La primavera, el crecer de las plantas, el florecer de los árboles, la viveza de los animales, los rayos de sol que calientan y el aire fresco, nos acercan la vida. Imagínate que la Tierra fuera estéril y pedregosa, como un desierto, sin los maravillosos arroyos y cascadas, sin los mares, ríos y lagos, sin plantas, animales y árboles, ¿cómo sería la vida? Tan pobre y pedregoso como sería el planeta, lo serían también los hombres. Pero no es así, ¿o se debería decir mejor: aún no es así? ¿No tienen muchas personas acaso una consciencia pobre y pedregosa, como un desierto árido? Muchos sólo se dedican a la destrucción de lo bello, de aquello que Dios nos ha regalado a Sus hijos humanos: la maravillosa Tierra con todas sus formas de vida, es en verdad un zafiro en el cosmos material. La belleza de la Tierra es parte de nuestra vida. Si no queremos vivir, destruiremos todo lo que hay sobre la Tierra y en ella, y al fin y al cabo a nosotros mismos. En este camino se encuentra la humanidad. Se extermina a sí misma, porque lo envenena y destruye todo, incluido el manto protector de la Tierra, la atmósfera.
Si de verdad creyésemos en Dios y no sólo hablásemos de que creemos, seríamos conscientes de que Dios nos regaló a Sus hijos humanos un maravilloso zafiro, la Tierra, para que reconozcamos en todos los detalles Su amor y Su regir sagrado, en la consciencia de que no sólo somos herederos de esta maravillosa Tierra, con todo lo que vive sobre y dentro de ella, sino que también somos herederos del hogar eterno, que es infinitamente más hermoso que el zafiro, la Tierra con sus plantas, animales, árboles, el aire, los mares y los astros. Sin todo esto no sería posible la vida del hombre. Si nos diéramos cuenta de que más allá de nuestra muerte física una luz mucho más grande nos guía hacia la luz eterna, hacia la fuente absoluta de la existencia eterna, Cristo en nuestra alma, no sólo hablaríamos de que creemos en Dios, sino que también haríamos lo que Dios quiere.
Quien por una vez se esfuerce en analizar lo que Dios quiere, aprenderá a reconocer la verdadera vida en la profundidad de las palabras del Sermón de la Montaña, pero también que en éstas se encuentra el "milagro económico", que no puede ser superado, ni puede ser destruido, que no conoce el desempleo, sino que es la comunidad, la unidad y la evolución en la familia, en la vida con los demás, en la sociedad, en la economía.
Come y bebe moderadamente, y sé consciente de que lo que tomas en alimentos y bebidas es un don del Creador a Sus hijos humanos a través de la madre Tierra. Trata bien a los animales, plantas, sí, a toda la naturaleza, es decir, de una manera similar a como te gustaría que te trataran a ti, pues todas las formas de los reinos de la naturaleza perciben y sienten, porque llevan en sí la vida, el percibir y el sentir. Hazte consciente de que la madre Tierra es la donante de tu cuerpo físico. Quien se respeta a sí mismo mantiene su cuerpo limpio y valora y respeta también a la Madre Tierra.
Quien por una vez se esfuerce en analizar lo que Dios quiere, aprenderá a reconocer la verdadera vida en la profundidad de las palabras del Sermón de la Montaña, pero también que en éstas se encuentra el "milagro económico", que no puede ser superado, ni puede ser destruido, que no conoce el desempleo, sino que es la comunidad, la unidad y la evolución en la familia, en la vida con los demás, en la sociedad, en la economía.
El Sermón de la Montaña es un manual práctico para una vida más elevada en la Tierra.
Esto es una realidad Universal,real y paralela.
2006-07-15 23:27:31
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answer #2
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answered by Carmen V 2
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