Sable de San MartÃn
De origen inglés en su factura general salvo en su hoja, este famoso sable es un ejemplo de la costumbre en boga entre los oficiales europeos a principios del siglo XIX, que utilizaban hojas orientales con empuñaduras y vainas fabricadas en Occidente.
Cuando San MartÃn recaló en Londres previo a su viaje a América, adquirió varias armas para su uso personal, entre las que se destacaba este sobrio sable, que llevó consigo durante toda la campaña Libertadora. Vuelto al paÃs desde Perú y Chile, lo dejó junto con otros objetos y documentos en Mendoza en 1823, al cuidado de doña Josefa Ruiz Huidobro y recién en 1835 escribió desde ParÃs a su hija, de viaje en la Argentina junto a Mariano Balcarce, pidiéndole que "...traigan mi sable corvo, que me ha servido en todas mis campañas de América, y servirá para algún nietecito, si es que lo tengo...", reuniéndose al fin con él dos años más tarde, momento a partir del cual lo tuvo colgado en su cuarto, como lo señalan quienes lo visitaron.
El ideario inclaudicable de San MartÃn por la independencia fue sin duda el que lo llevó no sólo a ofrecer sus servicios militares a la Confederación, sino también a legar su preciado sable, que más que arma era un sÃmbolo, a Juan Manuel de Rosas. Asà lo dijo con la sobriedad de su prosa al escribir en 1844 la cláusula tercera de su testamento, disponiendo que "El Sable que me a acompañado en toda la Guerra de la Independencia de la América del Sud, le será entregado al General de la República Argentina don Juan Manuel de Rosas, como una prueba de satisfacción, qe. como Argentino he tenido al ver la firmeza con qe. ha sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de los Extranjeros qe. tratan de Umillarla" (sic).
Rosas lo recibió a fines de 1850 o principios de 1851 y mucho ha de haberlo apreciado, ya que fue una de las pocas cosas que llevó consigo a Inglaterra y mantuvo hasta su muerte.
Tras haber cubierto su ataúd, el sable quedó en poder de Máximo Terrero.
En 1896, el entonces director del Museo Histórico de la Capital, don Adolfo P. Carranza, solicitó por carta a Manuelita Rosas la donación al Museo Histórico del Sable del Libertador.
Con fecha 26 de noviembre de ese mismo año le contesta Manuelita Rosas de Terrero a Carranza, expresándole, en la parte fundamental de su misiva que: “Al fin m¡ esposo, con la entera aprobación mÃa y de nuestros hijos, se ha decidido en donar a la Nación Argentina este monumento de gloria para ella, reconociendo que el verdadero hogar del Sable del Libertador, debiera ser en el serio del paÃs libertó” requiriéndole, posteriormente, el pedido oficial respectivo para el envÃo del sable.
Con fecha 20 de diciembre Carranza, conforme al requerimiento efectuado, se dirige por nota oficial a Máximo Terrero, pidiéndole la donación del Sable Corvo del General San MartÃn.
Con fecha 1ro de febrero de 1897, Terrero contesta la nota oficial al Director del Museo Histórico, expresándole en su parte resolutiva:
“Mi contestación es el envÃo de la prenda a Buenos Aires, acompañarla de una nota dirigida al Presidente de la República, suplicando a S.E. se sirva aceptarla en calidad de una donación hecha a la Nación Argentina, en nombre mÃo, de mi esposa, de nuestros hijos y al mismo tiempo manifestando el deseo que sea depositada en el Museo Histórico Nacional”.
En la nota dirigida por Máximo Terrero al Presidente de la República, doctor José Evaristo Uriburu, le expresa, en su parte fundamental:
“En virtud de esta solicitud, la presente tiene por objeto ofrecer a V. E. en su carácter de Jefe Supremo de la República, este monumento de gloria para nuestro paÃs, siendo mi deseo donar a la Nación Argentina, para siempre, este recuerdo, quizá el más interesante que existe, dc su valiente Libertador”. “Suplico a V. E. se digne aceptar la ofrenda que hago a ¡a patria en nombre mÃo, de mi esposa Doña Manuela Rozas de Terrero y de nuestros hijos, y si bien en caso de ser aceptada la donación, nos fuera permitido expresar nuestro deseo en cuanto al destino que se le diera al sable, serÃa el que fuese en el Museo Histórico Nacional, con su vaina y caja tal cual fue recibido el legado del General San MartÃn”.
Asà permaneció el sable corvo bajo custodia del Museo Histórico Nacional desde esa época hasta el 12 de agosto de 1963, en que fue robado por un grupo de delincuentes mediante un golpe de mano, invocando motivos polÃticos.
Pocos dÃas más tarde, el sable fue recuperado, depositándoselo transitoriamente bajo la custodia del Regimiento de Granaderos a Caballo. En oportunidad de concurrir al Cuartel de Palermo el entonces Presidente de la República, Doctor Guido, expresó:
“Señor Coronel Soloaga, no puede estar en mejores manos la custodia transitoria de esta sagrada reliquia histórica para nuestro paÃs, que en este Regimiento de Granaderos a Caballo”.
Posteriormente, con fecha 17 de agosto de 1964, en virtud de un mandato judicial, se entregó el sable corvo, en sencilla y emotiva ceremonia al Museo Histórico Nacional.
Sin embargo, la serena paz que reclamaba con justicia la reliquia de todos los argentinos, fue quebrantada el 19 de agosto de 1965 al volver a ser robada, por segunda vez, del Museo Histórico Nacional.
Diez meses más tarde volvÃa a ser recuperada, depositándosela en el Regimiento de Granaderos a Caballo “General D José de San MartÃn”, donde fue colocada para su guarda y seguridad dentro de un templete blindado, construido al efecto, por donación del Banco Municipal de la Ciudad de Buenos Aires.
Por decreto Nro 8756, del 21 de noviembre de 1967, el Poder Ejecutivo Nacional dispuso su guarda definitiva en el Regimiento creado por el Libertador, el cual expresa:
CONSIDERANDO:
Que corresponde confiar el sable corvo del Libertador al Regimiento de Granaderos a Caballo “General D José de San MartÃn”, por ser la unidad que creara y la que más Ãntimamente está ligada, en el sentir popular, a su vida gloriosa.
EL PRESIDENTE DE LA NACIÃN ARGENTINA DECRETA:
Articulo 1ro: Transfiérase al Regimiento de Granaderos a Caballo la guarda y custodia definitiva del Sable Corvo del General José de San MartÃn
ArtÃculo 2do: El presente decreto será refrendado por los señores ministros del Interior y de Defensa y firmado por los señores Secretario de Estado de Cultura y Educación y Comandante en jefe del Ejército.
ArtÃculo 3ro: ComunÃquese, publÃquese, dése a la Dirección Nacional del Registro Oficial y archÃvese.
ONGANÃA, MARIANO ASTIGUETA, GUILLERMO A, BORDA, JULIO RODOLFO ALZOGARAY, ANTONIO R, LANUSSE.
Fuera de las razones formales y legales existe también una razón espiritual, más fuerte que ninguna, como lo es la consideración de que ese sable corvo fue adquirido y usado como sÃmbolo de mando y ejemplo en la instrucción del Cuerpo de Granaderos a Caballo, del cual fue su creador y jefe el propio Libertador.
La vieja reliquia descansa definitivamente entre los muros del Cuartel de Granaderos, de los mismos que un dÃa llevara a la carga en pos de la gloria y de la muerte, en aras de la libertad de la propia tierra y de las patrias hermanas de América.
2006-08-01 10:51:59
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answer #4
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answered by Marcelo P 5
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