucción de ‘huir de la idolatrÃa’. (1 Corintios 10:14.) Cuando Cornelio, un gentil, se inclinó reverentemente ante el apóstol Pedro, note lo que sucedió: “Al momento en que entraba Pedro, Cornelio salió a su encuentro, cayó a sus pies y le rindió homenaje. Pero Pedro lo alzó, y dijo: ‘Levántate; yo mismo también soy hombre’”. (Hechos 10:25, 26.) El inclinarse en actitud de adoración ante un humano era impropio, y Pedro se negaba a aceptarlo. Además, el apóstol Juan, después de recibir una visión de un ángel, informa: “Caà para adorar delante de los pies del ángel que me habÃa estado mostrando estas cosas. Pero él me dice: ‘¡Ten cuidado! ¡No hagas eso! Yo simplemente soy coesclavo tuyo y de tus hermanos que son profetas, y de los que están observando las palabras de este rollo. Adora a Dios’”. (Revelación 22:8, 9.) Si ni siquiera se debe adorar a un ángel de Dios, ¡cuánto menos debe adorarse a humanos o imágenes de ellos!
17 The Catholic Encyclopedia reconoce que esa devoción a MarÃa puede tener como resultado adoración impropia. Una de las primeras ediciones de esta obra declaró: “Es imposible negar que la devoción popular a la SantÃsima Virgen fue acompañada frecuentemente de extravagancia y abusos”.
2006-08-04 16:25:02
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