La batalla de Harmagedón
- La sexta trompeta
San juan 9,13 Tocó el sexto ángel. Entonces oà una voz que venÃa de las cuatro esquinas del
altar de oro colocado delante de Dios,
14 y que le dijo al sexto ángel: "Suelta a los cuatro ángeles encadenados a orillas del
gran rÃo Eufrates". Y soltaron a los cuatro ángeles que esperaban la hora, el dÃa, el mes y
el año, listos para exterminar a un tercio de los hombres.
16 El número de los soldados a caballo era de doscientos millones; es el número que oÃ. En
mi visión yo vi a esos caballos y a quienes los montaban.
17 Ãstos llevan corazas color de fuego, de jacinto y de azufre. Las cabezas de los caballos
son como cabezas de leones, y de sus bocas sale fuego, humo y azufre.
(Nota del autor. ¿Cómo describirÃa un profeta de hace dos mil años un moderno ejército de
carros de combate, viendo como disparan sus cañones y sus misiles?).
18 Entonces un tercio de los hombres fue exterminado por estas tres plagas: el fuego, el
humo y el azufre que los caballos lanzaban por el hocico.
19 Porque el poder de los caballos está en el hocico, pero también en sus colas. En efecto,
éstas son como serpientes, y tienen cabezas con las que hacen daño.
(Nota del autor, ¿puede referirse a misiles lanzados desde tanques modernos?).
20 Sin embargo, los demás hombres que no fueron exterminados por esas plagas, no se arre-
pintieron de las obras de sus manos, dejando de adorar a los demonios, a los Ãdolos de oro
y de plata, de bronce y de piedra y de madera, los cuales no pueden ver, ni oÃr, ni andar,
21 ni se arrepintieron de sus homicidios, ni de sus maleficios, ni de su fornicación, ni de
sus robos.
10,1 Vi después a otro ángel vigoroso que bajaba del cielo envuelto en una nube. El arco
iris rodeaba su cabeza, su cara era como el sol y sus piernas como columnas de fuego.
2 En la mano tenÃa un librito abierto. Colocó el pie derecho sobre el mar y el izquierdo
sobre la tierra
3 y gritó su anuncio con voz tremenda, semejante al rugido del león. Y al momento los siete
truenos entregaron su propio mensaje.
4 Yo me preparaba para escribir lo que habÃan dicho los siete truenos, cuando una voz desde
el cielo me dijo: "Guarda en secreto las palabras de los siete truenos y no las escribas".
5 Entonces el ángel que yo habÃa visto de pie sobre el mar y la tierra, levantó la mano de-
recha al cielo, jurando por el que vive por los siglos de los siglos y que creó el cielo,
la tierra, el mar, y cuanto hay en ellos. Dijo "Ya no habrá más demora,
7 pues en el momento en que oiga el séptimo ángel tocar la trompeta, entonces se habrá cum-
plido el plan misterioso de Dios, como Ãl lo anunció a sus siervos los profetas".
8 Y la voz que me habÃa hablado del cielo se dirigió de nuevo a mi y me dijo: "Acércate al
ángel que está de pie sobre el mar y sobre la tierra, y toma el librito que tiene abierto
en la mano".
9 Fui, pues, donde el ángel a pedirle que me lo pasara; él me respondió: "Tómalo y cómetelo
será amargo para tu estómago, aunque en tu boca sea dulce como la miel".
10 Tomé el librito que me pasaba el ángel y me lo comÃ. En mi boca era dulce como la miel,
pero cuando terminé de comerlo, se volvió amargo en mi estómago.
11 Entonces me dijeron: "Es preciso que de nuevo profetices a los pueblos, a las naciones a
las lenguas y a los reyes numerosos".
- La séptima trompeta
11,15 Tocó el séptimo ángel; entonces resonaron grandes voces en el cielo: "Ahora el mundo
ha pasado a ser reino de nuestro Dios y de su Cristo. SÃ, reinará por los siglos de los si-
glos".
Los veinticuatro ancianos que estaban sentados en sus sillones delante de Dios se postraron
para adorar a Dios,
17 diciendo: Te damos gracias, Señor, Dios Todopoderoso, que eres y que eras, por haber em-
pezado a reinar valiéndote de tu poder invencible. Las naciones se habÃan enfurecido, pero
llegó tu enojo, el momento de juzgar a los muertos, de premiar a tus siervos los profetas,
a tus santos y a cuantos honran tu Nombre, ya sean grandes o pequeños, y de destruir a los
que destruÃan la tierra.
(Nota del autor. La contaminación del planeta tierra da motivo a los santos del cielo para
festejar el que Dios elimine a los hombres que contaminan y destruyen su obra).
19 En ese momento, se abrió en el cielo el santuario de Dios; dentro del santuario se pudo
ver el Arca de la Alianza de Dios. Y se produjeron relámpagos, truenos y rumores, terremoto
y fuerte granizada.
El profeta ZacarÃas nos describe cómo será la consecuencia de la tercera guerra mundial en
los hombres y mujeres de los paÃses que atacarán Israel, y por ende el resto.
ZacarÃas 14,12. A todos los pueblos que lucharon contra Jerusalén el Señor les impondrá el
siguiente castigo: Se les pudrirá la carne mientras estén en pié, se les pudrirán los ojos
en las cuencas, se les pudrirá la lengua en la boca.
13 Aquel dÃa les asaltará un pánico terrible enviado por el Señor. Cuando uno agarre la ma-
no de un camarada el otro volverá su mano contra él.
14 Hasta Judá luchará contra Jerusalén. Arrebatarán las riquezas de los pueblos vecinos;
plata y oro y trajes innumerables.
15 Los caballos, mulos, burros, camellos y demás animales que haya en los campamentos su-
frirán el mismo castigo.
(Nota del autor. ¿No es una excelente manera de describir las consecuencias de la exposi-
ción directa a una bomba nuclear moderna?, porque el lector convendrá conmigo que hasta
ahora ninguna arma podÃa hacer pudrir la carne del enemigo mientras éste estaba en pié).
- Las siete copas. Sigue la descripción de la batalla de Harmagedón.
San Juan. CapÃtulo 16. Las siete plagas de los siete ángeles.
16.1 Del templo oà una gran voz que decÃa a los siete ángeles: Id y derramar las siete co-
pas de la ira de Dios sobre la tierra.
2 Fue el primero y derramó su copa sobre la tierra, y sobrevino una úlcera maligna y perni-
ciosa sobre los hombres que tenÃan la marca de la bestia y que se postraban ante su imagen.
3 El segundo derramó su copa sobre el mar, y se convirtió en sangre como de muerto, y murió
todo ser viviente en el mar.
4 El tercero derramó su copa sobre los rÃos y sobre la fuentes de las aguas, y se convir-
tieron en sangre.
5 Y oà al ángel de las aguas que decÃa: Justo eres tú, el que és, el que era, el Santo,
porque asà has juzgado.
6 Pues que derramaban la sangre de los santos y de los profetas, tú les has dado a beber
sangre; bien se lo merecen.
7 Y oà al altar que decÃa: "SÃ, Señor, Dios Todopoderoso, verdaderos y justos son tus jui-
cios".
8 El cuarto derramó su copa sobre el sol, y fuere dado abrasar a los hombres con el fuego.
9 Eran abrasados los hombres con grandes ardores, y blasfemaban el nombre de Dios que tiene
poder sobre estas plagas; pero no se arrepintieron para darle gloria.
10 El quinto derramó su copa sobre el trono de la bestia, y su reino se cubrió de tinieblas
y de dolor se mordÃan las lenguas.
11 Y blasfemaban del Dios del cielo a causa de sus penas y de sus úlceras pero de sus obra
no se arrepentÃan.
12 El sexto derramó su copa sobre el gran rÃo Eufrates, y se secó su agua, de suerte que
quedó expedito el camino a los reyes del naciente del sol.
13 Y vi que de la boca del dragón, y de la boca de la bestia, y de la boca del falso profe-
ta salÃan tres espÃritus inmundos como ranas,
14 que son los espÃritus de los demonios, que hacen señales, que se dirigen hacia los reyes
de la tierra para juntarlos a la batalla del dÃa grande del Dios todopoderoso.
15 He aquà que vengo como ladrón; bienaventurado el que vela y guarda sus vestidos para no
andar desnudo y que se vean sus vergüenzas.
16 Y los juntó en el sitio que en hebreo se llama HARMAGEDÃN.
17 El séptimo derramó su copa en el aire, y salió del templo una gran voz, que procedÃa del
trono de Dios, diciendo: Hecho está.
18 Y hubo relámpagos, y voces y truenos, y un gran terremoto, cual no lo hubo desde que
existen los hombres sobre la haz de la tierra.
19 La gran ciudad se hizo tres partes, y se hundieron las ciudades de las naciones, y la
gran Babilonia fue recordada delante de Dios, para darle el cáliz del vino del furor de su
cólera.
20 Huyeron todas las islas y las montañas desaparecieron.
21 Una granizada grande como de un talento, cayó del cielo sobre los hombres, y blasfemaron
los hombres contra Dios por la plaga del granizo, porque era grande en extremo su plaga.
Fuente de información:
- "Las ProfecÃas ocultas en la Sagrada Biblia", autor: José Villar Fernández - 1ª edición
marzo del 2.001, Impreso por Romanyà Valls S.A. P. Verdaguer, 1 Capellades (Barcelona).
Depósito legal: B-19.369-2001 ISBN: 84-95529-04-1.
- Pagina Web "El secreto de las Estrellas" - http://www.thesecretofthestars.com/
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La palabra HARMAGEDÃN dejada por Juan en Apocalipsis 16: 16 significa "Monte Magedo o Megiddó", para unos es la "Batalla final" y para otros se destaca como "La belleza de la limpieza se acerca al fin". Según el Diccionario Católico Harmagedón es el nombre hebreo que significa "monte de Megiddó" el lugar de la derrota definitiva de la coalición de poderosos unidos en su odio contra Cristo. Hace referencia a una gran planicie de Asdralón, que se extiende desde el pie del monte de Megido en la parte norte de Israel. Cuando Napoleón contempló esta planicie dijo: "La verdad es que aquà se podrÃan reunir todos los ejércitos del mundo para batallar". "Har-magedón", es la palabra hebrea que significa "ciudad de la colina", la ciudad Mageda que está en el norte de Israel, y desde su cima se ve una llanura de más de 200 kilómetros en donde la carretera del sur se dividÃa en dos, una hacia Fenicia y la otra hacia Damasco, lugar de docenas de batallas. La ciudad, Harmagedón, fue destruida y reconstruida 21 veces, hasta que quedó en las ruinas que hoy se aprecian.
Sammy Eppel el dÃa 23 de febrero de 1996 consignó:
En el segundo siglo de la era cristiana, vivió en una isla griega un santón llamado José, conocido como " José de Patmos". Ese señor fue creador de gran parte de la " demonologÃa " tal como la conocemos hoy en dÃa. Pero su más famosa obra tiene que ver con la batalla de el fin del mundo que tendrÃa su comienzo en la planicie de Meggido, donde los ejércitos del bien se concentrarÃan para hacer frente a las huestes del mal liderizadas por el mismo demonio, personificado por una bestia con siete cuernos que saldrá del mar, cuyo número es "666" y vendrá acompañada por los cuatro jinetes del Apocalipsis. Durante los 1.800 transcurridos desde aquel famoso escrito, prácticamente cada 100 años surge un movimiento apocalÃptico que pregona el fin del mundo, obviamente han estado equivocados, ¡ por ahora! . Ãltimamente han surgido varias tendencias que pregonan que el final es en el 1.997, porque si se le resta el uno al siete da seis y si se voltean los dos nueve se convierten en dos seis y asà da " 666 ". Lo que esto me indica es que la numerologÃa da para todo. En otras palabras cada uno de nosotros armado simplemente con nuestro número de cédula y efectuando las necesarias permutaciones podemos convertirnos en sucesores de Nostradamus y de esa manera ser portavoces de el futuro de la humanidad. Lo cierto de la cosa es que en nuestro paÃs la numerologÃa y la brujerÃa son ciencias exactas, practicadas ávidamente por un selecto grupo de compatriotas que " diestramente " han manejado el pasado, presente y futuro de nuestra querida y sufrida Venezuela.
Alejandro Frigerio. Universidad Católica Argentina en julio 1999 escribió:
En la Argentina de 1999, la importancia del próximo fin de un milenio y comienzo del siguiente, según lo establece nuestro calendario (véase en "A propósito de la llegada del tercer milenio", en el número anterior de Ciencia Hoy), no es principalmente puesta de relieve, como algunos lo esperaban, por movimientos religiosos marginales con preocupaciones apocalÃpticas, sino por la industria cultural secular y los medios de comunicación, que transformaron la fecha en un event, es decir, un acontecimiento de relevancia social. En dichos medios, la expectativa milenarista está presente, bajo una luz utópica, en innumerables avisos que promocionan productos presentándolos como especialmente apropiados a la nueva era tecnológica que inaugurarÃa el flamante milenio. También aparece con un revestimiento apocalÃptico en numerosas notas agoreras acerca de las consecuencias sociales que acarrearÃa a la sociedad un supuesto colapso de las computadoras.
Mileranistas
En la tradición cristiana -especialmente la protestante, que se preocupó más por estas cuestiones- dos son las maneras más difundidas de concebir los últimos dÃas y la llegada del reino de Jesús. Una es la postmilenarista, según la cual la acción exitosa de los cristianos en la expansión de los ideales y la ética de su religión instaurará un perÃodo de mil años de convivencia armoniosa en la Tierra, a cuyo término se producirá el regreso de Cristo. La otra es la premilenarista, que expresa menos optimismo sobre la capacidad humana de vencer al mal; sostiene que solo la segunda venida de Cristo con un ejército celestial permitirá doblegar al Anticristo en la batalla de Harmagedón, después de la cual se iniciará el reinado milenario.
Durante mucho tiempo, los evangélicos fundamentalistas se caracterizaron por una posición premilenarista, tanto los norteamericanos como el creciente número de latinoamericanos enrolado en sus filas. La idea de que los humanos poco pueden hacer para adelantar o retrasar la segunda llegada de Cristo y la gran batalla entre el bien y el mal ayudaba a explicar su apoliticismo y su retracción de la sociedad, asà como su énfasis en la conversión y la salvación individuales. En las últimas dos décadas, sin embargo, la situación fue cambiando, y la posición postmilenarista ganando adeptos entre los evangélicos (por ejemplo, los bautistas y los pentecostales), que aumentaron su participación polÃtica y social. Ejemplo de ello es la creciente influencia en los EE.UU., en la polÃtica y la cultura, de la derecha religiosa, asà como la activa participación polÃtica de los pentecostales en numerosos paÃses latinoamericanos (en el Brasil, por ejemplo, hay varios diputados pertenecientes a esta corriente). Vastos sectores del protestantismo ahora creen que pueden -y deben- dedicarse a construir el reino de Dios en esta Tierra.
La concepción cristiana descripta, aunque no es la primera ni la única que planteó el asunto del final del mundo, puede ser tomada como arquetÃpica de una cosmovisión milenarista. Resulta particularmente relevante porque varios de sus sÃmbolos, imágenes e ideas fueron retomados por otras visiones religiosas. También han influido sobre movimientos sociales seculares, lo mismo que en la manera en que las ciencias sociales han estudiado estos fenómenos. Dicha visión cristiana de los últimos dÃas: (a) describe cómo será el fin del mundo, (b) define el sentido de la historia, ya que la ordena de acuerdo con ese fin, (c) interpreta dicho sentido como una lucha entre el bien y el mal, (d) contiene un elemento de intensa tensión, por el contraste de las ideas del final y las del nacimiento de un nuevo orden social y cósmico, y (e) resalta la importancia de la venida de un mesÃas que anunciará o acelerará el proceso.
Los integrantes de grupos milenaristas con frecuencia cambian drásticamente su forma de vida y, en casos extremos, hasta abandonan sus actividades habituales. Rechazan el viejo orden antes de haber creado el nuevo, por lo que viven entre dos mundos, uno antiguo que ya han descartado y uno nuevo que aún no llegó. De ahà que sus formas de organización social suelen ser inestables, volátiles y caracterizadas por un estado de excitación y de expectativa. Es común que tengan una visión dicotómica del mundo, en el que los individuos representan ya sea el bien, el nuevo orden y el futuro (y por lo tanto serán salvados), o se identifican con el viejo orden, el mal, el pasado y la injusticia (y por lo tanto no lo serán).
Ariel Ariel Ãlvarez Valdés en octubre 2000 expresó:
Basándose en el libro del Apocalipsis, el fundador de los Testigos de Jehová, Carlos Russel, predijo que en 1914 estallarÃa una espantosa batalla en la que Dios destruirÃa a todos los malos y pecadores de la tierra: la famosa batalla de Harmagedón. Según Russel, con ella darÃa comienzo el Fin del Mundo.
Semejante anuncio atrajo la atención de mucha gente, que temerosa de esta profecÃa se afilió de inmediato a la nueva secta. Pero al llegar 1914 nada sucedió. Para justificar su fracaso, Russel explicó a sus seguidores que Dios querÃa tener un poco más de paciencia con los pecadores; y confirmó para 1918 la gran batalla. Pero su predicción volvió a fallar. Ante la nueva frustración su sucesor José Rutherford rehizo los cálculos y fijó por tercera vez la fecha, para 1925. Pero tampoco acertó. Por último los Testigos de Jehová pronosticaron la batalla de Harmagedón para 1975. Y se equivocaron otra vez.
Guillermo Sheridan señaló:
Pues bien: llegamos al primero de enero del año 2000 sin excesivos contratiempos. Ni marcianos ni ángeles; ni parusÃas ni cataclismos. Salió el sol, lloró un niño, vimos un árbol, pasó un hombre en bicicleta, lo apachurró el microbús. Lo de siempre... En fin, que no hubo Apocalipsis. ¿Nos sentiremos ridÃculos de haberlo temido o deseado? No: seguiremos atareados con su inminencia, explotando la industria de su vÃspera. Lo único distinto es que ahora sabemos que una de las caracterÃsticas del Apocalipsis es su impuntualidad. Y que esta impuntualidad es sólo una triquiñuela que utiliza para darse aún más importancia. No cabe duda de que Dios —ese bromista— creó al universo con la obsolescencia incluida. Seré, el primer dÃa de enero del 2000, el primero en citar a Borges: "En este largo dÃa que no pasa,/ me siento duradero... y desvalido".
Grandes errores se cometen una y otra vez en cuanto a la interpretación de profecÃas: UNO; fijar fechas que casi siempre fracasan no por el vidente sino por los que lo interpretan. DOS; ignorar que, por lo general, la profecÃa sólo será entendida después que el hecho profetizado se cumple. TRES; leer e interpretar literalmente el texto profetizado que está encriptado, velado o sellado bajo las palabras escritas. Además, hay otro factor que escapa a la misma profecÃa: no todo lo apreciado por el vidente en el pasado deberá suceder asà dado que hay variables que, si se manifiestan, permiten a esos hechos no suceder como el vidente los apreció. Y por último, el vidente ve el futuro con sus ojos y entendimiento del pasado y lo relata sin tener palabras para expresar todo lo que realmente el vio, y en estado de trance entendió pero que, racionalmente no necesariamente comprende. Por todo ello mal lo pasan en sus errados pronósticos los que se dedican a interpretar el Apocalipsis o revelación de Juan y suponen que la palabra Harmagedón significa la batalla del fin con fecha y lugar, palabra mencionada por Juan tan sólo una vez en el libro de Apocalipsis 16: 16. Pareciera que estos analistas ignoran el párrafo final de dicha revelación:
Yo atestiguo a todo el que escucha mis palabras de la profecÃa de este libro que, si alguno añadiere a estas cosas, Dios añadirá sobre él las plagas escritas en este libro; y si alguno quita de las palabras del libro de esta profecÃa, quitará Dios su parte del árbol de la vida y de la ciudad santa que están escritas en este libro.
A su vez olvidan a Nostradamus quien finaliza su mensaje profético con una severa advertencia:
Que aquellos que lean estos versos
los pesen con madura reflexión.
Que el vulgar, el ignorante y el profano, se aparten.
Que todos los astrólogos, los imbéciles y los bárbaros se alejen,
Maldito sea, de acuerdo con el rito,
aquel que actúe de otra manera.
* * *
Cada ser humano es un Centro Radiante de EnergÃa del plano sutil condensada acá. EnergÃa que influye mediante el pensamiento en uno mismo, en los demás y en la Naturaleza. Saber esto explica la necesidad de practicar el arte del Buen Pensar en una realidad enmarcada en el individual libre albedrÃo. Si está profetizado Harmagedón, lo cual no me queda claro, esa es una cara, la visible de la profecÃa. Pero, si se dan condicionantes favorables como una media humana de mejor pensar, se activará la otra cara no visible de la profecÃa y esa es anticaos y de Luz. Eso destaca al concepto ANTIHARMAGEDÃN.
Somos seres energÃa cuya primaria energÃa sutil de SabidurÃa e Inteligencia se ha condensado en el plano de la materia en la ignorancia con la finalidad de, vida a vida, transmutar lo denso en sutil. Y para eso estamos en la Tierra: reconocer la Luz entre las tinieblas; encontrar la sabidurÃa entre la ignorancia, el amor en el odio, el perdón en el odio, la bondad en la maldad...
El SOMOS es un atributo humano que nos diferencia de los sin mente; saber que somos ignorando el por qué y para qué somos. Este conocimiento fue llamado iniciático y ahora está al alcance de quien quiera discernirlo por sà mismo. No somos este cuerpo fÃsico que, gracias a su cerebro piensa y tiene sentimientos. No somos fruto aleatorio de alguna aleatoria unión primigenia de moléculas ni de un capricho divino de un ente que jugarÃa a los dados con nosotros. SOMOS lo que a este cuerpo fÃsico le permite ser gracias al cerebro que recibe la energÃa-información vital desde la mente o puente de unión con el alma que nos faculta a pensar, discernir, tener sentimientos y libre albedrÃo. SOMOS la Inteligencia sutil que programó la mente y esta vida para desarrollarse siendo lo que cada uno es en esta vida porque asà uno mismo como alma se lo propuso para crecer mejor. No estamos acá por azar ni divino capricho, estamos cumpliendo una programada misión en la vida que es tan solo un dormir más para el alma. Estamos acá por propio voluntad y somos lo que propusimos ser con el fin de ser, en lo que somos, mejores y manifestar atributos que sutilizan la mente y desarrollan el cerebro.
Se entiende mejor nuestro ser si pensamos que la mente es un computador sutil regido por el alma y que a su vez rige al computador biológico cerebro. Con nuestros pensamientos programamos la mente, pensar es privativo de la mente consciente, por lo tanto cada uno puede reprogramar su mente pensando mejor. Quien asà lo hace induce cuánticamente una energÃa que realiza el milagro alquÃmico de la reingenierÃa cerebral. Un cerebro más desarrollado permite manifestar más la mente lo que da lugar a un cÃrculo virtuoso de acelerada evolución tan necesaria para el ANTIHARMAGEDÃN.
SOMOS energÃa emanada de DIOS cual espÃritu individual, libre y con la misión de desarrollar en las diferentes dimensiones infinitas potenciales previo retornar a DIOS. Es decir, SOMOS energÃa pura manifestada al mismo tiempo en diferentes planos de vida, siendo el más denso este de la tercera dimensión al que nos ligamos por la mente gracias al cerebro. La Sagrada Enseñanza destaca:
Según se piense asà se es
Todos pensamos, la mayorÃa con una media diaria de 70% basura. Eso somos en la forma fÃsica hasta que se descubre que cada uno puede pensar mejor y revertir el proceso mediante una adecuada Reprogramación Mental. No se crea que por tener altas iniciaciones o connotados humanos grados, o lo que sea que lleva al halago y la vanidad, el aura refleja eso que se quiere hacer aparentar que se es. El aura, esa sutil energÃa que nos rodea, es el fiel reflejo de lo que se es bajo la máscara social y mientras más uno se crea tocado por la divinidad o por la diosa fortuna, más vanidad refleja el aura, vanidad que crece en la medida del halago de quienes solo buscan el pensar ajeno de gente con supuesta autoridad, vanidad que emporca nuestra media diaria de pensar.
Los Señores del Karma suelen poner a prueba a quienes se sienten liberados y superiores: El halago por lo general los endiosa y los baja del pedestal de arena, dejando ellos de sintonizar con la Esfera Superior que los sustentó. Los seres o niños de Luz no son crÃticos nuestros dado que ellos nos comprenden tal como cada uno es. Sà son superados por la hipocresÃa humana que hace aparentar ser lo que no se es.
Conviene de cuando en vez hacer el Autoanálisis y mirarse cara en el espejo viéndose tal como uno es. Para luego cerrar los ojos y proyectar la propia imagen en la pantalla interior viendo los ojos chispeantes, el rostro resplandeciente y la personalidad radiante. Al abrir los ojos reflejar ante la personal imagen del espejo esa realidad, no para sentirse superior sino para repetir y mejor irradiar las potencias de:
PAZ - AMOR - ARMONÃA - PROTECCIÃN
En todo el mundo para todos por igual
2006-07-26 09:09:02
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answer #10
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answered by mil20 4
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