Dos hechos recientes, la libertad provisional de Alberto Fujimori y la orden de captura contra Arnoldo Alemán, traen a la actualidad una pandemia que implica a buen número de ex presidentes de la región
Pareciera una burla del destino que el venezolano Carlos Andrés Pérez, el mexicano Carlos Salinas de Gortari y el argentino Carlos Saúl Ménem lleven idéntico nombre; o que los apelativos de otros cinco ex mandatarios corruptos, Augusto Pinochet, de Chile; Alberto Fujimori, de Perú; Arnoldo Alemán, de Nicaragua; y Alfonso Portillo, de Guatemala, comiencen con la A. ¿Cábala, conspiración? En todo caso, un denigrante santoral.
Pero la realidad, lo que si no resulta casual, es el tan alarmante, insultante y significativo número de altos dignatarios latinoamericanos protagonistas de siniestras tramas de corrupción, tejidas con peligrosas amistades en Washington, redes de influencia en la banca y el empresariado, principalmente extranjero, saqueo de las economías nacionales y, por supuesto, enriquecimiento personal. ¡No menos de 30 jefes de Estado corruptos en una década!, dicen cálculos conservadores.
Reciclados por idéntica matriz, los personajes del catálogo local de la corrupción siguen un mismo patrón y exhiben atributos semejantes. Sin embargo, ninguno es más rocambolesco que el “morocho de La Rioja”. Mostrar las intimidades de su existencia -más que tango, una milonga-, y su gestión, es obtener una visión global de los extremos a que llega el fenómeno.
¡Ay, Carlitos!
Jugador, mujeriego y oportunista sin frenos, así lo pintan sus compatriotas, aunque para completar su perfil habría que anexar otras cualidades. De entrada, el apellido que trajo de Siria el padre antes de “laburar” como vendedor ambulante en La Rioja es Menehem, no Ménem. Toda su vida está signada por las argucias y marañas que lo catapultaron de las baratijas y la pobreza pueblerina a la gran ciudad, los trajes cruzados, las extravagantes patillas, el copete a lo Elvis Presley, la farándula y el glamour de la Casa Rosada, a la que llegó, dice, gracias a su buena estrella.
Ménem, campeón de campeones
Desde chico aprendió a manipular a los demás para su beneficio, pero su “carrera” comenzó cuando abrió el bufete de abogado en la provincia y fundó -¡que nombrecito!- el Partido Populista. Pronto su estrella le reveló que sería más rentable irse a Buenos Aires y hacerse peronista. Allí enclavado y afiliado no paró hasta conseguir cupo en el charter que en 1972 trajo a Juan Domingo Perón tras un dilatado exilio en España, y obtener en 1973 y como candidato peronista, la gobernación de La Rioja.
Fue entonces, con 43 años, que comenzó a diseñar en serio su futuro. Resulta tentador inventariar sus “hazañas” y “alumbrones”, . Aunque su faena suprema fue convertir a Argentina en un territorio depredado y sumido en una crisis de tal dimensión, que forzó a la próspera y soberbia clase media nativa a caer en extremos semejantes a los de su propio padre cuando comenzara a abrirse camino en el país de adopción.
Conseguir tales resultados y una abultada fortuna no resultó difícil, porque durante su década de gobierno (1989 a 1999) aplicó una fórmula muy usada -antes y después de Ménem-, que puede abreviarse así: rendición total a los dictados norteños y corrupción a todos los niveles, dos acciones que explican los espantosos límites a que han llegado nuestros países. Porque si entregar las soberanías y economías a Gringolandia es el padre de las actuales desdichas de la región, la corrupción de las élites políticas es, sin dudas, su mismísima madre.
Así el pretendido “gaucho de La Rioja” se vio envuelto en más de un escándalo de tráfico de influencias y negocios sucios, como la venta ilícita de armas a Croacia y a Ecuador, cuando esta última nación se enfrentaba a Perú por un litigio fronterizo donde, paradójicamente, Buenos Aires debía actuar oficialmente como garante de la paz.
Sin otro remedio, Ménem se despidió de La Rosada entre chiflidos y abucheos, y cuando contra toda razón intentó volver luego del “argentinazo” de diciembre del 2000, debió replegarse con la cola entre las patas. Aunque sobre él pesan múltiples acusaciones y no puede salir sin la protección de sus guardias personales, no es probable que la justicia le pase factura por sus desmanes.
Ciertamente, su marcada propensión a la notoriedad convirtieron a Ménem en el non plus ultra de la corrupción política en la zona, pero la lista, larga y terrible, está plagada de sujetos cautivos de sus ambiciones personales, pasiones y vicios.
Muchos corruptos son además culpables de graves violaciones a los derechos humanos. Es el caso de Augusto Pinochet
La mayoría de los ex gobernantes corruptos en América Latina es amparada por el sistema judicial. Es común que huyan y se asilen en otro país, a esperar el paso del temporal. Al presente, más de diez tienen cuentas pendientes con la justicia.
El ex dictador Augusto Pinochet, por ejemplo, enfrenta acusaciones por enriquecimiento, evasión fiscal y falsificación de documentos públicos relacionados con sus millonarias cuentas bancarias, así como por crímenes y otras violaciones a los derechos humanos. Buena parte de su fortuna proviene de comisiones obtenidas por compras de armamento. También su esposa e hijos tienen propiedades inmobiliarias, y sumas millonarias en bancos suizos. Pronto “Pinocho” cumplirá 91 años, y morirá de viejo, en libertad bajo fianza.
Alberto Fujimori, destituido por el Congreso peruano en el 2000 luego de refugiarse en Japón, está vinculado a una veintena de expedientes por enriquecimiento ilícito, malversación de fondos y masacres a civiles, en coordinación con su asesor Vladimiro Montesinos. A fines de 2005 viajó a Chile, donde guardó prisión hasta que hace unos días obtuvo allí la libertad bajo fianza, mientras Perú estaba en plena campaña electoral.
En Nicaragua, Arnoldo Alemán, acusado de lavado de dinero, enriquecimiento ilícito, robo y malos manejos de fondos, aunque condenado a 20 años de cárcel, goza de libertad condicional por “razones de salud”. Alemán multiplicó su capital en un cuatro mil por ciento cuando fue alcalde, y en otros 900 por ciento cuando llegó a la presidencia de uno de los países más pobres del planeta.
Al brasileño Fernando Collor de Melho, destituido en 1992 tras dos años de mandato, se le acusó de beneficiarse de una red de corrupción que cobraba millonarias extorsiones a empresarios a cambio de concesiones de contratos públicos, entre otros delitos. Absuelto por el Tribunal Supremo Federal, ahora está acusado de lavado de dinero.
En Venezuela, Carlos Andrés Pérez fue destituido y condenado por la Corte Suprema por malversación de fondos públicos y peculado. Se exilió en República Dominicana y luego en Miami. El gobierno bolivariano gestiona su extradición.
En Centroamérica, el caso del ex presidente de Nicaragua, Arnoldo Alemán, es todo un suceso
La nación guaraní aprobó en 1999 un juicio político a Raúl Cubas por el asesinato del vicepresidente Luis María Argaña, y la Fiscalía General lo denunció por uso ilegal de fondos públicos, y transferir a la Presidencia 700 mil dólares del Banco de Fomento, días antes de su dimisión y partida hacia Brasil, donde estuvo exiliado hasta que en 2002 regresó a Paraguay.
Rafael Ángel Calderón y Miguel Ángel Rodríguez, ex gobernantes costarricenses, fueron acusados, el primero por delitos de corrupción agravada y daños al erario público; el segundo por corrupción y enriquecimiento. Rodríguez, con el apoyo de Estados Unidos, había asumido la Secretaría General de la OEA, a la que tuvo que renunciar.
El ecuatoriano Fabián Alarcón puso en nóminas oficiales a más de dos mil personas que nunca trabajaron en esos puestos, pero supuestamente cobraban. Su compatriota Lucio Gutiérrez nombró en diputaciones y cargos públicos a tres hermanos, a su segunda esposa, un tío, una sobrina, y a un cuñado y su consorte. Un hijastro del actual presidente mexicano Vicente Fox está acusado de tráfico de influencias, obtención de créditos estatales y escamoteo de documentos públicos que avalarían estos delitos.
Así, mientras en nuestro hemisferio los compinches del imperio suelen dormir bien, se acumulan además los sueños rotos y el reguero de víctimas. ¿O no se volatilizaron las esperanzas cuando a unos días de su proclamación, el ex coronel ecuatoriano Lucio Gutiérrez traicionó a millones de indígenas que lo auparon a la presidencia, al viajar a Washington para ponerse a la orden de George W. Bush y del FMI? ¿Quién ha olvidado que su paso por la casa de gobierno, hasta que el pueblo lo expulsó en abril de 2005, fue una exhibición de nepotismo y corrupción, totalmente obviada por Washington, en tanto obtuvo su apoyo al Plan Colombia y al TLC?
Porque cuando de la corrupción presidencial en estas latitudes se trata, salta a la vista la tragedia ecuatoriana, que en los últimos años implantó récord por la cantidad de presidentes y ex vicepresidentes actualmente prófugos de la justicia por ese motivo. El de Bolivia, hasta comienzo de este 2006, era otro ejemplo palpable de inestabilidad e ingobernabilidad, otros primos hermanos de la corrupción. Mientras, por las ciudades norteamericanas siguen paseándose personajes como Gonzalo Sánchez de Losada -prófugo también-, un mandatario tan yanqui que hablaba el español como un estadounidense “aplatanado”.
Remember
Aunque es todavía común que, tras pavorosos escándalos, los nombres de los corruptos sean sepultados, sus acciones olvidadas -cuando no minimizadas o justificadas-, y sus fortunas -muchas amasadas a costa de la ayuda internacional para damnificados de catástrofes y desastres naturales, como la de Arnoldo Alemán, por ejemplo-, celosamente guardadas por el secreto bancario.
No acostumbra la gran prensa a remover lodos que salpiquen y menos que lleguen -como sería el caso- a las gargantas de los habitantes de la Casa Blanca y de directivos de corporaciones transnacionales, para quienes una tropa de corruptos es, sobre todo, la garantía de obtener el máximo de requerimientos con el mínimo de esfuerzos.
La revista Forbes habla una supuesta fortuna del líder de la Revolución Cubana. Fidel que se dina de decir que es comunista con tanto dinero . No obstante convendría saber a corruptores y a corruptos por igual que aún quedan gobernantes con decoro, que la verdad se abre paso aunque transite distancias siderales, que sombras más negras que las de la impunidad o las calumnias se han desvanecido, y que gigantes atropellados como Latinoamérica, también se levantan. No les conviene olvidarlo
2006-07-15 02:47:44
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answer #1
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answered by Danay 3
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