"El papa oscuro"
Anton LaVey, figura de la cultura pop
La malignidad no garantiza la vida eterna. Anton LaVey, el autoproclamado fundador de la Iglesia Internacional de Satán y autor de la Biblia negra, falleció en octubre pasado de un edema pulmonar. Dentro de la progenie de los años 60, LaVey fue una figura clave de la cultura pop, un movimiento que, aunque ha sido ignorado por sus evidentes raíces contraculturales, no se le puede regatear su enorme influencia que ha irradiado desde los espectros marginales. Y es en este contexto en donde habría que situar a Anton Szandor LaVey, un aparente mercachifle de la perversidad que en realidad siempre dio más muestras de sensibilidad que de crueldad.
Nacido en Chicago, la bella airosa de Estados Unidos, dentro de una familia sin antecedentes místicos, LaVey pasó parte de su infancia en esa ciudad antes de trasladarse a San Francisco. Su padre fue un don nadie que se dedicaba a la compra-venta de partes automotrices y, al parecer, según gustaba narrar al propio LaVey, fue su abuela, originaria de Transilvania, quien con sus cuentos de demonios y vampiros le despertó el gusto por los horizontes oscuros. Asimismo, otro de sus abuelos, que tenía un oso entrenado, viajó por toda Europa oriental en compañía de una troupè de gitanos.
Por ello no resultan extrañas las historias que LaVey gustaba narrar a sus entrevistadores. Decía que él fue preparado para ser entrenador de leones en el circo Clyde Beatty, aunque también podía haber triunfado como organista profesional, oboísta, fotógrafo de crimen, artista, hipnotista o investigador psíquico.
Lo cierto es que todas estas raras cualidades se conjuntaron cuando, en 1966, fundó la Iglesia de Satán, la cual tuvo su sede en el distrito victoriano de Richmond, en donde se reverenciaba la figura de Togare, un hombre lobo. Para completar con el cuadro, él mismo se ordenó como el más alto sacerdote de su culto, y lo hizo simplemente porque, según decía, nadie más lo hubiera hecho.
Publirrelacionista al que nunca lo abandonó un enfermizo sentido del humor, LaVey afirmaba: "El concepto de Satán ha sido mal entendido por el hombre. Todo lo contrario, él ha motivado a los hombres. Creo que es hora de que el diablo cumpla con su deber… El diablo es el tipo que ha hecho que todas las iglesias sean un gran negocio".
La presencia de Anton LaVey empezó a ganar cierta notoriedad después de representar el papel de Satán en la película El bebé de Rosemary, de Roman Polanski, estelarizada por la entonces famélica Mia Farrow.
No obstante, su nombre dio vuelta al mundo cuando Charles Manson, el santón criminal de Cielo Drive, dijo ser amigo y discípulo de Anton LaVey y su Iglesia de Satán.
En 1969 las consignas ingenuas de una juventud que languidecía en medio de flores, drogas, sexo multitudinario y a manos llenas, fueron salvajamente mutiladas por la secta liderada por Charles Manson, un hippie trasnochado que pretendía trastocar el orden establecido y sembrar el caos mediante el enfrentamiento de clases en Estados Unidos. Nada de esto sucedió y tanto Manson como Ira Samuel Einhorn —otro pacifista que momificó en un armario a su amante— hoy enfrentan cadenas perpetuas en diferentes prisiones. Amén de que el festival de Woodstock estuvo a punto de cancelarse gracias a las tropelías de Charles Manson, sólo Anton LaVey pudo salir limpio de estos episodios y con el dinero e ideas suficientes para comercializar las enseñanzas que le dejó una era de verdaderos excesos.
Pero, a diferencia de Manson, quien después de todo no era sino un desclasado, un ejemplo más de la basura blanca que pulula en la Unión Americana, LaVey gozó de una educación hasta cierto punto clásica. Tocó el oboe en la orquesta del Ballet de San Francisco, el órgano en un bar del distrito Sunset, cursó la high school en Mill Valley, estudió criminología en el Colegio de la Ciudad de San Francisco y fue autodidacta en numerología.
Y algo ha de haber tenido este oscuro personaje ya que, además de actuar un coito al lado de Mia Farrow, LaVey presumía de haber gozado los favores nada menos que de dos de las grandes rubias de la pantalla grande: Marilyn Monroe y Jayne Mansfield, esta última muerta en un aparatoso accidente en el que perdió la cabeza y el cual, según LaVey, fue parte de una maldición lanzada por el marido de la exuberante actriz. Asimismo, se decía que Sammy Davis Jr. fue un discípulo entusiasta de la Iglesia de Satán.
Aunque era llamado el "Papa negro" por sus seguidores, el ministerio de LaVey parecía estar dirigido a entretener a los diversos medios de comunicación, que convocaba con facilidad. Además de la Biblia negra escribió otros cuatro libros, hizo cientos de apariciones tanto en conferencias públicas como en programas de televisión y siempre estaba dispuesto a brindar asesoría a los cineastas que abordaban el género del horror. Es decir, las pretensiones de Anton LaVey eran más económicas que infernales, pues, otros de sus negocios, más modestos aunque más constantes, radicaban en cobrar —según el sapo era la pedrada— de dos a 100 dólares per cápita por acompañar a grupos a pasar la noche en cementerios, a visitar mansiones encantadas, por hacer horóscopos o por enseñar a clientes todo lo relacionado con el más allá.
El último libro de Anton LaVey, Habla Satán, será dado a conocer en unas semanas más, según lo adelantó en entrevista otorgada a Seconds Magazine. "Fue un hombre desafiante —señala su hija Karla—, que actuó con gran coraje de acuerdo con sus convicciones. Algunos decían que era el hombre más peligroso del mundo; quizá porque nunca midió las consecuencias de ser considerado un ser maligno".
A los 67 años, el sacerdote oscuro por fin murió, ahora podrá vagar por los horizontes que siempre pregonó conocer. Por supuesto, el fuego lo abrasó en su cremación. No podía ser diferente. Del fuego al fuego. Su hija Karla y su esposa Blanche Barton no han pensado ni de broma dejar que el negocio decaiga y seguirán al frente de la Iglesia Internacional de Satán, un recinto maldito que actualmente se erige como un monumento al esoterismo y a la necesidad cada vez más apremiante del ser humano por buscar respuestas lejos de los páramos que, en la agonía del siglo XX, brindan más interrogantes que satisfactores.
A Anton Szandor LaVey también le sobrevive su hijo de cuatro años, Xerxes.
2006-07-10 12:37:02
·
answer #1
·
answered by cyber-fem 4
·
2⤊
1⤋