El traslado de la sede papal a Aviñón de 1.305 efectuado por Clemente V (Bertrand du Got, arzobispo de Burdeos) con el aplauso del rey de Francia Felipe IV, el Hermoso, había dejado a Roma sin su rey y enormemente disgustados a sus habitantes que no dejaron de presionar para que retornaran a la ciudad. En 1.378 Gregorio XI, a instancias de Catalina Benincasa (después santa Catalina de Siena) viajó a Roma a pesar de lo peligroso que podía resultar el viaje, sin poder regresar a Aviñón puesto que murió en Roma el 13 de marzo de 1.378. Los diez y seis cardenales que se hallaban en ese momento en Roma formaron el cónclave encargado de designale sucesor. En medio de las presiones del pueblo que reclamaba un papa romano o cuando menos italiano (los siete anteriores habían nacido en Francia y gobernado desde Aviñón) se nombró al arzobispo de Bari, Bartolomé Prignago que ascendió al trono como Urbano VI. El nuevo rey se malquistó con sus electores en poco tiempo y éstos no tuvieron más remedio que salir de Roma para Anagni y de ahí para Fondi, en Nápoles, donde cinco meses después de reunirse para la designación anularon la elección de Urbano y nombraron a Roberto, cardenal de Ginebra, quien tomó el nombre de Clemente (VII). Como Urbano no cedió, se produjo la ruptura, el cisma.
Hasta el concilio de Pisa (1.409) en Aviñón gobernaron Clemente VII y Benedicto XIII (Pedro de Luna) y en Roma Urbano VI, Bonifacio IX, Inocencio VII y Gregorio XII.
El concilio de Pisa buscó la solución al problema deponiendo a los dos papas, Benedicto y Clemente, por su contumacia herética perturbadora de la unidad de la Iglesia y eligiendo a otro. De este modo se designó a un franciscano griego Pedro Filargés quien tomó el nombre de Alejandro (V) sucedido al año siguiente por Juan XXIII. Ninguno de los otros dos depuso su actitud y ya tenía tres cabezas la Iglesia de occidente.
Por inducción del emperador Segismundo, Juan XXIII convocó un nuevo concilio para poner fin a tan penosa imagen de la jerarquía eclesiástica y fiado en sus posibilidades de volver a ser elegido al tener el apoyo del emperador y contando con los votos obtenidos por su antecesor en Pisa. Pero el concilio lo dispuso de otro modo: Los reunidos en Constanza en 1.414 fueron religiosos, príncipes, teólogos y canonistas a los que nada o casi nada unía con ninguno de los tres pontífices, se reunieron por 'naciones' como si de la universidad se tratara y comenzaron por proclamar la primacía del concilio sobre el papa de modo que no podía ser disuelto por él ('la voluntad divina no se expresa mediante el papa sino por el conjunto de sus fieles') de manera que se declararon competentes para decretar la unidad de la Iglesia ('causa unionis') y por tanto deponer a todos los papas coexistentes; para proceder a la reforma eclesiástica ('causa reformationis') condenando el nepotismo y la simonía proliferantes desde el 'exilio' de Aviñón; y para depurar la doctrina ('causa fidei') procesando y ejecutando a los defensores de doctrinas heréticas Juan Huss (1.414) y Jerónimo de Praga (1.416) y condenando sus tesis (por la bula 'Inter cunctas', 1.418).
El concilio no cayó en el mismo error que el de Pisa cuando se precipitó a nombrar un papa demasiado pronto, gobernó la Iglesia durante un intrregno de dos años hasta que se fueron calmando las cosas: Gregorio, ya nonagenario, renunció espontáneamente al papado tras reconocer al concilio y murió como cardenal en 1.417; Juan fue obligado por el emperador a someterse y renunciar y Benedicto, el más contumaz, se mantuvo casi sin apoyos en su sede de Peñíscola excomulgando al concilio después de ser depuesto por él (a su muerte en 1.423 aun se nombró otro papa aragonés en esa ciudad, Gil Sanchís Muñoz, Clemente VIII quien renunció a ese título vacío y se sometió al nuevo papa a cambio de ser nombrado obispo de Mallorca). Odón Colonna, miembro de una noble familia romana fue el elegido en noviembre de 1.417 quien adoptó el nombre de Martín (V) poniéndose fin de ese modo al cisma pero no a las disputas ahora centradas más en las doctinas conciliaristas (Martín rechazó sancionar los decretos aprobados por el concilio en materia de preeminencia en la Iglesia), en las tensiones internas y, sobre todo, en los problemas sociales a los que la jerarquía de la Iglesia daba la espalda y que resultaron definitivas en el estallido de los movimientos heréticos del siguiente siglo.
2006-06-29 07:35:33
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answer #1
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answered by Guzmán, hijo y nieto de Guzmanes 3
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todo lo que divide , separa es demoníaco, debe haber unión hacia un sólo bien y en un sólo espíritu.
2014-05-18 09:38:34
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answer #2
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answered by ? 4
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En esos siglos se vivia un pensamiento teocrático el cual permitia que la iglesia se llenara de dinero ocultando conocimiento a la gente.
Martin Lutero creo una gran revolución el cisma
2006-06-27 08:13:00
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answer #3
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answered by Cati Restrepo 2
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El Cisma de la Iglesia al que te refieres debe ser el de occidente (y no el de Lutero ni el de la Iglesia ortodoxa) causado por el primer traslado de la sede papal a Aviñón para alejarse de la corrupción y los intereses creados en Roma. Gregorio XI retorna a Roma posteriormente pero a su muerte (1378) se eligen de dos Papas que se excomulgan el uno al otro, uno con sede en Roma y otro en Aviñón de nuevo. No será hasta 1417, tras el Concilio de Constanza, que la Iglesia reconocería de nuevo a un sólo Papa.
2006-06-27 06:26:53
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answer #4
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answered by Mandos 3
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Se refiere al cisma provocado por Lutero en su manifiesto del año 1.520, a la Iglesia Católica. Él no estaba de acuerdo con muchas cosas que realizaban los católicos y al tratar de arreglarlas, fue expulsado de esa religión. Con el tiempo, a partir de allí a su congregación se la denominó Luteranos...
2006-06-27 06:09:32
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answer #5
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answered by Rich@rd... 2
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