Nunca se sabrá que objetivos llevaron a Jerusalem en 1.118 a Hugo de Payns y a sus ocho acompañantes, entre los que se encontraba Godofredo de Saint-Audemar, pero sí sabemos con certeza que fueron los fundadores de la Orden del Temple, asociación religiosa que intentaba armonizar la vida caustral y ascética del monje con la profesión Militar, teniendo por fin la defensa de los peregrinos que llegaban a Tierra Santa.
En aquel entonces reinaba Balduino I, quien brindó una calurosa acogida a los "pobres soldados de Cristo", como Hugo de Payns y sus ocho caballeros se hacían llamar.
Pasaron nueve años en Tierra Santa, alojados en una parte del palacio, que el rey les cedió, justo encima de las caballerizas del antiguo Templo de Salomón (de ahí el nombre de caballeros del Temple o Templarios).
Cuando regresaron a Europa en 1.127, encabezados por Payns, fueron recibidos con los más altos honores, y allí les esperaba el padre invisible de la Orden, Bernardo de Clairvaux (que Dante situó en su "Divina Comedia" como el único hombre con acceso al cielo más elevado). Fue este monje quien redactó los reglamentos de la Orden y convocó el Concilio de Troyes en 1.128, al cual asistió el propio Papa Honorio II, donde fueron reconocidos oficialmente y se les impuso un manto blanco como distintivo; más tarde, Eugenio III, añadió una Cruz Roja Octogonal.
Los rangos y honores que se establecieron en la orden fueron:
Sirvientes (aspirantes)
Escuderos
Caballeros
Priores comendadores
Maestres
Gran Maestre
Cuando se llegaba a ser nombrado caballero, se juraba cumplir con los votos de pobreza, castidad y obediencia, con ello todos los bienes del recién iniciado pasaban a formar parte de la orden.
Su desmesurado crecimiento material se debía a varias razones. En 1.139 consiguieron una bula papal que les excluía de la jurisprudencia, tanto civil como eclesiástica, con lo que no volvieron a rendir cuentas ni a reyes ni a obispos, únicamente al Papa. Además de los testamentos y donativos que recibían, también estaban las grandes fortunas de los nobles que entraban a formar parte de la orden. También podían recolectar dinero en todas las iglesias de occidente, una vez al año. Obtenían grandes beneficios comerciales con todo el excedente que obtenían de sus granjas y encomiendas.
Hacia 1.170, la Orden se extendía por toda Francia, Alemania, España y Portugal, y apenas 50 años más tarde era el imperio económico, militar, político, religioso y científico más importante de Europa con:
9.000 encomiendas (granjas y casas rurales)
Un ejército de 30.000 caballeros (sin contar escuderos y sirvientes, artesanos y albañiles)
Más de medio centenar de castillos
Una flota propia de barcos (con puertos privados)
La primera banca internacional
Era la fortuna más grande de toda Europa, hasta el punto de que reyes como el de Francia o Aragón eran deudores del Temple. Alfonso I el Batallador, nombró en su testamento, como herederos del reino a los Templarios, aunque la nobleza aragonesa se opuso y logró que renunciaran a la herencia, a cambio de diversos dominios y privilegios que consolidaron su prosperidad en el reino.
El valor de los Templarios en la guerra contra los sarracenos se hizo proverbial. Cuando los musulmanes conquistaron Tierra Santa los caballeros del Temple se instalaron en Chipre. A partir del siglo XII se establecieron en las zonas fronterizas de Cataluña, Aragón, Navarra y Castilla, posición que les permitió participar en las conquistas de territorios musulmanes.
Eran igual de eficientes con las cuentas como con las armas y la mayoría de los reyes les confiaban sus tesoros. Así a finales del siglo XXII nació el primer banco transaccional, del que se tienen noticias. Incluso el rey de Francia , les confió sus tesoros y acabó siendo deudor de la orden. Este hecho junto con su conocida codicia por los bienes ajenos y el miedo que sentía por el poder militar del Temple, fue lo que le decidió a acabar con los Templarios en 1.307, iniciando un proceso inquisitorial contra la orden.
Pero a pesar de todo lo anterior, 200 años más tarde fueron destruídos, sin oponer resistencia por su parte.
En Francia, en 1.314, más de 15.000 caballeros del Temple fueron arrestados, sin aviso y sin más razón que un mandato real, y condenados a la hoguera y sus bienes pasaron finalmente a la corona. Un fuerte aliado de Felipe IV, fue el visir Nogaret, maquiavélico personaje que ideó el plan para la destrucción de la Orden. También se dio la circunstancia de que en un plazo de dos años murieron, misteriosamente, dos Papas (curiosamente enemigos del rey de Francia), y ocupó el trono papal Clemente V, una persona débil y manejable, que acató todas las pruebas presentadas contra los caballeros templarios: herejía, ritos blasfemos (como escupir y pisar la cruz en las iniciaciones de los caballeros), sodomía, adoración de falsos ídolos demoníacos como el misterioso Bafomet, etc.
Nunca se pudieron demostrar estas acusaciones, aunque se conservan testimonios de caballeros templarios confesando lo que sus verdugos querían, bajo el poder de tremendas torturas.
El Papa Clemente V suprimió la orden en 1.312, después del dictamen emitido por el Concilio de Vienne (1.311).
En Aragón, el proceso inquisitorial se saldó con la dispersión de la orden, después de proclamarse su inocencia en un Concilio celebrado en 1.312 en Tarragona; en Valencia los bienes de la orden sirvieron para fundar la Orden de Montesa en 1.317. En Cataluña y Aragón los bienes fueron a parar a los caballeros hospitalarios y en Castilla a la corona.
El propio Jacques de Molay (XXIV Gran Maestre), fue quemado vivo el 19-3-1.314, tras siete años de prisión y tortura, frente al gran monumento gótico Nôtre Dame. Allí se retractó públicamente de cuantas acusaciones se había visto obligado a admitir, proclamó la inocencia de la orden e invitó a los culpables de todo aquello a unirse, en el plazo de un año, al juicio de Dios. Esta maldición se cumplió, el Papa Clemente V , Nogaret y Felipe IV murieron antes de finalizar el año, por causas naturales.
Después de la extinción de la orden, cayó sobre Europa una etapa verdaderamente catastrófica; el continente se sumió en múltiples guerras (período conocido como la Guerra de los Cien Años).
Pero con la muerte de Jacques de Molay no acabó la orden. Los caballeros que huyeron a otros países formaron nuevas órdenes como por ejemplo:
En Portugal la de Cristo
En Finlandia la de San Andrés
En España la Montesa
Hay escritos que señalan que un tal Marc Larmenius, sucedió a Molay en la jefatura de la Orden en Francia.
Muchas son las teorías que circulan entorno a estos misteriosos caballeros, unas dicen que encontraron el Santo Grial, otras que descubrieron el Arca de la Alianza, enterrada en el Templo de Salomón; pero nunca sabremos la verdadera historia.
2006-06-30 07:39:06
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answer #1
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answered by Anonymous
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