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Tal ves esto te ayude a conocer del
Subcomandante Marcos
Cabeza del EZLN y desarrollo inicial del conflicto
El alzamiento zapatista en el día de año nuevo de 1994 comenzó con la ocupación de varias localidades del estado, entre ellas San Cristóbal de las Casas, Las Margaritas y Ocosingo, la difusión de comunicados y la comisión de numerosos actos de violencia, como el allanamiento de haciendas, el secuestro de propietarios y la destrucción de bienes públicos. El EZLN sostuvo duras refriegas con los retenes militares y con las tropas de refresco enviadas apresuradamente por el Gobierno federal, dando lugar a acusaciones mutuas de ejecuciones extrajudiciales, revanchas criminales y -en el caso de los gubernamentales- de matanzas de civiles.
En su primera proclama, el EZLN hizo una "declaración de guerra al Ejército federal, pilar básico de la dictadura que padecemos, monopolizada por el partido en el poder y encabezada por el Ejecutivo federal que hoy detenta su jefe máximo e ilegítimo, Carlos Salinas de Gortari "; se presentó como el producto de "500 años de luchas" y exigió "trabajo, tierra, techo, alimentación, salud, educación, independencia, libertad, democracia, justicia y paz" para todos los mexicanos, fueran indígenas o no.
Sólo unos días duraron las arengas alusivas al derrocamiento del poder reaccionario y oligárquico o la instauración de un gobierno revolucionario y popular, tan caras a las guerrillas marxistas y de regusto dogmático. Los zapatistas sobrepasaban el marco reivindicativo local y hablaban de una profunda reforma del Estado mexicano que propiciara un reparto equitativo del bienestar económico, democratizara el acceso a los poderes públicos y resguardara la idiosincrasia de las comunidades indígenas. En un sentido general, apelaban a la toma de conciencia del problema indígena en Chiapas y se recordaba que, antes de ingresar en el club de las naciones desarrolladas, México debía saldar "una deuda con los millones de indígenas marginados", como declaró Marcos.
No faltaron las exigencias, ilusorias las más de las veces, de renegociación del TLCAN, de garantías de limpieza en el escrutinio de los procesos electorales y de dimisión en bloque del Ejecutivo federal en los sucesivos comunicados de quienes a veces se referían a sí mismos como "los muertos de siempre, muriendo otra vez, pero ahora para vivir".
Tocado con pasamontañas negro, visera y pañuelo rojo, cubierto de cartucheras y portando armas automáticas al igual que sus compañeros, Marcos, con su pipa, su forma de hablar articulada y sosegada y sus firmas al pie de los comunicados con la coletilla "desde las montañas del Sureste Mexicano", se proyectó como el principal dirigente del EZLN. En función de su rango, el de Subcomandante Insurgente con funciones de portavoz, aquella primacía no resultaba tan clara, pues sugería la participación en una especie de dirigencia colectiva con otros comandantes, subcomandantes y mayores, en el seno del autodenominado Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General (CCRI-CG) del EZLN.
La guerrilla, cuyos aproximadamente 2.000 efectivos se enfrentaban ya en los primeros días a fuerzas diez o doce veces superiores, perfectamente pertrechadas y apoyadas por armamentos pesado, no era rival para el Ejército mexicano, pero el presidente Salinas se apercibió de que Marcos y sus compañeros, con su discurso tomado del mítico jefe guerrillero de la Revolución de 1913 y reproducido sobre un inteligente andamiaje mediático, blandían un arma formidable, la razón inobjetable de la causa indígena, que ponía en tela de juicio sus logros reformistas y que podía causarle mucho quebranto en el terreno diplomático.
Así, el 10 de enero el mandatario nombró una Comisión federal por la Reconciliación y la Paz encabezada por el entonces secretario de Relaciones Exteriores, Manuel Camacho Solís, y dos días después ordenó el alto el fuego unilateral para emprender un diálogo "en el marco de la ley". En las dos semanas escasas que duraron los combates perecieron varios cientos de personas, entre 200 y 1.000, y otras miles más resultaron heridas, entre guerrilleros, soldados y, sobre todo, civiles, mientras que 60.000 campesinos huyeron de sus casas.
El 2 de marzo, al cabo de trece días de conversaciones en San Cristóbal de las Casas con la mediación del obispo local, Samuel Ruiz, Marcos y Camacho adoptaron un acuerdo de principio sobre 34 compromisos políticos y económicos en torno al reconocimiento de los derechos de los indígenas, la reforma estatal y la mejora de las condiciones de vida de los sectores marginados. Hasta el final (1 de diciembre) de la administración salinista, imperó una precaria calma en Chiapas, pero los problemas de fondo siguieron intactos por la escasa voluntad del Gobierno para confrontarlos.
Entre tanto, el EZLN celebró una Convención Nacional Democrática en su bastión selvático de Guadalupe Tepeyac y empezó a organizar asambleas campesinas, un experimento de autogobiernos a la usanza libertaria que provocó la indignación de la Secretaria de Gobernación en el Distrito Federal. Cuando el 8 de diciembre tomó posesión el nuevo gobernador estatal, el priísta Eduardo Robledo Rincón, acusado de llegar al poder mediante el tradicional fraude, hizo lo propio el así llamado Gobierno de Transición en Rebeldía, presidido por Amado Avendaño Figueroa, el candidato derrotado del opositor Partido de la Revolución Democrática (PRD, centroizquierda) en las elecciones de agosto.
2006-06-18 22:15:38
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answer #3
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answered by Pensador 4
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