Sor Juana Inés de la Cruz
(1651-1695)
(Datos biográficos)
Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana,
nació en 12 de noviembre de 1651 en San Miguel
de Nepantla, Amecameca. Fue hija de padre vasco
y madre mexicana. Tocóle en suerte vivir una
época en que la literatura nacional era copia,
más o menos fiel, de la española; culteranisrno,
estilo que se agudiza en gongorismo; y la tendencia
de los escritores de ese tiempo a escribir
únicamente en verso, la cual, por la estilización
que preferían, cuajaba en composiciones que constituían
verdaderos logogríficos del intelecto: se vestía a la
idea con un ropaje enfarragoso, para luego gozar en
desnudarla. Al respecto ha dicho un autor que "en tal
época hablar claro era un pecado".
Declino dos veces ser Abadesa de la orden de Santa Teresa
piensan que ella, y Juan Ruiz de Alarcón, integran
"la mayor gloria de México virreinal"; más aún: que
únicamente por Sor Juana se salva la literatura del
siglo XVII, que era cultivada por "poetas sin condiciones
de cultura ni talento".
A los años 8 años compuso una oda al Santisimo Sacramento.
Su cultura, enciclopédica,
era vastísima. Religiosa desde las dieciséis años.Tuvo a su cargo la Tesorería del Convento .Antes de profesar, fue dama de la esposa del virrey Mancera.entregó para su venta los cuatro mil volúmenes de su biblioteca Cuatro años mas tarde, atendiendo a sus hermanas enfermas
de fiebre, se contagió y murió el 17 de abril de 1695.
"los versos de amor profano de Sor Juana son de
los más suaves y delicados que han salido de pluma de mujer".
Ha pasado a la Historia con los significativos nombres con
que la critica la ha bautizado: 'La Décima Musa",
"Fénix de México" y "La Monja Mexicana".
Una mujer que se adelantò a su època, una gran poetisa
mexicana. Saludos.
2007-03-10 14:00:44
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answer #2
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answered by Anonymous
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Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695), autodidacta, humanista, gran poeta mexicana del virreinato de Nueva España, cuyo verdadero nombre era Juana RamÃrez de Asbaje.
VIDA
Hija ilegÃtima, nació en San Miguel Nepantla, hoy estado de México. Aprendió a leer y escribir a los tres años; estudió en la biblioteca de su abuelo y a los ocho años escribió una loa eucarÃstica. Muy joven viajó a la ciudad de México, donde estudió latÃn (en sólo 20 lecciones). En 1665 entró en la Corte al servicio de la virreina, doña Leonor Carreto, marquesa de Mancera, y fue objeto de asombro y veneración por su inteligencia, memoria y discreción.
Instigada por su confesor, el poderoso jesuita Antonio Núñez de Miranda, en 1667 decidió ingresar en el convento de San José de las carmelitas descalzas para poder dedicarse al estudio. Más tarde, abandonó este convento por enfermedad, pero en 1669 ingresó de forma definitiva en el convento de San Jerónimo de la ciudad de México, donde permanecerÃa el resto de su vida. Sor Juana reunió una valiosÃsima biblioteca que llegó a tener unos 4.000 volúmenes y adquirió conocimientos de las más diversas disciplinas: teologÃa, astronomÃa, pintura, lenguas, filosofÃa o música. Enfermó y murió un 17 de abril a consecuencia de una epidemia de peste, mientras cuidaba a sus hermanas de la orden.
PERIODO DE GRAN PRODUCCIÃN
Su época más fecunda comienza en 1680 con la concepción del Neptuno Alegórico, arco triunfal en honor de los marqueses de la Laguna y condes de Paredes, barroca y magnÃfica obra que le abrió las puertas de palacio y la convirtió en favorita de los virreyes, sus mecenas. Es entonces cuando despidió a su confesor, según se deduce de la recientemente descubierta Carta al padre Núñez, escrita en torno a 1682, y que ha mostrado una faceta polémica y argumentativa de la monja.
Desde el año 1680 hasta el 1688 sor Juana vivió una época de gran producción literaria, en la que abundan sus admirables sonetos, endechas, glosas, quintillas, décimas, redondillas, ovillejos amorosos, religiosos, filosóficos y satÃricos, numerosos romances y otras composiciones (véase Versificación). Esta cualidad la sitúa, según Tomás Navarro Tomás, entre los más altos poetas de su periodo, apenas igualada por ninguno anterior. En los villancicos, quizá uno de los aspectos menos estudiados de su obra, despliega su mayor riqueza.
Obras de todo género y tipo, cortesanas y religiosas, se van acumulando en su producción. Comedias de enredo, como Los empeños de una casa y La segunda Celestina, tal vez escrita con AgustÃn Salazar y Torres; comedia mitológica, como Amor es más laberinto, escrita en colaboración con Juan de Guevara; tres autos sacramentales, El Divino Narciso, El Cetro de José y El Mártir del Sacramento (San Hermenegildo), en los que utilizando la poética de Calderón de la Barca nunca desmerece de su modelo; en las loas que preceden a los dos primeros autos mencionados se reitera la relación de los sacrificios humanos aztecas con la EucaristÃa, concediéndole derecho de existencia a la religión de los antiguos mexicanos.
Primero Sueño es un extraordinario poema en forma de silva de 975 versos en el que rivaliza con el Góngora de las Soledades, y del que ella misma dijo: “No me acuerdo de haber escrito por mi gusto sino un papelillo que llaman El Sueño”. En Sor Juana Inés de la Cruz o Las trampas de la fe (1982), Octavio Paz traza las principales diferencias entre los dos poetas: “La poetisa mexicana se propone describir una realidad que, por definición, no es visible. Su tema es la experiencia de un mundo que está más allá de los sentidos”. Y José Gaos, filósofo español exiliado en México, advierte: “El poema de Sor Juana es un astro de oscuros fulgores absolutamente señero en el firmamento de su edad”.
Gracias a la condesa de Paredes, su mecenas y musa, se publicó en España Inundación castálida; el primer volumen reunÃa sus doce primeras loas y se publicó en Madrid en 1669, y el Segundo volumen en la ciudad de Sevilla en 1692. De esta obra, cosa insólita, se hicieron veinte reediciones españolas de 1689 a 1725, incluidas las de Fama y obras póstumas (Madrid, 1700).
Hasta 1950 se carecÃa de una buena edición de su obra. Por eso, en 1951, Alfonso Méndez Plancarte la ordenó en 4 tomos, obra que hoy sigue siendo la versión más completa y autorizada de la que se dispone en España; en 1995, la Universidad Nacional Autónoma de México publicó los facsÃmiles de sus primeras ediciones.
POLÃMICA Y SILENCIO
En 1690, mientras en la Nueva España abundaba el hambre, las rebeliones de los indios y las epidemias, el obispo de Puebla, Fernández de Santa Cruz, le editó su Carta Athenagórica (o crÃtica del sermón del Mandato) en la que brilla el ingenio de sor Juana como prosista. En esa obra teológica, sor Juana discute sobre las máximas finezas de Cristo y parece impugnar al jesuita portugués Antonio Vieira. Sin embargo, su confesor le recomienda una mayor santidad y Santa Cruz le dirige su Carta de Sor Filotea, nombre bajo el cual se traviste el dignatario, en la que conmina a sor Juana a dejar sus escritos profanos y abrazar los religiosos (primera señal de una probable persecución que le obligó a abandonar las letras). Justamente célebre es su Respuesta a Sor Filotea de la Cruz (1691), contestación a la Carta del obispo, una brillante defensa del derecho de las mujeres a expresarse con toda libertad.
Una polémica sobre los últimos años de su vida dividió a los sorjuanistas: unos postulaban la tesis de su conversión, otros atribuÃan su silencio final a una persecución. Recientes descubrimientos parecen confirmar esta última tesis. El historiador mexicano ElÃas Trabulse publicó en 1996 un documento satÃrico, muy probablemente autógrafo de sor Juana, La Carta de Serafina de Cristo, escrita en 1691, un mes antes de la Respuesta a Sor Filotea de la Cruz, en donde la monja revela que el verdadero personaje impugnado en su Athenagórica es el padre Núñez. Trabulse asegura que sor Juana fue objeto de un juicio secreto conducido por el obispo Aguiar y Seixas, amparado por el derecho canónico, si se incurrÃa en “un error religioso”.
A partir de 1694 dejó de publicar sus obras aunque siguió escribiendo, como prueban los Enigmas, poemas manuscritos que conforman un libro intitulado La Casa del Placer, recientemente publicado. Un inventario del siglo XIX encontrado en su celda da cuenta de 15 manuscritos póstumos con poemas sagrados y profanos. Sor Juana ocupó cargos importantes en su convento, entre ellos el de contadora, oficio que desempeñó hasta el final de su vida.
2007-03-10 15:46:41
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answer #3
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answered by Tito 5
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