Dios
1 INTRODUCCIÃN
Dios, centro y objeto de la fe religiosa, la última realidad o simplemente un ser sagrado a quien se adora y se dirigen oraciones. En las religiones monoteÃstas, el Ser supremo, a quien se considera el único Dios, creador y origen de todo cuanto existe, y al que se describe en términos de atributos perfectos, por ejemplo, su infinitud, inmutabilidad, eternidad, bondad, conocimiento (omnisciencia) y poder (omnipotencia). La mayorÃa de las religiones atribuyen a Dios ciertos rasgos de carácter, como la voluntad, el amor, la cólera y la misericordia, que pueden interpretarse tanto metafórica como literalmente.
2 CONCEPCIONES DE DIOS
Muchos pensadores religiosos han sostenido que Dios es tan diferente de los seres mortales que debe ser considerado en esencia como un misterio más allá de la capacidad de comprensión humana. No obstante, la mayorÃa de los filósofos y teólogos han supuesto que es posible un conocimiento limitado de Dios y han formulado diferentes concepciones de él en términos de atributos divinos y trayectorias de conocimiento.
2.1 Enfoques filosóficos y religiosos
Las concepciones filosóficas y religiosas de Dios han estado muy diferenciadas. En el siglo XVII, por ejemplo, el matemático y pensador religioso francés Blaise Pascal comparó de manera poco propicia el "Dios de los filósofos", una noción abstracta, con el "Dios de la fe", una realidad viva, experimentada. En general los mÃsticos, que reclaman la experiencia directa del ser divino, han afirmado la superioridad de su conocimiento de Dios a las demostraciones racionales de su existencia y de los atributos propuestos por filósofos y teólogos. Algunos teólogos han intentado compaginar los enfoques filosóficos y experimentales de Dios, como en la doble vÃa del teólogo alemán del siglo XX Paul Tillich, que habló de Dios como la "causa del ser" y el "interés último". Una cierta tensión es quizá inevitable, no obstante, entre el modo en que los doctrinarios hablan de Dios y el modo en que la mayorÃa de los creyentes piensan de él y lo experimentan.
2.2 Atributos principales
Dios puede ser concebido como trascendente (por encima del mundo), haciendo hincapié en su "calidad de otro", su independencia absoluta y su poder sobre el orden mundial; o como inmanente (habitando en el Universo), resaltando su presencia y participación dentro del proceso del mundo. Ha sido pensado como personal, por analogÃa con los individuos humanos, pero algunos teólogos, por otra parte, han sostenido que el concepto de personalidad es inadecuada para Dios y que debe ser concebido como impersonal o suprapersonal. En las grandes religiones monoteÃstas, Dios es venerado como lo Uno, la unidad suprema que abarca o ha creado todas las cosas; pero el politeÃsmo, la creencia en muchos dioses, también ha permanecido enriqueciéndose a través de la historia.
Estos contrastes son a veces combinados mediante procedimientos dialécticos. AsÃ, mientras el teÃsmo hace hincapié en la trascendencia divina y el panteÃsmo identifica a Dios con el orden del mundo, en el panteÃsmo Dios es entendido tanto desde una perspectiva trascendente como inmanente. La doctrina cristiana de la Trinidad y doctrinas similares de otras religiones admiten la unidad y la diversidad interna de Dios. El cristianismo es una modalidad de monoteÃsmo en que la unidad completa de Dios ha sido modificada. También se ha razonado que Dios tiene aspectos personales e impersonales, o también que sólo él es auténticamente personal y que en el ámbito de la finitud hay sólo una aproximación imperfecta al ser personal. Estos intentos, para unir de manera dialéctica en Dios caracterÃsticas opuestas en apariencia, son comunes en escritores religiosos y mÃsticos, y se proponen hacer justicia a la variedad y complejidad de la vivencia religiosa. El filósofo alemán del siglo XV Nicolás de Cusa, por ejemplo, creyendo que Dios sólo puede ser aprehendido a través de la intuición mÃstica, acentuó la "coincidencia de opuestos" en Dios; el filósofo danés del siglo XIX Søren Kierkegaard insistÃa en la naturaleza paradójica de la fe religiosa. Estas formulaciones sugieren que la lógica del discurso sobre Dios es diferente por sà misma a la lógica que se aplica a las entidades finitas.
3 JUDAÃSMO, CRISTIANISMO E ISLAM
En el judaÃsmo, el cristianismo y el islam, las tres religiones enraizadas con la tradición bÃblica, Dios es concebido ante todo en términos de trascendencia, personalidad y unidad.
3.1 La idea judÃa de Dios
La idea de trascendencia es introducida en los versos iniciales de las escrituras hebreas, en las que Dios es presentado como creador y este concepto imprime todo el discurso judÃo sobre Ãl. Decir que el mundo es creado significa que no es independiente de Dios o una emanación de Dios, pero sà es externo a Ãl, un producto de su voluntad, por eso Ãl es Señor de toda la tierra. Esto explica la antipatÃa que los judÃos sienten hacia la idolatrÃa (ninguna criatura puede representar al Creador, por lo que está prohibido hacer ninguna imagen material suya). Sin embargo, es también parte de la doctrina referida a la creación que el ser humano fue hecho a imagen de Dios; por ello, la comprensión hebrea de Dios fue francamente antropomórfica. Ãl prometÃa y amenazaba, podÃa enojarse y ser asimismo envidioso; pero sus atributos principales eran virtud, justicia, compasión, verdad y lealtad. Es representado como rey, juez y pastor. Ãl establece pactos con su gente y asà se autolimita. Como Dios, a pesar de su condición antropomórfica, es una divinidad viva. Es verdad que el nombre de Dios, Yahvé, era entendido como "Yo soy el que es", pero no era tomado por los hebreos de la época bÃblica en el sentido abstracto y metafÃsico en el que se le consideró más tarde. El Dios hebreo era único y su mandato fue, "¡No tendréis otros dioses delante de mÃ!" (aunque en algunos pasajes bÃblicos el EspÃritu del Señor y el Ãngel del Señor y, en posteriores especulaciones judÃas, la sabidurÃa divina parecen ser seres divinos secundarios).
3.2 Concepción cristiana
El cristianismo emprendió su andadura como una secta judÃa y asà asumió al Dios de los hebreos, y las Escrituras judÃas se convirtieron con el tiempo, para los cristianos, en el Antiguo Testamento. Durante su magisterio, Jesús fue quizá entendido como un hombre santo de Dios, pero a finales del siglo I los cristianos le habÃan ensalzado como pastor divino, y esto creó la tensión con la tradición monoteÃsta del judaÃsmo. La solución del problema fue el desarrollo de la doctrina de Dios trino o Trinidad que, pese a insinuarse en el Nuevo Testamento, no fue formulada de un modo completo hasta el siglo IV. El Dios del Antiguo Testamento se convirtió, para los cristianos, en el Padre, un tÃtulo que el mismo Jesús le habÃa aplicado y por el que se proponÃa hacer hincapié en su amor y cuidado más que en su poder. Jesús mismo, reconocido como Cristo, fue entendido como el Hijo encarnado o la Palabra divina (Logos), la manifestación concreta de Dios en el orden finito. Ambas expresiones, Hijo y Palabra, implican un ser, que es a la vez distinto del Padre e incluso tan próximo, relacionado como ser 'de la misma sustancia' (del griego, homoousios) con Ãl. El EspÃritu Santo —en Occidente se dice que procede del Padre y del Hijo, en Oriente que procede sólo del Padre (después de la controversia del filioque)— es la presencia inmanente y la actividad de Dios en la creación, por la que lucha para conducirla a la perfección. Aunque la teologÃa cristiana habla de las tres "personas" de la Trinidad, no hay tales personas en el sentido moderno, sino tres modos de ser del mismo y único Dios.
3.3 Islam
El islam surgió como una poderosa reacción contra las antiguas culturas paganas de Arabia y, como consecuencia de ello, es la que profesa su monoteÃsmo con mayor rigidez entre las tres religiones de raÃz bÃblica. El nombre de Alá significa simplemente 'El Dios'. Es personal, trascendente y único, y a los musulmanes se les prohibe representarlo con cualquier forma viviente. El credo principal se resume en la proclamación: "No hay dios más que Alá y Mahoma es su profeta". Alá tiene siete atributos básicos: vida, conocimiento, poder, voluntad, oÃdo, vista y habla. Las tres últimas no se entienden en un sentido antropomórfico. Su voluntad es absoluta, y todo lo que ocurre depende de ella, incluso hasta el punto de que creyentes y no creyentes están predestinados a la fe o a la falta de fe.
4 RELIGIONES DE ASIA Y OTRAS
A pesar de las diferencias, las concepciones de Dios en el judaÃsmo, el cristianismo y el islam tienen un obvio parecido familiar. Las grandes religiones de Asia, sin embargo, pertenecen a un esfera muy distinta. Incluso el uso de la palabra Dios en un contexto religioso asiático puede ser engañoso, porque por regla general lleva la connotación de personalidad. Una expresión más amplia que englobarÃa tanto la idea de un Dios personal y la idea de un absoluto impersonal o suprapersonal es el Ser Sagrado.
4.1 Hinduismo
En el hinduismo, el Ser Sagrado puede ser comprendido de diferentes maneras. Desde una perspectiva filosófica, es entendido como Brahman, la realidad única eterna, absoluta, que abarca todo lo que es, de modo que el mundo que cambia es sólo la apariencia exterior (maya). En la religión popular se reconocen muchos dioses, pero entendidos con propiedad, son manifestaciones de Brahman, y cada uno de ellos tiene su propia función. Los tres dioses principales, Brahma, Visnú y Siva (encargados de la creación, la preservación y la destrucción), están unidos como el Trimurti, o los tres poderes. Hablando en sentido estricto, el dios creador no crea en el sentido judeocristiano, porque el mundo es eterno y él es tan sólo el dios que ha estado desde la génesis de los Tiempos. En el hinduismo Bhakti, el camino de la devoción personal, el dios Isvara se concibe como personal y no es diferente al dios judeocristiano.
4.2 Budismo y religión china
Se dice a veces que el budismo Theravada es ateo, pero no es asÃ. Los dioses son reales, pero no son lo fundamental. La realidad última o Ser Sagrado, constituye el orden cósmico impersonal. Una idea semejante se encuentra en la religión griega antigua, en la que el destino cósmico parece haber sido superior incluso a los grandes dioses. En el budismo Mahayana de China y Japón, Buda mismo fue transformado en un ser divino, aunque la vinculación con el Buda histórico se volvió muy tenue o incluso desapareció, de ahà que las figuras de Buda en el Lejano Oriente sean consideradas seres cósmicos.
En las religiones chinas indÃgenas, el politeÃsmo puro de las culturas populares fue modificado por el contacto con las tradiciones filosóficas desarrolladas por la minorÃa erudita. En estas filosofÃas el Ser Sagrado último también parece haber sido concebido como una categorÃa impersonal. En el taoÃsmo, es el ritmo del Universo; en el confucianismo es la ley moral del cielo.
4.3 PoliteÃsmo y animismo
En el politeÃsmo, hay muchos seres sagrados, cada uno de los cuales manifiesta algún atributo divino particular o cuida de algún aspecto concreto de la naturaleza o de las cuestiones humanas. El politeÃsmo fue la forma más común de religión en el mundo antiguo y estuvo muy desarrollada en Egipto, Mesopotamia, Grecia y Roma, entre otras civilizaciones. Tiende, sin embargo, a evolucionar en una forma de religión que muestra una concepción unitaria de la divinidad (como demostró el hinduismo), bien por ejercer la crÃtica filosófica o porque una de las deidades en el panteón politeÃsta adquiera una superioridad contundente. Se solÃan concebir los dioses de un panteón con algún lazo familiar, lo que aseguraba desde el principio un sentido de su unidad. El politeÃsmo se desarrolló casi con regularidad a partir de una forma más tradicional de religión (todavÃa practicada en muchas partes del mundo) llamada animismo, la creencia en una multitud de fuerzas espirituales, localizadas y limitadas en su poder, algunas amistosas y otras hostiles. En el animismo el sentido de Ser Sagrado se difunde por todo el Universo.
4.4 Sumario de tipos principales
Una serie de tipos, cada uno transformándose en los otros, puede ser extraÃdo de este estudio. En el monoteÃsmo del judaÃsmo y del islam, el Ser Sagrado se concibe en su aspecto más trascendente y personal. En el trinitarianismo cristiano, se hace un intento para sintetizar la trascendencia y la inmanencia. En las religiones de Asia que se han tratado, se resalta la inmanencia y naturaleza impersonal del Ser Sagrado (aunque algunas formas de hinduismo y budismo no excluyen aspectos personales de la condición divina).
5 FUNDAMENTOS PARA LA CREENCIA EN DIOS
Aunque las concepciones de Dios han variado de modo considerable, en dependencia del periodo histórico, cultura y grupo de que se trate, una misma fe en un Ser Sagrado ha sido predominante en algún sentido en casi todas las sociedades a través de la historia. Sin embargo, esta creencia ha sido puesta en duda desde los tiempos antiguos por doctrinas como el escepticismo, el materialismo, el ateÃsmo y otras formas de descreimiento, y la proporción de no creyentes es más alta en las sociedades modernas que en la mayorÃa de las sociedades del pasado.
5.1 Variedades de incredulidad
Los argumentos en contra de la creencia en Dios son tan numerosos como los que existen a su favor. El ateÃsmo niega de modo absoluto la existencia de Dios. Algunos, por ejemplo, creen que el universo material constituye la realidad última; otros argumentan que el predominio del sufrimiento y del mal en el mundo imposibilita la existencia de un ser sagrado. Los agnósticos creen que la evidencia a favor y en contra de la existencia de Dios es cuestionable; por lo tanto suspenden el juicio en beneficio de la duda. Los positivistas creen que la investigación racional se halla restringida a las cuestiones del hecho empÃrico o demostrable por vÃas positivas y cientÃficas, por lo que no tiene sentido ni afirmar ni negar la existencia de Dios.
5.2 La naturaleza de la creencia en Dios
Si Dios es el fundamento u origen del ser y no simplemente otro ser, aun el ser supremo o más elevado que concebirse pueda, entonces no existe en el sentido en que se encuentran las cosas en el mundo. Puede ser incluso engañoso decir, "Dios existe", aunque es el modo tradicional de hablar. Creer en Dios es tener fe en el fundamento último del ser, o confiar en la racionalidad última y la virtud de la disposición completa de las cosas. Este modo de expresar el tema deja en el aire las cuestiones de la trascendencia e inmanencia, ser personal e impersonal, entre otras. El fundamento principal para creer en Dios debe encontrarse en la experiencia, y en concreto en la experiencia religiosa. Hay muchas experiencias en las que la gente ha sido consciente del Ser Sagrado que afecta a sus vidas —experiencias mÃsticas, conversión, una sensación de presencia, a veces visiones o locuciones— y que pueden sentirse con la fuerza de una revelación. Junto a experiencias religiosas en sà mismas hay otras en las que la gente llega a ser consciente de una profundidad o una finalidad que ellos llaman Dios (experiencias morales, relaciones interpersonales, sensación de belleza, la búsqueda de la verdad, la conciencia de finitud, incluso la confrontación con el sufrimiento y la muerte). A veces se producen las llamadas situaciones lÃmite (término utilizado en el siglo XX por el filósofo alemán Karl Jaspers), porque aquéllos que sufren tales experiencias parecen chocar contra los lÃmites de su propia existencia. Al hacer esto, sin embargo, llegan a ser conscientes de un ser que trasciende su propio ser, con el que todavÃa sienten tanto diferencia como afinidad. Llegan a ser conscientes de lo que en el siglo XX el teólogo protestante Rudolf Otto denominó, en una clásica descripción, mysterium tremendum et fascinans, el misterio que produce a la vez temor y fascinación.
5.3 Argumentos formales para la existencia de Dios
Para un incalculable número de personas estas experiencias del Ser Sagrado son auto-autentificadas, y sienten que no necesitan indagar más. Toda experiencia humana, sin embargo, es falible. Errores de percepción son experiencias cotidianas, y concepciones falsas del mundo natural, la Tierra, los cuerpos celestes y otras análogas han prevalecido durante miles de años. Es por lo tanto posible que la experiencia del Ser Sagrado sea ilusoria, y esta posibilidad ha llevado a algunos creyentes a buscar una base racional para sostener su fe en Dios con la confirmación de la propia experiencia. Numerosos intentos se han llevado a cabo para probar la realidad de Dios. El teólogo escolástico medieval san Anselmo afirmó que la misma idea de un ser de quien nada más perfecto puede ser concebido supone su existencia, pues la existencia es en sà misma un aspecto de la perfección. Muchos filósofos han negado la validez lógica de la transición de la idea a la existencia real, pero todavÃa se discute este razonamiento ontológico. El teólogo del siglo XIII santo Tomás de Aquino rechazó el razonamiento ontológico, pero propuso otras cinco pruebas de la existencia de Dios que todavÃa son aceptadas de forma oficial por la Iglesia católica apostólica romana: 1) la realidad del cambio requiere un agente del cambio; 2) la cadena de la causalidad necesita fundarse en una causa primera que no es causada; 3) los hechos contingentes del mundo (hechos que pueden no haber sido como son) presuponen un ser necesario; 4) se puede observar una gradación de las cosas desde lo más alto a lo más bajo, y esto apunta hacia una realidad perfecta en el punto más alto de la jerarquÃa; 5) el orden y el diseño de la naturaleza demandan como fuente un ser que posea la más alta sabidurÃa. El filósofo alemán del siglo XVIII Immanuel Kant rechazó y refutó los razonamientos de Tomás de Aquino, pero sostuvo la necesidad de la existencia de Dios como el soporte o garante de la vida moral. Estas razones para afirmar la realidad de Dios han sido sometidas todas a repetidas crÃticas y siguen siendo replanteadas para recibir nuevas apreciaciones. Hoy dÃa está aceptado de un modo general que ninguna de ellas constituye una prueba, pero muchos creyentes dirán que los razonamientos acumulan una fuerza que, aunque tiene poco de prueba, supone una fuerte probabilidad, sobre todo en conjunción con la evidencia de la experiencia religiosa. En último extremo, la creencia en Dios es, como muchas otras creencias importantes, un acto de fe, una fe que tiene que estar enraizada en la experiencia personal.
2006-07-28 14:53:41
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answer #11
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answered by Prof. Eddie Peniche Cuevas. 2
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