Sueño de una noche de viernes
Y soñé que podía viajar hasta lo infinitamente pequeño, y hasta lo infinitamente grande. Y pude ver los electrones girando alrededor de los núcleos de los átomos en el universo infinitamente pequeño. Y pude ver los planetas girando alrededor de núcleos ardientes del universo de lo grande. Y comprobé que todo es infinito; hacia lo pequeño y hacia lo grande. Y vi que todo es igual en ambos extremos, y que todo es una unidad y una igualdad, y que nada cambia, y que los ciclos se repiten sin fin.
Vi que la existencia no tiene significado y que sólo es una ilusión. Vi que el tiempo no tiene sentido ni tiene medida, que el tiempo en el universo gigante es una eternidad vista desde el universo de lo pequeño, y que el tiempo del universo pequeño sólo es un suspiro comparado con el tiempo del universo de lo enorme. También vi que el universo que conozco está dentro de otro aún mayor y que somos pequeños e insignificantes comparados con él. Dentro del universo de lo pequeño vi más universos, y todos los visité.
Y en ningún lugar de todos los que visité vi a Dios. Se me ocurrió entonces que tal vez los grandes son nuestros dioses y nosotros los somos de los pequeños.
Cuando desperté, mareado, me pregunté si de verdad todo habría sido un sueño o un viaje de verdad, o tal vez el mareo de una borrachera que no termina todavía.
Héctor Pérez Mendoza 15 de octubre de 2006
Nota del autor: Sin comentarios. No estoy alcoholizado, ni mucho menos drogado. Sólo intento distraerme un poco. Espero les guste este cuentito súper corto.
2007-09-14
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Hector P
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