Terapias anti-vejez para retrasar el reloj biológico por 1.800 euros
Cerca de 500 personas siguen en España un tratamiento anti-edad, entre ellos el Rey. Por un precio que oscila entre los 1.800 y los 6.000 euros es posible someterse a un proceso que permita ganarle años al reloj biológico. No se trata sólo de vivir más, sino de tener más salud durante la madurez
Fuente: La Razón [30 de octubre de 2003] - David Ruipérez - Madrid.
Vivir muchos años colmados de todo tipo de achaques no le gusta a nadie. Las investigaciones en el campo de la longevidad apuntan que no será extraño cumplir los cien años en un futuro no muy lejano. Los españoles quieren vivir más años, y sobre todo que su madurez vaya acompañada de un buen estado de salud que les permita disfrutar al máximo el retiro laboral. Unas 500 personas reciben en España estos momentos los tratamientos anti-edad más avanzados en centros de reconocido prestigio para intentar retrasar al máximo su reloj biológico. El Rey ha sido el último en someterse a un tratamiento antivejez.
Lejos de la búsqueda de una apariencia juvenil por medio de la cirugía, la medicina «antiaging» ¬una vez más se impone el término anglosajón¬ pretende que el paciente goce de una salud óptima durante más años.
«La edad cronológica no siempre coincide con la biológica. Dos personas pueden tener 50 años, según indica su DNI. Sin embargo ¬por dentro¬ la salud de uno puede ser equivalente a la de una persona de 30 y la de otro a una de 70. Los que están en esta última situación tienen más posibilidades de enfermar», dice Mónica de la Fuente, catedrática de Fisiología de la Universidad Complutense de Madrid.
Hasta 6.000 euros
El tratamiento que recibe Don Juan Carlos en la Clínica Planas y en el Centro Integral de Medicina Avanzada (CIMA) de Barcelona es, en términos generales, el mismo al que puede someterse cualquier paciente dispuesto a pagar entre 1.300 y 6.000 euros. La Ciudad Condal, Madrid o Sevilla son las ciudades pioneras en las terapias antiedad, aunque en países como Alemania o EE UU llevan años ofreciendo esos servicios a quien los pueda costear. Como media, el tratamiento viene a durar unos seis meses.
Conocer a la perfección el estado de salud del paciente es fundamental para saber en qué aspectos hay que reforzar la prevención o si existe predisposición a sufrir determinadas patologías asociadas o no a la madurez. En definitiva, averiguar la edad biológica del paciente.
A partir de ese momento comenzará el tratamiento. «Antes que nada es preciso realizar todo tipo de pruebas: análisis de sangre u orina, comprobar niveles hormonales, marcadores tumorales, riesgo coronario, densidad ósea, capacidad motriz, vista, oído... de todo. Es mucho más que un simple chequeo», explica José Márquez-Serres, presidente de la Sociedad Española de Medicina Antienvejecimiento y Longevidad (SEMAL).
Los grandes centros de medicina anti-edad cuentan con tecnología punta, como las Tomografías por Emisión de Positrones (PET), que permiten detectar cambios pequeños en el metabolismo de las células, lo que supone detectar tumores muy pequeños y poco avanzados.
Los exámenes pueden durar hasta cuatro días, tras los que se obtiene un completo informe. Especialistas y paciente conocen con precisión cuáles son las amenazas para el organismo en el futuro. Asimismo, es factible estimar la posibilidad de padecer cáncer, diabetes, hipercolesterolemia o un accidente cardiovascular en los años venideros.
Si existe hasta el más mínimo problema de salud, éste debe ser detectado con facilidad. «En un hospital se realizan las pruebas diagnósticas siempre que se presente un síntoma. Está orientado a tratar un problema de salud. La medicina antienvejecimiento parte de personas sanas para mejorar sus expectativas y calidad de vida», añade Márquez-Serres.
Con los resultados de todas las pruebas en la mano, el especialista diseña un tratamiento individualizado en el que convergen varios pilares importantes: dieta, ejercicio físico, control de estrés, administración de suplementos (vitaminas, oligoelementos) y, en algunos casos, de hormonas.
Prevenir la oxidación
La lucha contra los radicales libres es uno de los objetivos de la terapia. Una de las teorías sobre el envejecimiento más aceptadas es la de que el oxígeno, que nos permite vivir, también es el que nos deteriora poco a poco. «El oxígeno es muy reactivo. Pequeñas cantidades del mismo ¬moléculas que tienen un electrón desparejado y busca su par¬ acaban dañando las células en su membrana y el núcleo», asegura José Ramón Zaragoza, catedrático de Radiología y Medicina Física de la Universidad de Sevilla.
Existen muchas sustancias que bloquean los radicales libres. «Absorben el oxígeno, se concentran en determinados alimentos ricos en vitaminas A, C o E, o en determinados oligoelementos, como es el caso del selenio», añade Zaragoza. La coenzima Q-10 es otro de los antioxidantes que más de moda se ha puesto en los últimos años.
El ejercicio moderado es crucial para gozar de buena salud, pero para eso no hay que ir a ninguna clínica especializada. «Llevar una dieta equilibrada también está al alcance de cualquiera. Todas las personas deben controlar su estrés porque éste favorece el proceso de oxidación. No hay que obsesionarse con costearse un tratamiento para tener un mejor envejecimiento», dice Mónica de la Fuente.
Todos podemos hacer mucho para asegurar una vejez lo más activa posible. Cualquier facultativo aconseja evitar, en la medida de los posible tabaco, alcohol, malos hábitos alimenticios, sedentarismo. Sin embargo, no es tan sencillo cumplir con los patrones de un estilo de vida saludable. Pero el perfil del paciente de una terapia ««antiaging»» es diferente. «Viene dispuesto a seguir las recomendaciones de los especialistas. Son más cumplidores con el tratamiento», afirma la dermatóloga y miembro de la SEMAL, Ana López Barri. «Hay que estar mentalizado. No se trata de tomar dos pastillas, requiere esfuerzo, colaboración y voluntad», añade Márquez-Serres.
El aspecto más controvertido de las curas antienvejecimiento es la administración de hormonas que remplacen a las que, de forma natural, perdemos a lo largo de la vida. Algunas de ellas se han hecho muy populares y gozan de una exagerada fama como supuestos elixires de la eterna juventud. Melatonina, testosterona, hormona de crecimiento o dehidrepiandosterona (DHEA) se venden como suplementos nutricionales en EE UU y, en el caso de la DHEA, miles de ciudadanos de la vecina Francia confían en ella como garante de su juventud. En España no están autorizadas, aunque es extremadamente sencillo hacerse con ellas a través de internet.
«Los niveles hormonales van decayendo con los años. Desde mi punto de vista son el factor más influyente en el proceso de envejecimiento. Son el motor del organismo», afirma Márquez-Serres.
Muchos endocrinólogos están abiertamente en contra de la administración de hormonas. Sin control, pueden ser una auténtica bomba para el organismo y, de forma ilegal, han circulado y circulan en algunos ambientes. Es el caso de los gimnasios, donde su uso como anabolizante está muy extendido.
«El tratamiento hormonal está indicado, siempre que exista una deficiencia y no se perjudique al paciente. En EE UU se ha hecho un mal uso de las mismas. El abuso no es bueno», dice Ana López Barri. «Hay que ser muy prudente y cauto con la administración de hormonas, porque actúan de distinta forma según el metabolismo de cada persona», puntualiza De la Fuente.
Aunque se llevan a cabo muchos estudios con hormonas para probar de forma incontestable sus poderes antioxidantes, la comunidad científica sigue dividida. En el caso de la melatonina, se la ha empleado en algunos ensayos en para combatir el cáncer aunque todavía siguen en fases prematuras.
«Aun sin el uso de hormonas, no siempre necesario, quien se somete a un tratamiento ««antiaging»» se muestra satisfecho con los resultados», asegura López Barri.
Dado que sus clientes gozan de una alta posición económica y social, las clínicas apuestan por la más absoluta discreción. Los propios interesados tampoco son dados a hacer público el tratamiento al que se someten. El tabú social y el estigma que rodea a la Tercera edad todavía pesa mucho en España.
Aunque las terapias antienvejecimiento se alejan de un fin puramente estético, eso no significa que el aspecto exterior deba descuidarse. «Los enemigos de la piel son el sol, el tabaco y, en mujeres, la menopausia. Quien abusó de la exposición al sol sufre un deterioro cutáneo. Este fotoenvejecimiento es muy común y se trata con cremas a base de ácido retinoíco o glicólico», explica López Barri.
Elevado precio
Los especialistas en medicina anti-edad justifican parte de su elevado precio en la complejidad de las pruebas diagnósticas que se realizan al paciente. Una tomografía computerizada (TAC) o un PET no son precisamente baratos. No obstante, «no hay que abusar, son muy caras», opina López Barri.
«Está claro que es una utopía, pero hay pruebas que analizan parámetros muy indicativos sobre algunas enfermedades. Chequeos como los que realizan estas clínicas deberían estar al alcance de más ciudadanos», dice De la Fuente.
«La sociedad ¬añade¬ debería mentalizarse de que hay sistemas que permiten conservar la salud durante más tiempo, eso es lo importante, aunque no permitan vivir muchos años más».
2006-07-16 14:46:46
·
answer #2
·
answered by Anonymous
·
0⤊
0⤋